Carlos Puccio, el otro cineasta cautivado por Rosita Serrano

agosto 15th, 2016

“COMIENZA el baile y suena Pobre caminante de un tocadiscos. Entre los invitados que se animan a salir a la pequeña pista se encuentra Carlos Puccio, hermano del ex ministro socialista Osvaldo Puccio, jovencísimo junto a su señora, Marisol Guerra.”

Así lo describe la periodista Rocío Montes en la revista «Caras». “Fragmentos de la vida de Bachelet en la RDA: Un casamiento olvidado” se refiere al matrimonio (en 1977) de una pareja de exiliados chilenos en Potsdam, que quedó registrado en un documental donde aparecen Michelle Bachelet con Jorge Dávalos, y Carlos Puccio con la bailarina Marisol Guerra.

Conocí al cineasta Carlos Puccio Huidobro, quien falleció en agosto de 2014 después de una larga batalla contra el cáncer. Lo entrevisté varios meses antes, en noviembre de 2013, en su casa de Heriberto Covarrubias (“casi frente al Cine Hoyts”) acerca de Rosita Serrano.

En 2005, Hans Jörg Koch publicó una biografía en alemán: "Roter Mohn".

En 2005, Hans Jörg Koch publicó una biografía en alemán: «Roter Mohn». Koch también cuenta con una autobiografía que Rosita había comenzado a escribir.

Durante sus 17 años en Alemania Oriental, Puccio se había dedicado a investigar a la cantante chilena que triunfó en el III Reich. Tenía sus razones. El representante de las fuerzas armadas chilenas ante la Alemania nazi había sido su abuelo, el general de la Aviación Osvaldo Puccio Guzmán.

Nos reunimos a tomar el té en una soleada tarde primaveral. Un par de perros rottweiler nos observan mientras conversamos.

En medio de nuestra charla, lo llama su hermano Osvaldo (el ex vocero de Ricardo Lagos Escobar), quien fue compañero mío en el Instituto Nacional (“¡acá estoy con tu compañero!”, le dijo Carlos a Osvaldo). “Yo nunca compartí mucho con mi hermano este fanatismo por pertenecer al colegio”, me confesó, escéptico, Carlos, refiriéndose al “fervor institutano”…

Pese a que ambos egresamos en 1969 (somos de la famosa “Generación del 69”), no creo que me ubique Osvaldo Puccio Huidobro porque nunca fuimos compañeros de curso. Muy joven, él había sido famoso porque publicitó en la naciente televisión los “caramelos Yo-Yo de Calaf”. (Carlos estaba agradecido de que le recordara esta historia.) Después, Osvaldo, un líder natural, fue presidente del Centro de Alumnos.

Osvaldo Puccio fue embajador de la Concertación en Austria, Brasil y España. En los últimos días ha salido en las noticias por su participación en el directorio de AFP Provida.

Osvaldo egresó del Sexto de Letras, que era mucho más divertido que nuestros cursos matemáticos, y en el cual también estaban el pintor Jaime León, Moisés Valdebenito, Marco Antonio Fernández, el geógrafo Pablo Ventura…

(Otro hermano es el director del Hospital San José, José Miguel Puccio, quien fue médico de cabecera de Bachelet en su primer mandato.)

Tal vez lo más interesante de mi visita fue que Carlos tenía una copia del documento que Rosita Serrano firmó el primero de septiembre de 1940 asegurando que no tenía ascendencia judía. En su documental “Rosita, la favorita del Tercer Reich”, Pablo Berthelon Aldunate afirma que Rosita nunca firmó este documento. “Si no lo hubiera firmado, no habría podido actuar”, dijo Carlos. “¡Si ahí dice, poh! ¡Si no lo hubiera firmado, no existiría el documento!”

Rosita Serrano: La Favorita del III Reich, documental de Pablo Berthelon sobre su tía abuela.

Rosita Serrano: La Favorita del III Reich, documental de Pablo Berthelon sobre su tía abuela.

Pablo es sobrino nieto en segundo grado de Rosita Serrano (cuyo verdadero nombre es María Esther Aldunate del Campo). (No es “sobrino”, como dice en “El Mercurio” Mariana Marusic, coautora de “Rosita Serrano, La cantante chilena del Tercer Reich”, Ediciones B).

Pablo Berthelon está filmando el largometraje "Amapola Roja".

Pablo Berthelon está filmando el largometraje «Amapola Roja».

Ahora se encuentra filmando la película “Amapola Roja”, con Javiera Díaz de Valdés como protagonista, sobre los años en que Rosita Serrano triunfó en Alemania. Carlos Puccio quería crear un documental sobre ese mismo período. También, me dijo que Hans Jörg Koch había escrito una biografía de Rosita: «Roter Mohn. Das Leben der ‘Chilenischen Nachtigall’ Rosita Serrano. Eine Biographie«. Koch contaba, además, con una autobiografía que Rosita había comenzado a escribir. Carlos Puccio tradujo algunas páginas.

“Yo creo que un problema del documental de Pablo Berthelon es que mostró mucho a su mamá”, me dijo Carlos Puccio, refiriéndose a la cantante Isabel Aldunate, sobrina en segundo grado de Rosita Serrano. (Rosita era prima hermana de su padre; unos primos hermanos muy cercanos; cuando decide instalarse en Chile, Rosita vive largo tiempo en la casa de su primo hermano).

En todo caso, observa Carlos, Rosita “era momia. Ella salía con las cacerolas a protestar en contra de Allende”.

Durante un momento, Carlos va a preparar té a la cocina y me deja solo en el patio con los rottweiler. Yo no estoy muy contento, pero vuelve y no pasa nada. (Igual, es un momento que no voy a olvidar.)

rositaSerranoMe hace pasar a su estudio, y me muestra cortos de documentales. La publicidad de los discos de vinilo de Telefunken que utiliza a Rosita Serrano con el águila de la Wehrmacht en la solapa. “Yo no creo que ella haya sido tan aguerrida como para esconder gente. Eso era muy peligroso en un país en guerra”, dice.

Comenta que a los alemanes les gustaba que Rosita hablara mal el alemán; lo encontraban exótico. Es paradójico que las más conocidas en Alemania eran extranjeras, escribió Puccio en un texto preparado como voz en off para su documental. “Llegadas entre 1937 y 1938, sus voces eróticas tenían un toque de libertad y lejanía. Rosita venía del lejano Chile; Zarah Leander, de Suecia, y Marika Rökk, de Hungría.”

El historiador Cristián Gazmuri comentó el libro de Víctor Farías «Los nazis en Chile», Editorial Planeta, del año 2000, que acusa de pro-nazi a la cantante: “No deja duda alguna el libro del profesor Farías de que, hasta comienzos de la Segunda Guerra mundial, Rosita Serrano se dejó mimar por la prensa alemana, toda ella controlada, y participó en muchos recitales o ceremonias, oficiales o semioficiales (todo es así en un totalitarismo). Pero deja igualmente claro que en los años 1940, cuando la barbarie nazi se hizo evidente, Rosita Serrano dio conciertos en beneficio de refugiados daneses y judíos en Suecia, hasta el punto que se dictaminó «que sus discos y grabaciones radiales deben ser requisados» (p. 421). Rosita Serrano debió finalmente abandonar Alemania en estado de indigencia, al ser bloqueados sus haberes, debiendo ser repatriada desde Estocolmo. ¿Se le puede acusar, como lo hace el autor, de ser una incondicional de la brutalidad nazi? No me parece.”

Con mucha gracia, Puccio me confidenció que durante mucho tiempo él no había creído cuando le contaron que Rosita Serrano había dicho que Hermann Goering, un gran admirador de Rosita, poseía servicios de oro (cuchillos, tenedores). Por eso, se sorprendió mucho cuando después encontró esa información en otro lado. Dicen que Goering invitó a Rosita al subterráneo a contemplar a su difunta esposa embalsamada.

Hitler y Goering en 1938

Adolf Hitler con Hermann Goering en el balcón de la Cancillería. Berlín, 16 de marzo de 1938.
Crédito: CC BY-SA 3.0 de 

Carlos Puccio pensaba que tal vez una importante autoridad militar nazi le advirtió a Rosita que era mejor que se fuera de Alemania porque iban a perder la guerra. O también podría haber sido Tobías Barros Ortiz, embajador de Chile en la Alemania nazi y padre de la actriz y cantante Carmen Barros (Marianela, del grupo Marianela y Los Gatos).

La orden de arresto es de noviembre de 1943, cuando ya las cosas iban muy mal: los nazis habían sido derrotados en Stalingrado y el norte de África; los aliados habían invadido Italia; Alemania estaba siendo bombardeada. “También en el caso de Rosita Serano (sic) no se hizo ningún arresto. La artista está actualmente en Suecia. Si vuelve al área del Reich, deberá enfrentar un proceso de investigación, ya que es sospechosa de espionaje.” (Un reportaje de la BBC muestra este documento que tenía Puccio. Agrega que llegó a ser tan famosa como las artistas germanas Zarah Leander y Marlene Dietrich. Zarah era sueca. Marlene se había refugiado en Estados Unidos muchos años antes de que asumieran los nazis.)

La chilena que los nazis amaban

junio 10th, 2014
Rosita Serrano: La Favorita del III Reich, película de Pablo Berthelon

Rosita Serrano: La Favorita del III Reich, película de Pablo Berthelon

A silbido limpio, Rosita Serrano, “El Ruiseñor Chileno”, derritió corazones en la Alemania del Tercer Reich. Un concierto a favor de los refugiados judíos le valió la expulsión de ese país. Disfrutó de un nuevo éxito en Estados Unidos, donde incluso grabó en español las canciones de La Cenicienta. Finalmente, murió en la pobreza en Chile. Ella nació un 10 de junio, hace un siglo.

por Alexis Jéldrez

¿Dónde va a encontrar el cineasta Pablo Berthelon una actriz esbelta, de 1 metro 80, hermosa, con maravillosos ojos color esmeralda?

No, definitivamente no va a ser fácil encontrar a alguien que represente a la cantante Rosita Serrano (que nació un 10 de junio, hace un siglo), la gran estrella de la Alemania del Tercer Reich.

Para qué le vamos a exigir que, además, cante de manera inigualable, ¡que silbe como los dioses! Que toque la guitarra como nadie, que la utilice como tambor, que golpee sólo las cuerdas en vez de rasguearlas…

¡Y que tenga su humor, su carisma, su charm!…

Se hace difícil la cosa.

“La impronta de la tía Rosita es única e irrepetible”, afirma la cantante Isabel Aldunate, sobrina de la célebre artista del vodevil. “Ella era una fuerza de la naturaleza, que improvisaba a cada instante: la vida, el canto, todo. Era como un pajarillo libre”.

Rosita Serrano era prima hermana del papá de Isabel.

Pablo Berthelon Aldunate es hijo de Isabel y sobrino nieto de Rosita Serrano, quien nació en Quilpué como María Esther Aldunate del Campo. En salas de cine-arte se exhibió su documental Rosita, la favorita del Tercer Reich, que paga en parte la enorme deuda que tiene Chile con “una estrella mundial; lo mejor que ha dado nuestro país”, en palabras de Valentín Trujillo.

Berthelon se ha propuesto ahora realizar una película de ficción centrada solamente en los años en que Rosita triunfó en la Alemania nazi (entre 1937 y 1943). Allá, durante muchas semanas, Rosita Serrano vendió más discos que las divas vigentes, la sueca Zarah Leander y la húngara Marika Rökk, todas extranjeras, todas sofisticadas, todas sensuales… A los nazis les encantaba en estas divas lo mismo que les reprochaban a las alemanas: que fumaran, que se maquillaran, que manejaran…

Después de perder inmensas fortunas en dos oportunidades, Rosita Serrano falleció en Santiago, en la pobreza más absoluta el 6 de abril de 1997. Muy poca gente llegó al crematorio. Entre ellas, sus amigas Isabel Velasco, Thamar Jaramillo y su sobrina Isabel Aldunate. Estas dos últimas se habían puesto de acuerdo para llevar una casetera con un par de sus canciones: Muñequita linda y My Prayer. En esos momentos, ingresó el líder nazi chileno Miguel Serrano con dos guardaespaldas gigantes tatuados y dijo: “Yo no conocí a Rosita Serrano, pero recuerdo cuando cantaba para el Reich”… Entonces, se adelantó Thamar Jaramillo y lo espetó en voz alta: “Señor Serrano, como dice muy bien, no conoció a Rosita Serrano, y lo que usted representa a ella le daba asco, así que me hace el favor de salir de aquí y dejarnos a los que sí la conocimos”.

Y Miguel Serrano se fue.

“No iba a ser un nazi el que se iba a quedar con las últimas palabras”, comenta hoy Thamar Jaramillo, gerente de Asuntos Públicos de la Cámara de Comercio de Santiago. “La Rosa no me lo habría perdonado nunca. Conociéndola, creo que le habría fascinado que fuera esto lo último que pasó en su entierro”.

Así era Rosita Serrano.

La duda acerca de su afinidad por el nazismo la ha perseguido. La propia cantante confesó en un proyecto de autobiografía que nos facilitó Carlos Puccio, nieto de Osvaldo Puccio Guzmán, agregado militar ante el Reich, y hermano del ex ministro Osvaldo Puccio: “Nunca me ha interesado la política; solamente mi música y los hombres bellos. Mi vida fue una hermosa historia; la viví con todo mi corazón. Fue maravillosa; pero no siempre, también existió mucho dolor. Mis canciones eran mi vida. Mi público era una inyección que me hacía ser graciosa”.

No es cierto que le hayan hecho la cruz porque era nazi, comenta Thamar. “De hecho, ella cantó en Estados Unidos después de la guerra con mucho éxito”.

La escritora Isabel Velasco (hermana de Belisario) afirma: “Ella les cantó a los soldados alemanes; no a Hitler”.

Efectivamente, como menciona el investigador Juan Dzazópulos, Rosita formó parte del programa de entretenimiento para las fuerzas armadas, Kraft durch Freude (“Fuerza a través de la alegría”). “Estaba contratada para cantarles a los soldados alemanes; ése era su trabajo”, comenta Carlos Puccio, un cineasta que también piensa hacer un documental sobre los años de Rosita en Alemania. “La llevaban en un tren (a cantar) a los teatros de los territorios ocupados; a Francia, a Holanda, a los Balcanes. Si te llevaban en esa, tú no estás para levantar el puño, tú haces el saludo nazi. Siempre cantó rodeada de banderas nazis. En los lockers de los soldados, la foto de Rosita estaba al lado de la del Führer”.

Cuando morían los soldados, les encontraban dos fotos, comenta Puccio: la del Führer y la de Rosita Serrano. Ella era la pin-up.

 

CATAPLÚN-CHINCHÍN: AL ÉXITO

 

Rosita Serrano - Roter Moh - Front

Tenía apenas 23 años cuando llega a Berlín en 1937 siguiendo a su madre, la gran soprano lírica Sofía del Campo. Debuta en el Wintergarten, el más grande music-hall y varieté de Alemania. “De pronto, cataplún-chinchín, comencé con un silbido; el público soltó una carcajada. Creo que fui la primera mujer que, no solamente en Alemania, sino que en el mundo entero, silbé en un escenario”, escribió Rosita. “Después canté el Ay, Ay, Ay, de Osmán Pérez Freire, la canción italiana Vieni, vieni, vieni; El Manisero y cuando pidieron repetición, La Paloma”. Este último fue su gran hit, que incluso ha sido utilizado en películas como La Casa de los Espíritus (1993) y El barco (Das Boot, 1981).

(Las versiones que hace Rosita Serrano de las canciones son inolvidables, como las de Caetano Veloso.)

“Esa noche soñé mucho, soñé que triunfaba en los escenarios, que era una gran actriz de cine. Dormí abrazada a mi Pochocha. Soñé con cosas que luego se hicieron realidad”, anotó Rosita.

Dicho y hecho: entre 1938 y 1942 grabó una veintena de discos y participó en media docena de películas. Dzazópulos menciona que llegó a cobrar mil marcos por cantar una noche en los grandes hoteles y cabarets de Europa, donde la presentaron como “El Ruiseñor Chileno”. Solamente para el sello Telefunken grabó más de cien temas. El compositor Michael Jary compuso especialmente para ella éxitos como Amapola roja (Roter Mohn).

 

AMORES A GRANEL

 

rosita_serrano_michael_jary_-_roter_mohnLe adjudicaron un romance con este compositor, pero ella lo desmintió en un documental alemán de 1989. “Durante la época del Reich, decían que yo había sido amante de Goering o de Goebbels, la verdad es que tenía un amante peruano, estudiante de medicina, más joven, y yo lo mantenía”, dijo una vez Rosita delante de Thamar.

Sí es cierto que compartió con Goebbels y Goering, lo que se muestra en el documental de Berthelon. Goebbels la consideraba “una mujer bellísima y un fenómeno vocal”. Goering la invitó a cenar con servicios de oro y de plata y le mostró, en el zócalo, a su difunta esposa embalsamada, relata Puccio.

También le atribuyeron ser amante de Rommel y de Hitler, confesó ella misma riendo.

En 1943, el régimen nazi, tras enterarse de que Rosita Serrano había cantado en Suecia en un recital en beneficio de niños refugiados judíos, bloqueó sus bienes y decretó la requisición de sus discos y registros radiales. Carlos Puccio tiene la orden de arresto, que dice: “En el caso de Rosita Serano (sic), ella no pudo ser detenida. La artista se encuentra en Suecia. En el caso de que vuelva al territorio del Reich, deberá ser procesada, ya que ha sido acusada de espionaje”.

Perdió todas sus posesiones (por primera vez) y se quedó en Suecia, donde contó con la protección del rey Gustavo V (con quien también se le adjudica un romance, pese a que tenía 85 años). “Eran íntimos. El rey habitualmente las iba a visitar porque le encantaba la sopa de cebolla de la tía Sofía (del Campo)”, afirma Isabel Aldunate, que compartió dormitorio mucho tiempo con Rosita. “Su guitarra estaba firmada por el rey de Suecia”.

Después, residió una larga temporada en Grecia (donde se insinuó un affair con el Primer Ministro Georgios Papandreu) y, en 1946, fue contratada por seis meses en Suiza.

Éste es un período estable: tiene 32 años, terminó la guerra, le va bien; es regia, hermosa, canta lindo…

Al año siguiente, mientras realizaba una gira por Egipto, conoció a Jean Aghion, el buenmozo hijo del “Rey del Algodón” y dueño de una gran fábrica de cristales. Pertenecía a una respetada familia judía sefardí. Al poco tiempo se casaron y se establecieron en Alejandría. A Thamar Jaramillo le contó en una carta: “Lo encontré en Alejandría y me siguió con su hijo y nurse a Beirut, Grecia, Estambul, durante casi un año. Yo en gira cantando. Hasta que caí rendida en sus brazos (parece bolero), pero Jean era sabio. En quince años de matrimonio, no tuvimos ningún disgusto”.

 

USÓ TRES HABITACIONES DEL CRILLÓN

 

rositaSerranoXDespués de casi veinte años de ausencia, regresó a Chile en 1948 como una verdadera estrella. Venía acompañada de su esposo, hijastro y secretaria privada, además de seis perros. Se alojó en tres habitaciones del Hotel Crillón (en Agustinas con Ahumada). Estaba contratada para un mes de actuaciones en la Radio Sociedad Nacional de Agricultura y un recital en el Teatro Municipal por la suma de 10 mil dólares, más los pasajes desde Suecia. “Traía tenidas como para vestirse durante seis meses sin repetirse”, comentó la prensa.

En 1949 grabó en español para la RCA Víctor las cuatro canciones de la película La Cenicienta, de Walt Disney. En los años siguientes, se presentó en los centros nocturnos de moda de las ciudades más importantes de Estados Unidos: Nueva York, Los Angeles, San Francisco, Boston, Miami. “En los años 50, ganaba 10 mil dólares a la semana por cantar en el Pierre, el lugar más elegante de Nueva York”, cuenta Thamar.

Un crítico estadounidense comentó que Rosita tenía más chispa que Carmen Miranda y el look de Heddy Lamarr. Ed Sullivan dijo que silbaba mejor que Bing Crosby.

(El comentario sobre Carmen Miranda es exagerado: Rosita amenaza con la sensualidad, pero no la explota; siempre sigue siendo una dama.)

La vida parecía sonreírle una vez más a Rosita, pero la fortuna le tenía preparada otra mala sorpresa. Se encontraban con su marido en París en 1952 (ella tenía 38 años), cuando Gamal Abdel Nasser derrocó al rey Faruk en Egipto, y confiscó todos los bienes de Jean Aghion. Varios años después, dejaron salir a Aghion, quien se dirigió a Italia, donde perdió otra fortuna en los casinos.

Se establecieron en Chile. Rosita se compró “la casa de sus sueños” en Príncipe de Gales 6141 (allí está hoy el Colegio W.A. Mozart), frente al Grange, adonde asistía su hijastro. “La compró a nombre de su marido. Cuando Jean Aghion falleció, en 1962, Rosita heredó la mitad. La otra mitad la heredó Jean-Pierre”, cuenta Isabel Velasco. “Después, Rosita se fue a Alemania, siguió con sus glorias a medias, cada vez menos, la pobre, y cuando quiso volver a su casa, Jean-Pierre (que murió joven) había vendido su mitad a unos parientes de la Rosita”.

Ella no quería que vendieran la casa y le dieran la mitad. Quería vivir en su casa. “Esa fue una lucha que dio cuerpo a cuerpo”. Y perdió. “Cuando yo la conocí, en el año 73, estaba en eso. Se tomó la casa con el diplomático Manuel Bianchi Gundián, pero el jardín no más. No podían entrar. Era una toma bien así de salón, pues, ¿no?, usted comprende. Y no la recuperó nunca, nunca, nunca”, dice Isabel Velasco.

Fue una pena que se anidó en su corazón, al que llegó un nuevo amor, Will Williams, un famoso dibujante de posters en Hollywood. A él se deben los carteles de Quo Vadis y El Manto Sagrado. Williams vino a Santiago y se quedó largo tiempo. Hacía retratos y caricaturas. La pareja tenía continuas peleas. Will solía decir: “Vivir con Rosita Serrano es como vivir en un campo minado, y siempre pisar la mina”.

Pero Will era un hombre viejo también, señala Isabel Velasco. “Cuando Rosita murió, él se había ido, pero volvió y”… (se le quiebra la voz a la escritora). “¡Es tan amiga mía, que me da pena recordar estas cosas!”.

Thamar Jaramillo también lo perdonó ahí mismo: “La Rosa estaba vieja (tenía 82 años), sola en un hospital público, y Will llegó de Estados Unidos, y yo le dije: ‘El hecho de que hayas venido a verla hace que olvide todos los malos ratos que hemos tenido’. Y él me contestó: ‘Ella hizo mucho por mí’”.

Hasta días antes de su muerte Rosita hablaba de lo maravilloso que era su Will, recuerda Isabel Aldunate.

Todos lamentan el olvido en que Chile dejó a Rosita. Isabel Aldunate presentó una solicitud para una pensión de gracia, y se demoraron tanto, que cuando la llamaron para decirle que estaba lista, “El Ruiseñor Chileno” había fallecido hace tres meses.

 

 

rositaserrano

 

 

 

 

rosita_serrano_1939¡Cómo canta esa mujer!

El documental de Pablo Berthelon, que está disponible en DVD, muestra maravillosamente la curiosa manera de cantar de Rosita, llena de originalidad y de improvisación: todo lo intervenía. De repente se cambia a la segunda voz, altera los ritmos. Hace subidas cromáticas. Cambia las letras: “Más te quisiera, rotito chilenito; y todas las noches lo paso, esperándote en mi ranchito”.

El gran músico Vicente Bianchi (94 años) iba a grabar con ella, pero se arrepintió: “Me corrí como pude, porque era muy difícil acompañarla. Una persona que cambia el ritmo o (hace) cosas especiales. Fregado, fregado. A veces se sale del ritmo, o hace otras cosas. Esa era la gracia que tenía, pues, también”.

Bianchi reconoce que ella tenía muy buen timbre.

El célebre pianista alemán Peter Kreuder, que la acompañó tantas veces, escribió en su autobiografía: “A Rosita todo le salía sin esfuerzo; jugaba con sus cuerdas vocales como lo hace un gitano con su violín”.

“Esta forma de cantar responde a su manera de ser”, comenta su sobrina Isabel Aldunate. “En la vida diaria, ella era también una mujer de gritos, risas exageradas, bromas, y todo eso mezclado con su elegancia innata”.

Tanto Isabel Aldunate como Thamar Jaramillo se han comprado sus discos en Alemania, donde aún la veneran.

Thamar explica en una frase su decadencia de los últimos años: “Lo que pasó fue que el estilo de canto de la Rosa pasó de moda. Ella tenía una voz frágil, fumaba mucho y perdió la voz. No cuidó la plata, no cuidó la voz”.

 

Sitios Web

Rosita cantando en el Wintergarten:

http://youtu.be/0qv0pI32XxE

Rosita cantando “Soñar es deseado”, de la película “La Cenicienta”, de Walt Disney:

http://youtu.be/jIXvqjUXph8

Semblanza de Rosita Serrano por Juan Dzazópulos Elgueta:

http://www.operasiempre.es/2010/06/rosita-serrano-el-ruisenor-chileno/

La página de Will Williams, pintor de la Corte de Hollywood (su dibujo de Rosita Serrano aparece en Hollywood Star Portraits, junto a Marlene Dietrich y Marilyn Monroe):

http://will-williams.com/

Interesante página que cuenta la relación de Will Williams con Rosita Serrano:

http://www.hollywoodposters.net/willwill.htm

Biografía de Rosita Serrano por David Ponce:

http://www.fundacionjoseguillermocarrillo.com/sitio/muspopular_rosita_serrano.php

 

 

Entrevista al creador de los papelitos amarillos

octubre 31st, 2011

Una noche de Halloween hace veinte años, yo estaba en Minneapolis-St. Paul (las ciudades gemelas), en Minnesota (Estados Unidos).  Preparándome para entrevistar a Art Fry, el inventor de los «papelitos amarillos» en 3M. Salí a recorrer el Skyway: como hace tanto frío, en esta ciudad unieron las principales manzanas del Centro por arriba, de modo que uno puede circular libremente sin salir a la calle. Los niños disfrazados andaban felices pidiendo trick or treat.

Yo era el Jefe de Redacción de la revista «Siglo XXI – Ciencia y Tecnología» de «El Mercurio». Me había ganado la Beca Microsoft, un concurso para periodistas tecnológicos que había organizado Instrumentos para la Inteligencia, la empresa que representaba a Microsoft en Chile en ese momento. En el jurado estaban Jorge Andrés Richards y Silvia Pellegrini, directora de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica en ese tiempo.

El premio consistía en un viaje a Las Vegas, a la feria Comdex, y después a la sede de Microsoft, en Seattle.

Me acompañó el gerente general de Instrumentos para la Inteligencia, Arturo Alba García.

Fue mi primera Comdex; después, cubriría otras cuatro más en Las Vegas.

No era mi primer viaje a Estados Unidos. Seis meses antes había ido a Chicago, a cubrir el Consumer Electronics Show (CES), de verano, donde Commodore y Philips se enfrentaban por el mercado de los CDs interactivos: era el CDTV vs. CD-i.

En la Comdex de octubre de 1991, descubrí que la pelea entre Commodore y Philips no tenía sentido. Una de las sensaciones era «Multimedios»: la importancia del uso de los CD-ROMs en los computadores. «Me parece que los avances hechos para usar multimedios en el PC dejarán obsoletos a aparatos como el nuevo CD-i, de Philips, o el anterior CDTV, de Commodore. ¿Qué sentido tiene poseer un equipo que sólo muestra multimedios si un PC puede hacer lo mismo?» En «El Mercurio», me retaron por este párrafo. Los de Commodore eran grandes avisadores del diario y llegaron a reclamar que yo no podía descartar el futuro de uno de sus productos. La Editora de Suplementos me llamó a su oficina y me dijo que nosotros no podíamos andar anunciando lo que ocurriría… Sólo teníamos que mostrar lo que pasaba.

El viaje fue tremendamente productivo para la revista «Siglo XXI». Despaché varias notas sobre la Comdex, otras sobre Microsoft (entrevisté a Nathan Mhyrvold, su gerente de Tecnología); en Seattle, hice un reportaje sobre la Boeing…

Y paseamos por Seattle con Arturo Alba García en un Ford Malibu que arrendamos. Lo hice recorrer toda la ciudad hasta que encontramos la tumba de Jimi Hendrix (le dejé un cigarrillo Advance corto). En un supermercado, descubrí a uno de mis amores: la batería electrónica Yamaha DD-6. Hasta el día de hoy la tengo y me acompaña en mis grabaciones. Me costó 100 dólares. No importa que la tenga abandonada un par de años; la prendo y funciona.

Las relacionadoras públicas de 3M en Chile (María Elena Undurraga y María Teresa Correa) me programaron este viaje a St. Paul para entrevistar a Art Fry. El hotel en el que me alojaron era tan maravilloso, que me costó encontrar el baño…

En el mismo cuarto de hotel recibí a Art Fry. Como las personas realmente grandes, era simple y encantador. (Yo ya había aprendido esto cuando entrevisté a Miguel Torres en marzo de 1990: las personas realmente grandes son simples y encantadoras.) Recordaba remotamente al Caballero Blanco de Alicia A Través del Espejo, ése que inventaba trampas para ratones.

Art Fry no descansó hasta que me llevó a probar la mejor hamburguesa de St. Paul en su Nissan Sentra con una patente que decía «POST IT». «Mi jefe siempre me dice que debería cambiar de auto», me confesó.

Era una hamburguesa muy buena. Como para no volver nunca al McDonald’s.

El día anterior yo había estado en las oficinas de 3M, con el gerente de Márketing, quien estaba muy molesto porque usamos la palabra «scotch» como genérico para los papeles adhesivos. Nunca quisieron confesar cuánta plata había ganado 3M con los papelitos amarillos.

Cuando se despidió de mí, Art Fry me dijo: «Ahora voy a mi barrio a convertirme en héroe. Voy a limpiar la nieve».

Esta nota sobre Art Fry fue publicada el 6 de diciembre de 1991.

 

3M, Art Fry: Módulos Creativos

octubre 31st, 2011

EN 3M funcionan como un montón de pequeñas compañías agrupadas.

Cada una de las 45 divisiones se comporta como una empresa aparte: tiene su propio gerente general; sus ganancias y pérdidas. Una división puede crecer, o morir.

Art Fry piensa que esta estructura es funda­mental para una empresa que está interesada en manejar bien el cambio, y que desee crecer, «y 3M tiene mas tecnologías que cualquier otra empresa en el mundo».

Resulta:

—Cuando entré, 3M era una compañía de 250 millones de dólares. Cuando llegamos a los mil millones de dólares, pensé «bueno, eso sería todo». Cuando llegamos a los 10 mil millones de dólares, pensé «¿cómo lo haremos para seguir?». Vamos en los 13 mil millones de dólares…

Las ventas de 1990 de la Minnesota Mining and Manufacturing Company (nombre legal de 3M; lo usaba hace 80 años cuando sólo fabricaba lija) fueron 13.021.000.000 de dólares. El 6,6% lo destinan a Investigación y Desarrollo, donde trabajan casi 8.000 científicos (son unos $310.000.000.000.)

Cuenta con 90 mil empleados repartidos en 56 países.

—Y porque somos pequeñas unidades individuales agrupadas, pienso que seguiremos creciendo y manejando la diversidad, porque es el mismo principio con el que funciona la economía de libre mercado. La gente ve una oportunidad y la aprovecha. El problema de una econo­mía dirigida, como la soviética, es que simplemente ellos no pueden manejar todos los detalles.

En una administración dirigida —dice Fry—, la información viene de arriba y los de abajo obede­cen las instrucciones. En la funcional, las ins­trucciones circulan hacia arriba y hacia abajo. Y la tarea de la administración es facilitar las cosas.

Piensa que para 3M ha resultado provechoso trabajar en la frontera del conocimiento; tratando de aprehender lo nuevo. «Los de Investigación tra­bajan en esas áreas, y luego las personas de Desarrollo toman esta información y construyen aplicaciones comer­ciales para ellas.»

Este es el inventor de los papelitos amarillos

octubre 31st, 2011

Art Fry me contó que el color amarillo fue pura casualidad. "La gente cree que fue producto de una cuidadosa elección, pero la verdad es que estaba por ahí".

El inventor de los papelitos amarillos, Art Fry, lleva 38 años trabajando en 3M.  No piensa jubilar. Aún desarrolla nuevas tecnologías. Dice que el futuro nos depara un 20% de sorpresas.

EN 3M, el 25% de los productos que tienen en el mercado deben ser nuevos.

No es chiste, porque 3M fabrica ¡65.000 productos!

Los nuevos deben tener máximo cinco años de antigüedad.

Ahí, Art Fry (60, ingeniero químico, casado, 3 hijos, 3 nietos) desa­rrolló los papelitos amarillos engoma­dos, los Post-it Notes, alguna vez consi­derados uno de los 25 productos más útiles de los últimos 25 años.

Cuenta que otro químico de la empresa intentaba lograr adhesivos muy fuertes, muy pegajosos. Por error, le apareció un adhesivo de bajo poder. No se le ocurría qué hacer con él.

—Era muy interesante… —co­menta Art Fry—. El pensó que quizás era un error, y lo intentó de nuevo, y logró exactamente lo mismo. Y en ciencia cuando uno puede repetir algo, es muy interesante.

Tenía características especiales. Muchos de los adhesivos de bajo poder con el paso del tiempo se van poniendo cargantes de pegajosos: cuando uno los saca, destrozan el papel o se quedan ahí pegados para siempre.

Este no. Llegaba a un cierto nivel de «pegajosidad», y después permanecía ahí, inmutable. Por mucho tiempo.

Notable. «Pero en ese momento, na­die sabía exactamente qué hacer con él.»

—Una característica de 3M es que no botamos una idea simplemente porque no calza con lo que estamos haciendo: la diseminamos a través de una serie de mecanis­mos, para transferir el conocimiento por las divisiones.

COMO LA DEMOCRACIA

Art Fry tenía un problema: canta­ba en el coro de una iglesia, y marcaba dónde iba en el misal con un papelito. Y, claro, el papelito se le caía, y se le perdía dónde iba, y le tocaba su turno y estaba perdido. Entonces, Art pensó:

«Me pregunto si yo podría hacer un marcador de libros con este adhesivo de bajo poder, que se pegara suavemente a la página y no se cayera, pero que no rompiera el libro. ¿Cómo funcionará este adhesivo sobre papel?»

Era perfecto. «Y nosotros tenemos esa posibilidad de trabajar 15% del tiempo haciendo lo que nos dé la gana. Además, nos proporcionan un presupuesto ¡Porque qué pasa si tienes buenas ideas y no te dan las facilidades!…»

Le incorporó un fijador, se lo mostró a su jefe, y éste le comentó:

—Art, no es sólo un marcador. Es un papel autoadhesivo. Es una nueva manera de comunicarse.

Fry hizo un montón de muestras y las repartió. Después de 10 hojas, to­dos estaban adictos a los papelitos.

Trabajó nueve meses descubriendo una forma de recubrir los adhesivos.

-Hay revestimiento a ambos lados. El que va arriba es muy sofisticado, porque acepta escritura de todo tipo de lápices, pero no se pega demasiado al adhesivo de la hoja que va encima. Muy intrincado.

Entonces, fue a la administración y pidió gente con tiempo y habilida­des que él no tenía. «Esta es una empresa muy abierta. Cualquiera puede pedirle ayuda a cualquiera.»

—Si yo tengo un sueño o una idea que me excita y creo que tiene mucho potencial, pero requiere habilidades que no tengo, puedo pedir ayuda. Esto es algo muy fuerte. ¡Así funciona la democracia! El Gobierno no te dice «tienes que trabajar en esto». Las personas descubren en qué trabajar. Lo desarrollan y tienen éxito.

UNA ARENGA

Diseñaron un proyecto. Había muchos problemas que resolver. Co­sas que nadie había hecho antes. En 1977, ofrecieron los Post-it en cuatro ciudades. Fue un desastre. Estuvieron a punto de matar el proyecto. No se vendían.

Art Fry acudió donde los dos máximos ejecutivos de su división y los arengó:

—No maten el producto hasta que les  pregunten a las personas que los están usando.  Porque hay personas que los están usando y ellas nos dicen cuánto les gusta. No escuchen sólo a los que les dicen que no pueden venderlo. Ese es un problema diferente, un problema que tiene que ser solucionado -emocionado, suplicante-. Por favor, antes de que lo maten, vayan a las personas que los están usando y pregúntenles. Si les gusta,  encontraremos una manera de venderlo. Si no les gusta, mátenlo.

Motivados por tal plática, los altos ejecutivos partieron ellos mismos a vender los papelitos a una quinta ciudad. Ahora, distribuyeron folletos con muestras gratis. Diez hojitas hicieron el milagro: las ventas se fueron así para arriba.

En 1980, comenzaron a venderlo en todo EE.UU. y Canadá. En 1981, al mundo.

POR DIVERSION

-¿Qué está haciendo ahora?

-Estoy todavía desarrollando nuevos productos, nuevas tecnologías.

Cree que el futuro contiene alrededor de 80% de prolongaciones de lo que conocemos y 20% de sorpresas.

-¿Trabaja con mucha libertad?

-Hago lo que quiero.

-¿El 100% del tiempo?

-Sí.

-¿Pero le encargan proyectos especiales?

-A veces me piden, como ahora que me pidieron que conversara con usted.

-¿Cómo evitan que la gente llegue a cargos administrativos en los que son inútiles?

–Tenemos una progresión con una escala dual. Uno puede ascender por el lado administrativo o por el lado técnico. Por el lado administrativo, uno tiene responsabilidades de gente y de presupuesto. En el lado técnico, uno tiene cada vez más responsabi­lidades técnicas.

Fry ostenta el cargo de Científico de la Corporación. «Tengo responsabi­lidades técnicas no sólo por mí mismo, sino que también tengo que asegurar que la empresa está caminando en las direcciones técnicas correctas.»

No piensa jubilar.

—Aún me estoy divirtiendo.

Desde St. Paul, Alexis Jéldrez

Art Fry es Corporate Scientist de 3M. Desde 1984 pertenece a la Carlton Society, máxima distinción dentro de la compañía.

NOTA:

Art Fry no se cree la muerte. Es simpático. La patente de su Nissan Sentra dice «POST IT». En St. Paul, es una celebridad local.

OTRA NOTA:

La 3M es importante en St. Paul, y en EE.UU. es la empresa número 17 por sus utilidades: 1.308.000.000 de dólares en 1990. Dedica una enorme cantidad a Investigación y Desarrollo. Le gustan las cosas «que a otra gente le resultaría difícil fabricar: si es fácil, 3M no se interesa».

RESUMEN

Art Fry, científico de 3M, cuenta cómo inventó los papelitos amarillos engomados, Post-it Notes. De pasada, muestra técnicas que usa esta empresa para mantenerse en la frontera del conocimiento. Piensa que tiene que ver con la democracia y la economía de libre mercado dentro de la compañía.

Apple antes del Macintosh

octubre 10th, 2011

¿Qué hacían en Apple antes del Macintosh? En 1984 publiqué en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio» este artículo de una página y media sobre Steve Jobs. Por esos tiempos, nuestras oficinas todavía estaban en Morandé con Compañía, al lado del Conservatorio, muy cerca del Café Do Brasil…

No era fácil conseguir la información, sin Internet ni mail. Y, peor que eso, sin que a nadie le importara quién podría ser Steve Jobs o Apple, for that matter.

Quien más me ayudó fue la empresaria Rosa Melnick. Ella tenía una empresa en Agustinas, muy cerca (se llamaba Teorema), que traía productos Apple.

Mucho tiempo después, me encontré con Rosa Melnick en el Parque Arauco mostrando consolas Sega Genesis. Al final, ella acompañó a Salo hasta sus últimos minutos.

Probablemente, es la primera crónica escrita sobre Steve Jobs o Apple en Chile. También es el primer artículo que yo escribí sobre tecnología.

Nunca dejaba de consultar en los años 80 la valiosa Biblioteca del Instituto Chileno-Norteamericano, donde tenían microfilmes del New York Times y una interesantísima publicación bibliográfica que se llamaba «Current Digest». En esa biblioteca, María Teresa Herreros me mostró el primer CD-ROM. (En la época en que había dos modelos distintos; el otro era CD-WORM.)

Yo creo que muchos no se imaginan a Apple sin el Macintosh. (Muchos no se la imaginarán sin el iPhone.)

La diagramación estuvo a cargo de mi gran amigo Tomás Castillo Watson.

¡Ah! La joya de la foto es mi Macintosh 512K, sin disco duro, fabricado íntegramente en Estados Unidos. Uno podía estar infinitamente metiendo diskettes y sacando diskettes para conseguir hacer algo…

Un Mordisco Millonario

octubre 10th, 2011

Después de vender su liebre Volkswagen hace ocho años, Steve Jobs, 29, se instaló en el garaje de su casa a fabricar computadores. Le fue bien; en 1983 su empresa vendió casi 1.000 millones de dólares…

PARA los norteamericanos es un héroe, un símbolo, un ejemplo digno de imitar. Steve Jobs, 29, comenzó fabricando computadores pequeños en el garaje de su casa hace ocho años y hoy tie­ne una fortuna de más de 400 millones de dólares. Es la prueba palpable, para ellos, de que todos los ciudadanos pueden llegar a ser millonarios. De que existe igualdad de oportunidades en Estados Unidos.

Hijo adoptivo de una familia californiana de clase media, su primer trabajo lo conseguiría respondiendo a un aviso en el diario que decía: «Diviértase y gane dinero.» Ideal. Se convirtió en el cuadragésimo empleado de Atari. Tenía 18 años y sus estudios se reducían a un semestre en la universidad. Esta empresa era muy especial: las reuniones de comité creativo se hacían con marihuana. . .

Jobs estaba feliz en su trabajo, pero nunca tanto como para no sentir la imperiosa necesidad de partir de allí —con su sueldo en el bolsillo, pelado al cero y con su mochila— hacia la India, en busca de tranquilidad espiritual. No le llegó la iluminación, así que, al cabo de un año, regresó a los Estados Unidos a buscar, sin éxito, a sus verdaderos padres. Luego, se dedicó a la terapia primordial y, por último, a la vida comunitaria.

Finalmente, con su amigo y compin­che Stephen Wozniak, cinco años mayor que él, se dedica a fabricar y vender «cajas azules», aparatos electrónicos ilegales que permiten hacer llamadas telefónicas de larga distancia gratis.

Pero Wozniak era un pequeño «mago» de la computación y lo que realmente le interesaba era llegar a construir un pequeño computador fácil de usar. Para es­to, ingresan los dos a un club de «computófilos»: el sueño de Wozniak era que sus amigos le llegaran a preguntar: «¿Y tú hiciste todo eso con tan pocos circuitos integrados?»

NACE UN COMPUTADOR

Lo bueno que tiene este par de ami­gos es que se complementan perfectamente —como el gordo y el flaco—, porque Wozniak tenía el genio computacional y Jobs, una visión comercial que ya hubiera querido para sí Gordon Getty. Lo que nin­guno de los dos tenía era dinero.

Hasta que un buen día Wozniak lo­gró construir su pequeño computador con piezas que Jobs había sacado de Atari, y otras que él mismo consiguió en la Hew­lett-Packard, donde trabajaba como ingeniero. Jobs tenía 21 años.

Mientras Wozniak observa la magní­fica máquina que acaba de crear —tal como Miguel Angel miró a su David recién terminado—, Jobs divaga en las múltiples posibilidades comerciales del nuevo «producto».

Cuando sus amigos del club de computación ven la nueva máquina, todos quieren tener una.

Afirma Wozniak: «Después que diseñé el computador que posteriormente llamaría­mos «Apple I», Jobs me dijo: «Mucha gente quiere construir estos aparatos. ¿Por qué no fabricamos y vendemos un tablero de com­putador personal para ellos?»»

«Hicimos algunos cálculos y llegamos a la conclusión de que no recuperaríamos nuestro dinero. Costaría alrededor de mil dólares diseñar un tablero de computador personal y fabricar algunos. Era poco pro­bable que pudiéramos vender tantos en el club. Pensé que perderíamos todo nuestro dinero, y Jobs dijo: «Sí, perderemos todo, pero tendremos una empresa por única vez en nuestras vidas.» Y yo pensé que eso es­taba bien.»

Para satisfacer la demanda, Jobs tuvo que vender su liebre Volkswagen, y Woz­niak su calculadora científica 65 Hewlett-Packard. Con los 1.300 dólares que reco­lectan, contratan a un amigo para que ha­ga el diseño de un tablero de circuitos im­presos que reduzca la línea de montaje de sesenta horas a seis.

Al momento de patentar un nombre para el computador, no se les ocurría nada. Horas y horas estuvieron pensando… Al fi­nal, Jobs, sacando un mordisco de la man­zana que estaba comiendo, dijo: «Si a nadie se le ocurre un nombre mejor antes de las cinco de la tarde, le pondremos «Apple».»

Se instalaron en el garaje y en un dor­mitorio de la casa de los padres —los adoptivos— de Jobs.

Recuerda:

«Uno podía conectar las piezas a este tablero de circuitos y soldarlas, ¡y funcio­naba!… De manera que lo que íbamos a hacer era fabricar y vender tableros de cir­cuitos vacíos a nuestros amigos. Esperába­mos vender unos cien tableros. Los podía­mos confeccionar con un costo de 25 dóla­res. Pensábamos que si los vendíamos en cincuenta dólares, podríamos sacar una ga­nancia de 2.500 dólares y recuperar nuestros gastos.»

SOLO CON EL MEJOR PUBLICISTA

Pero no tenían dinero para hacer los tableros, de modo que deciden recaudar el efectivo antes. En eso estaba Jobs cuando un negocio de computadores le hizo un pedido de cincuenta tableros. Sus ojitos brillaron con signos de dólares y tuvo una visión de múltiples líneas de montaje pro­duciendo un computador cada siete segundos…

El único problema estaba en que este negocio les exigía tableros completamente ensamblados, para lo cual requerían pie­zas que costaban miles de dólares. Enton­ces Jobs sacó a relucir su mejor arma: un poder de convicción brillante. «Fui a tres distribuidores locales de repuestos electró­nicos y, lleno de loco entusiasmo, los convencí», es lo que mejor sabe hacer, «de que nos vendieran alrededor de 25 mil dólares en repuestos, a treinta días plazo. No teníamos capital. Nada. Y ellos se jugaron por nosotros…»

 «Construimos cien computadores. Entregamos los cincuenta que nos habían pe­dido en el negocio, y devolvimos el dinero que adeudábamos en 29 días. Nunca volvi­mos a tener problemas de caja.»

Enseguida, intentó conseguir al mejor publicista de la región, Regis McKenna. «No podíamos pagarle a ninguno, de modo que preferimos no pagarle al mejor.» McKenna rechaza dos veces a Steve. A la tercera, Jobs le dice: «Regis, no tengo di­nero para pagarle. Quiero que usted haga nuestra publicidad. Seremos una empresa de computadores con un éxito increíble. Créa­me. Sólo créame. Le pagaré en un año.» El lo miró a los ojos y dijo: «Oquei.» Algo vio en los ojos de Steve: la determinación, la decisión de ser el mejor.

Su primer trabajo fue diseñar el lo­gotipo de Apple, una manzana con un mordisco (en un comienzo incluía también a Newton en su pose favorita: debajo de un manzano).

LLEGA EL DINERO

McKenna le sugirió que se entrevistara con un inversionista dedicado a financiar empresas nuevas, Don Valentine, con el fin de solucionar de una vez y para siempre los problemas de capital. Valen­tine fue a revisar el nuevo computador y encontró a Jobs —que evidentemente no lo esperaba ese día— con sandalias, bluyines recortados, el pelo hasta los hom­bros y barba a lo Ho Chi Minh. Posteriormente, de regreso en su oficina, Valentine llamaría a McKenna para preguntarle: «¿Por qué me mandaste a hablar con este renegado de la raza humana?»

A pesar de este incidente, recomendó la empresa a A.C. «Mike» Markkula, ex gerente de mercadeo de una fábrica de circuitos in­tegrados. Markkula ofreció su experiencia y 250 mil dólares. Jobs y Wozniak empe­zaron a llamarlo socio al tiro. Markkula se consiguió una línea de crédito con el Bank of America, y convenció a dos empresas fi­nancieras para que invirtieran en Apple.

La nueva empresa estaba lista. Lle­garía a ser una de las más grandes de Es­tados Unidos.

Desde un comienzo la pequeña com­pañía lo hizo todo bien: diseñaron un mo­delo elegante y bonito. Jobs exigió que se usara plástico claro y atractivo en vez de metal. Escribieron manuales concisos y sencillos que harían que las máquinas fueran fáciles de usar. Este modelo (el Apple II) ha vendido dos millones de unidades hasta hoy…

Se dice que Apple es la firma de más rápido crecimiento en la historia es­tadounidense. Sus ventas subieron de 2,7 millones de dólares en 1977 a 982 millones en 1983.

Paralelamente crecía la fortuna de Jobs (Wozniak se retiró un par de años para organizar festivales de música rock). Como le gusta contarlo a él mismo: «A los 23 años mi fortuna era un millón de dólares. A los 24, diez millones. A los 25, cien millones.»  Hoy, a los 29 —y todavía soltero—, se calcula su fortuna en 427 millones de dólares.

Así se formó la fortuna de Steve Jobs, una de las más sorprendentes, rápidas y abul­tadas de nuestro tiempo.


				

Acá está El Rey del Rock

octubre 5th, 2011

Elvis, ídolo de los coléricosAgosto de 1987. Falta una semana para que se cumplan 10 años de la muerte de Elvis Presley. En la «Revista del Domingo» de «El Mercurio» propongo celebrarlo con una crónica en portada y centrales.

En una época sin Internet y sin las facilidades de comunicación actuales, una fuente básica de la información que conseguí fue una maravillosa colección de la revista «Ecran» que la «Revista del Domingo» había adquirido. Estaban todos los números de los años 50 y 60 magníficamente empastados.

De allí surgió la referencia a Camilo Fernández, el gran productor musical de la Nueva Ola (Q.E.P.D.). En 1957, él se había manifestado crítico de Elvis, favorable a Pat Boone. Yo creo que su punto de vista era compartido por muchos en ese momento.

Le dolió la publicación a Camilo Fernández. Envió una larga nota justificando su posición. Se publicó el 13 de septiembre de 1987: «La reacción fue violenta, y los juicios, apresurados», confiesa. «La irrupción de Presley fue una bomba en el centro de nuestra burbuja cultural. Convirtió el canto en un grosero atentado sexual».

El diseño de la crónica es de mi gran amigo Carlitos Olavarría (Q.E.P.D.), a quien le dedicó esta republicación.

Nada me gustaba más que escribir historias de rock en la «Revista del Domingo»: unía dos de mis grandes pasiones: la historia y la música, y, dentro de la música, el rock. En este mismo volumen empastado de la «Revista del Domingo», también hay una crónica sobre los Doors, sobre Maurice Ravel, sobre el compositor chileno Andrés Alcalde (compañero mío en el Conservatorio), sobre Gershwin y sobre el músico brasileño Heitor Villalobos. Ya las irán viendo…

Todas ellas fueron acompañadas por programas en la radio. ¡Ah, no! ¡Si yo era muy multimedios en los años 80! Siempre llamaba a una radio y les pedía que hicieran un programa. Este, de Elvis, fue en la Radio Infinita, 100.1 FM Stereo, a las 19 horas, el domingo 9 de agosto de 1987.

Debo agradecer el aliciente que me dieron Verónica Núñez y Marco Peña, del programa «Días Felices», de Radio Agricultura, para digitalizar este material y publicarlo. Era una cosa que siempre había tenido pendiente, pero nunca atinaba.

El programa «Días Felices» va todos los domingos de 11 a 13 horas en Radio Agricultura 92.1 FM.

Elvis Presley: Idolo de los coléricos

octubre 4th, 2011

Rebeldía con clase
REBELDÍA CON CLASE: El grito es «lo joven es hermoso». A pesar de su apariencia, era humilde y cortés.

 

No sólo James Dean atrajo seguidores en la época de las casacas negras y las motonetas. Elvis Presley los hizo bailar. El próximo domingo se cumplen diez años de su muerte.

CON sus pantalones negros ceñidos, su vis­tosa camisa con cuello levantado, su largo pelo y sus patillas, el Rey enfrenta a la multitud.

—Me gusta comenzar mis conciertos con el himno nacional —dice por el mi­crófono con su inglés arrastrado y de vaga pronunciación—. ¿Se pondrían to­dos de pie, por favor?

Y las 15 mil personas, que copan el estadio de Seattle, se levantan.

Elvis toma la guitarra, se retuerce una vez más, toma aliento, y estalla en un violento rocanrol: «You ain’t nothing but a hound dog. . . (No eres más que un sabueso).»

La multitud, sorprendida, enloque­ce. El público de las galerías se mueve hacia arriba y hacia abajo, como una gi­gantesca estrella de mar. Ni siquiera se escucha la voz de Elvis. Ocurre en 1957.

La irreverencia será uno de los dis­tintivos de Elvis Presley, El Rey, el in­comparable, el sin par ídolo de la mú­sica popular, fallecido hace diez años.

Pero Elvis era algo más que un cantan­te. Fue un símbolo de rebelión. Un grito de lucha. Newsweek lo llama «el niño que abrió la brecha generacional». El creador de una música que los jóvenes pueden lla­mar suya, ya no de sus padres.

Eclipsa así a esas estrellas de cine y vocalistas de centros nocturnos que rei­naban en el mundo de la canción. A Frank Sinatra y Bing Crosby.

En Latinoamérica, relega a lugares secundarios a chilenos como Antonio Prieto y Lucho Gatica. Y empequeñece los triunfos de Miguel Aceves Mejías, con La cama de piedra, y Libertad Lamarque, con Fumando espero.

Todo comienza en enero de 1956 con estos sones: «Well, since my baby left me,/ found a new place to dwell/ down at the end of Lonely Street/ at Heartbreak Hotel.» («Desde que mi chica me dejó,/ encontré un nuevo lugar para vivir/ al final de la Calle Solitaria/ en el  Hotel Nostálgico.»)

Elvis tiene 21 años; su rudo y sagaz empresario, el Coronel Tom Parker, le consigue un fabuloso contrato con la RCA, que edita Hotel Nostálgico, y ven­de un millón de discos en un suspiro.

SALIR DEL MONTON

Atrás quedan los días de miseria en Tupelo, Mississippi; los días de camionero en Memphis. Atrás, sus giras por los estados del sur estadounidense, pro­movido como El Gato Montañés.

Ese mismo enero debuta en televi­sión. Canta: «Puedes quemar mi casa, ro­bar mi auto, beber mi sidra de mi viejo ja­rro; pero no pises mis zapatos de gamuza azul. Puedes hacer cualquier cosa, perc apártate de mis zapatos de gamuza azul.»

La letra debe haberla disfrutado este tímido chico que tarda un cuarto de hora en peinar su «copete» y su «gatito». Que adora la ropa vistosa. Que usa tenidas de terciopelo o de cuero. Que disfruta las chaquetas rosadas.

Que, ya en el liceo, gustaba deslum­brar, llamar la atención.

—Quería ser diferente y parecer de más edad —cuenta Elvis a una periodista en marzo del 57—. El único modo fue dejarme el pelo largo y usar ropa negra. Mis compañeros me molestaban muy a menudo por mi aspecto, pero no desistí. Incluso entonces sabía que para destacar del montón había que ser distinto.

No sólo sus canciones se ponen de moda, sino TODO él. Sus ojos adormi­lados, su boca chueca, sus contorneos y estremecimientos al cantar.

CRITICAS CRIOLLAS

Chile se llena de elvispresleys. Con casacas negras circulan sobre raudas motonetas, escuchando las primeras radios a pilas por las que sale su música.

A Camilo Fernández, entonces co­mentarista de discos de revista Ecran, le disgustaban estos imitadores. «Pantalones ajustados, patillas, pelo largo, se identifican en la calle», reseña para la Navidad del 57. «Bailan muy bien «rock» y no pierden tiempo en conversa­ciones con una muchacha: bastan los he­chos (. . .). Están reñidos con la conver­sación inteligente o culta.»

Decía que Elvis era el «creador de un estilo vocal que ha causado más daño a la música popular que todas las influencias negativas en medio siglo».

Se quejaba de «las convulsiones de Presley, su fraseo entrecortado, sus alu­siones sexuales en gestos y canciones, que se hacen groseras».

Fernández, por aquella época, tenía el remedio. «Si se necesita un modelo, es preferible imitar a Pat Boone», que era «un muchacho culto, sano, educado, uni­versitario, padre de tres hijas, enamorado de su mujer».

No estaba solo en sus ataques. En Estados Unidos, Frank Sinatra llama al rock «la forma de expresión más brutal, fea, desesperada, viciosa».

Ed Sullivan —rey de la televisión estadounidense— jura que Elvis jamás pisará su show. Pero cuando el Coronel Parker lleva a su pupilo al programa de la competencia y su rating baja brus­camente, Sullivan renuncia a todo y de­sembolsa inconcebibles 50 mil dólares para captar a Presley.

CONTORSIONES VENDEDORAS

Se presenta tres veces entre el 8 de septiembre del 56 y el 6 de enero del 57. Sólo en el tercero lo censuran: lo mues­tran de la cintura para arriba, para que no vean cómo Elvis mueve la pelvis. (Le dicen «Elvis the Pelvis».)

El crítico musical Greil Marcus está de acuerdo con la censura. El revisó los videos un cuarto de siglo después y con­cluyó: «Si apareciera hoy en televisión, el espectáculo no sería menos chocante.» A pesar de que considera a Presley «una fi­gura suprema» en la vida estadouniden­se; sin comparación.

Y por qué se mueve así. Elvis:

—En mi primera aparición después que comencé a grabar, yo estaba en un show en Memphis donde comencé a hacer eso. Estaba haciendo una canción rápida, uno de mis primeros discos, y todo el mundo estaba vociferando, y yo no sabía por qué gritaban así. Me fui del escenario y mi manager me dijo que ellos gritaban porque yo me estaba contorsionando. Bueno, volví por un bis y, entonces, hice un poco más, y mientras más lo hacía, más locos se ponían.

Pero no es tan así la cosa. A los 18, cantaba spirituals y movía las caderas, lo que ponía en situación engorrosa a sus compañeros de canto. En los estudios de RCA, Elvis …movía las caderas, lo que molestaba a los ingenieros porque se ale­jaba del micrófono. El jefe de sonido le pide que se quede tranquilo.

—No, no puedo —responde Elvis—. Lo siento. Comienzo a cantar y los mo­vimientos son involuntarios.

SIGUIENDO A JAMES DEAN

Cuando pasa a Hollywood, Elvis se propone emular a James Dean (fallecido un año antes) y a Marlon Brando, sus ídolos. Ellos representaban la primera ola de rebelión de una juventud disconforme. Surgen los beatniks, antecesores de los hippies.

Es la onda popular. En un nivel más culto, en el ensayo, la novela y, so­bre todo, en el teatro, habían surgido antes en Gran Bretaña los jóvenes ira­cundos, con Harold Pinter y John Osborne (Recordando con ira). En el mismo ámbito, crece en Estados Unidos la Beat Generation, con Jack Kerouac, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. Ellos expresan el desengaño de los jóvenes por la sociedad de consumo.

El Coronel Parker aprovecha el ci­ne como catapulta para su estrella. Se le ocurre sacar 500 copias simultáneas de la película para estrenarla en igual nú­mero de salas. Cosecha ganancias fabu­losas. Además, comercializa a paso de pulga las bandas de sonido de los fil­mes: primero como singles; luego, como álbumes.

En Chile lo instalan de inmediato en el podio de los diez actores favoritos. Lo superan Yul Brynner, Rock Hudson y, sobre todo, el inefable James Dean.

Sus bolsillos engordan una barba­ridad. En semanas llega a ganar hasta 50 mil dólares en presentaciones per­sonales, más los que le pagan por pelí­cula y por aparecer en televisión, más los millones de discos vendidos… Du­rante 1956, su primer año, recauda 1 millón 900 mil dólares.

«PREFIERO MANEJAR CAMIONES»

Primero compra un Cadillac rosa­do. Después, uno negro; otro amarillo, una limosina negra. Un Lincoln blanco; un coche deportivo Messerschmitt. Pero lo que más le gusta es pasear por las ca­lles de Memphis —¡soplado!— en su moto Harley-Davidson, llevando a bel­dades hollywoodenses como Natalie Wood, quien viaja especialmente a Mem­phis para conocer a sus padres.

También adquiere una mansión de 23 habitaciones, que denomina Graceland (La Tierra de la Gracia). En ella fa­llecerá veinte años más tarde.

Le encantan el cine y los parques de diversiones. No va así no más; los arrien­da para él y sus amigos. Y maneja los pe­queños automóviles, lanza pelotas de tra­po a los monos porfiados, dispara a las hileras de patitos y gana ositos de felpa.

Tiene sueño intranquilo. Se acuesta a las dos, a las cuatro de la madrugada, y duerme, mal, hasta mediodía.

De gustos sencillos, es bueno para las hamburguesas, el pollo asado, la car­ne de cerdo, los emparedados, la leche, los helados.

Y para contorsionarse.

El Coronel Parker y otros ejecuti­vos le han pedido que suavice sus inter­pretaciones. Elvis se opone:

—Si tengo que limitarme a mi voz, prefiero volver a manejar camiones.

Tal como crece el número de sus admiradores, aumenta el de los detractores. Con el objeto de sacarlo de circulación, gran cantidad de gente envía diariamente cartas a la Oficina de Re­clutamiento, pidiendo que enrolen al ídolo.

LA PARADOJA DE ELVIS

Finalmente, el 24 de marzo de 1958, a las 6.30 de la mañana, Elvis se incorporó al Ejército.

A su regreso en 1960, venía con el pelo a lo Sansón: cortito. Suave.

Y se dedicó a cantar baladas como su famosa versión de O Sole Mio que él llamó Ahora o nunca.

—El período previo no era hacia los adultos. Era solamente para la juventud. Ahora hace una música más pausada, más melódica. Ya dejó de ser el lolito del rocanrol con todos sus movimientos que llegaba más bien a las quinceañeras; em­pezó a llegar a todo tipo de público —explica la fan chilena Mireya Campos, profesora de alemán, que lo sabe todo sobre Elvis y posee una espectacular co­lección de más de un centenar de discos suyos.

A fines de los años 60, Elvis comen­zó a presentarse de manera habitual en Las Vegas. Le pagaban 100 mil dólares por noche.

Al momento de morir —con 115 ki­los y una docena de tranquilizantes dis­tintos en el cuerpo—, se le consideraba un destacado vocalista de centros noc­turnos. Como ésos que él mismo había eclipsado. Tenía 42 años.

Texto: Alexis Jéldrez

9 de agosto de 1987

 


Video de Sir Martin Rees sobre lo que no sabemos

octubre 17th, 2010

Martin Rees. (Wikimedia Commons)

Un usuario de este blog me hizo llegar el siguiente video sobre este tema. Dura casi 50 minutos, se llama «Lo que aún no sabemos» (What we still dont know), y está en Google Video. El autor es el cosmólogo y astrofísico inglés Sir Martin Rees.

What We Still Dont Know