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Osvaldo Jeldres, autor y compositor, falleció a los 84 años

lunes, julio 22nd, 2024

El autor de “Llorando en el andén”, “Si me miran a los ojos”, “El rey y yo” y más de 200 composiciones populares dejó de existir en Melipilla el 28 de agosto de 2014. Detective, bailarín, compositor, cantante, escritor, brilló en muchas facetas. Decía haber descubierto lo que le gustaba a la gente.

“Toda la gente ya saliendo va de la estación, y este bullicio cruel aumenta mi gran ansiedad”…

No fue una sorpresa cuando me avisaron que mi tío Osvaldo —el destacado compositor Osvaldo Jeldres— había fallecido (el jueves 28 de agosto de 2014). Ya los últimos sobrinos que lo visitaron en una casa de reposo en Melipilla habían dicho que se estaba apagando, que se estaba extinguiendo.

No tuvo hijos mi tío Osvaldo en sus 84 años; nunca se casó.

Mi tío Osvaldo y mi abuela Sabina Martínez Cabezas. Ellos se quisieron mucho (toda la vida).

Yo no quise ir a verlo en sus últimos momentos (llevaba varios meses con Alzheimer), preferí recordarlo gracioso, como la última vez que me convidó a comer unas ostras en calle Holanda, frente al antiguo Hospital Militar y me confesó que durante su vida había sido terriblemente flojo:

“¡Por Dios que he sido flojo!”, me dijo de repente. “¡Tuve tantas oportunidades!, ¡podría haber hecho tantas cosas!, ¡pero fui terriblemente flojo!”.

En los años 60, mientras me enseñaba lo peligroso que era sacar la dama muy al comienzo en el ajedrez, mi tío Osvaldo me comentaba que él había sido muchas cosas y podría ser muchas otras, y que si le iba mal, simplemente se dedicaba a algo más.

Varios hermanos Jeldres (eran muchos, la gran mayoría profesores). Osvaldo, mi papá (Humberto), mi tío Lucho. Mis tías Ema y Tita. Mi papá era doce años mayor que mi tío Osvaldo.

“En cada rostro yo creo verte pasar, todas las cosas giran y se van… con el rugir del tren.”

Comenzó siendo detective. “Rati”, decía él. Cuando en 2007 se celebró el centenario de Quitratúe (el pueblo natal de los numerosos hermanos Jeldres), la productora Grafitel TV entrevistó a Osvaldo. Allí cuenta que, después de estudiar en un liceo de Temuco, se vino a Santiago a estudiar medicina veterinaria en la Universidad de Chile, pero que simultáneamente trabajó para la policía de Investigaciones.

Después, fue bailarín del Ballet Nacional Chileno. Un artículo publicado por Yolanda Montecinos en la Revista Musical Chilena en 1962 cita varias participaciones de Osvaldo Geldres.

(En ese tiempo, mi tío se escribía “Geldres”, con “g” y con “s”. Después pasó a “Jeldres”, con “j” y con “s”; en los últimos tiempos, se firmaba “Jéldres”, con “j”, con “s” y con acento —que no corresponde— en la primera “e”.)

Mi tío Osvaldo y yo, jugando a tocar el piano en la casa de mi hermana Paulina.

En 1957, bailó de huaso con Gloria Legisos (Miss Chile en 1954) en “Milagro en la Alameda”, de Ernst Uthoff —en esos tiempos el Ballet Nacional funcionaba en el Teatro Victoria. Fue juglar en El Saltimbanqui (1961), también de Uthoff, junto a la querida Chela Gilberto y a mi maestra Elly Griebe. (Cuando yo ingresé a Danza, en 1972, mi tío me decía: “Lo que más debes cuidar es la espalda”.)

Fue Pueblo en “Surazo”, de Patricio Bunster (1961).

Yo lo vi en Coppelia una vez que la fueron a presentar a un auditorio en Tejas Verdes (era el esqueleto). Nosotros vivíamos en San Antonio en ese tiempo, y mi tío aparecía por allá en un “huevito” (Isetta BMW), uno de los autos más divertidos que se haya inventado.

(ESTRIBILLO: OSVALDO TENÍA UN TALENTO ESPECIAL PARA LOS ESTRIBILLOS):

“¿Por qué no estás? ¿Por qué tú no has llegado? ¿Debo pensar que hoy ya te perdí? ¿Debo creer que tú me has olvidado? Todas las cosas me están diciendo ‘¡sí!’.”

Osvaldo estaba siempre riéndose. Era muy divertido. Contaba chistes infinitamente. Decía que era como se entretenían con el cuerpo de baile cuando andaban en gira. Le gustaba pelear con mi papá (doce años mayor) en la playa. Gozaban revolcándose como cachorros en las arenas de Llolleo.

Y así como había sido detective, así como había sido bailarín, de un día para otro amaneció escribiendo canciones: autor y compositor, como le gusta observar a él, ya que componía la letra y la música. Eso me decía mientras destrozaba mis jugadas de ajedrez y me comía la dama. “Nunca expongas la dama al comienzo del juego: lo importante es que hagas participar a todas las piezas”.

No es trivial escribir letra y música: dos de los más grandes compositores de todos los tiempos (Richard Rodgers y George Gershwin) sólo hacían la música. En el caso de Rodgers, la letra de sus canciones fue de Lorenz Hart o de Oscar Hammerstein II; en el de Gershwin, de su hermano Ira.

Osvaldo Jeldres tiene ¡217 canciones! inscritas en la SCD.

Uno de sus primeros temas fue un tremendo éxito interpretado por Marisa: “Llorando en el andén”, una canción con ambiente de trenes, que recuerda tal vez a su hermano Tránsito Segundo Jeldres, el querido tío “Chundo”, ferroviario de toda la vida… (La alusión a los ferrocarriles ha sido frecuente en la música popular. Poco antes había triunfado “El twist del tren”, de Sergio Inostroza. Más reciente es el “Tren al sur”, de Jorge González.)

Con Marisa también obtuvo Gaviota de Plata en el Festival de Viña del Mar 1971 gracias a “Si me miran a los ojos”. (En la entrevista que le hace Grafitel TV, Osvaldo se enorgullece de la versión que hace el puertorriqueño Danny Rivera de esta canción, que tuvo mucho éxito en Estados Unidos.)

Volvió en 1974 al Festival de Viña con Arturo Millán y “Tierra, tierra, mi tierra”, dedicada a su pueblo natal. En los comentarios de YouTube se lee: “es imposible no destacar quien escribió con tanto sentimiento cada letra de sus canciones como es don Osvaldo Jeldres, un hombre de rasgos sencillos, nacido en 1929 en Quitratúe”.

Por esos años, mi tío era devoto de Il Bosco, el restaurant de la Alameda cerca de San Antonio. Yo me lo encontraba a veces por ahí y nos comíamos un sándwich. Allí estaba toda la bohemia, comandada por Rodolfo Gambetti.

Volvió a ganar la Gaviota de Plata en 1990 con José Luis Arce y “Pero más vale el amor”. La canción originalmente iba a ser interpretada por Alejandro de Rosas.

Desde 1970 en adelante, Osvaldo participó en muchos festivales a través de todo Chile y en el extranjero. Y ganó muchos de ellos. Su tarjetón menciona el de Angol, el de la Guinda (éste era en El Romeral, de Curicó hacia la cordillera), el de la Uva y Durazno, Molina. Uno de sus favoritos era el Festival del Huaso de Olmué.

En la entrevista de Grafitel TV comentó que había ganado un festival en Colombia. También lo hizo en Roodepoort (Sudáfrica), Trujillo (Perú), Grecia, Brasil, Venezuela…

Durante algún tiempo —después que Fernando Ubiergo pone de moda a los “cantautores”—, también se presentó como intérprete en muchos festivales. En las fiestas familiares, sacaba un cassette con la base musical y se ponía a cantar sin hacerse de rogar “Pero más vale el amor”.

Osvaldo Jeldres recibe de parte del Presidente Sebastián Piñera y de su esposa Cecilia Morel una pensión de gracia «por su esfuerzo por ayudar a construir la cultura popular chilena».

A mí, personalmente, me gustaba mucho la canción “Sus bellos ojos negros”, que cantaba María Teresa, una cantante muy popular de la Nueva Ola hacia 1966. Ella era española, me parece, e hizo hartas fotonovelas (muchas veces junto a Larry Wilson), como se acostumbraba en esos tiempos.

Es curioso que muchos van a recordar a Osvaldo Jeldres por el tema que samplearon los Beastie Boys y que después fue incorporado en el juego Grand Theft Auto V (GTA V). La canción “El rey y yo” data de 1969. Los Beastie Boys la samplearon en el tema “The Move” (minuto 2:55) del álbum “Hello Nasty” (1998).

Jeldres estaba orgulloso de esta inclusión de su tema en una canción de los Beastie Boys. Él usaba unos tarjetones de visita gigantescos que por un lado decían “Osvaldo Jéldres, autor y compositor” y por el otro lado exhibían un escueto listado de grabaciones (no cabrían sus 217 canciones) que encabezan los Beastie Boys. Le siguen Los Ángeles Negros, José Luis Rodríguez (“el Puma”), Cecilia, Marisa, Antonio Zabaleta, Dean Reed, Gloria Benavides y Danny Rivera, entre otros).

El caso del cantante estadounidense Dean Reed fue curioso. Nacido en Denver (Colorado), tuvo varios éxitos a fines de los años 50, como “Nuestro romance veraniego”, “Un par de tijeras” y “La búsqueda”. Estas canciones fueron muy populares en Chile en ese tiempo; las radios las tocaban todo el tiempo. Dean Reed comenzó a venir mucho a nuestro país, cantaba en las radios, lo entrevistaban. Le encantaba gritar “¡Viva Chile, mierda!”. Lo encontraba lo más divertido. Después, pasó a militar en la izquierda, y le llamaban “El Elvis Rojo”.

En una disquería de Buenos Aires, al lado del mítico Rex, en Corrientes, encontré un álbum entero (creo que de 1972) compuesto por Osvaldo Jeldres y cantado por Dean Reed. Me llamó la atención porque el tío Osvaldo nunca fue de izquierda. Un día le pregunté por qué había hecho ese disco. Nos encontramos en la calle Bernarda Morín: él iba a buscar su cheque de la SCD; yo trabajaba en Conicyt. Almorzamos en el Café Real Madrid, de Salvador. Mi tío me contó que en ese tiempo él era asesor del sello Odeón, y le pidieron que compusiera estas canciones para Dean Reed, y él lo hizo.

La verdad, mi tío componía de todo. También hizo mucha música chilena. PortalDisc ofrece para descargar el álbum “Donde termina la tierra” (2006), “una selección de sus mejores obras musicales chilenas”; se incluye una hermosa canción de cuna: “Duraznito en flor”. También, “Seamos como los niños”, que ganó el Festival de Angol con Los Cantores del Sur.

Sin ser religioso, hizo canciones para el Padre Hurtado.

Como es natural, le gustaba escribir poemas. Tenía un libro de “poemas ecológicos para niños”: “Para comprar un mañana” (Editorial San Pablo, 1994), que fue considerado como material didáctico complementario de la educación chilena.

Pero lo suyo era la música popular: quedar en el alma del pueblo. Alguna vez, hace mucho tiempo, me comentó: “Yo sé lo que le gusta a la gente, y eso es lo que les doy”.

Ahí se quedó Osvaldo, en el corazón de la gente.

Osvaldo Jeldres no va a morir nunca.

Sus canciones se quedaron en el pueblo.

(ESTA ES LA MEJOR PARTE):

“Gritos y risas me llegan desde lejos. ¿Estarás tú riendo así también? Y el viento aquí se ha llevado un lamento de un corazón que llora en un andén.”

Marisa, quien tuvo la gentileza de acompañar a Osvaldo en su último momento en Melipilla, me contó que cuando cantaba esta canción era impresionante, porque todo el público se la sabe y la corea sin cesar.

El asesino mata otra vez

miércoles, octubre 18th, 2023

Bombástico, dinámico, eufórico, energético, vuelve Jerry Lee Lewis («El Asesino»), leyenda del rock and roll, y uno de los más importantes pianistas de rock. Lo trae la película «Bolas de fuego».

El 11 de febrero de 1990 publiqué esta crónica sobre Jerry Lee Lewis en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio». Yo ya había escrito varias otras crónicas sobre grandes del rock, como Elvis Presley, Chuck Berry, Brian Jones y John Lennon (dos veces), y me llamaron de la distribuidora de la película «Great Balls of Fire», con Dennis Quaid y Winona Ryder jovencita. Fui a una función de preestreno arriba del Teatro del Ángel. Lo atendían muy bien ahí a uno: te servían un sándwich y un trago.

Nadie conocía acá a Jerry Lee Lewis en ese tiempo. «¿Te refieres a Jerry Lewis?», me decían.

Como en varios otros artículos sobre música de los años 50, mi entrevistado fue el productor musical Carlos Arancibia Castillo, experto en rock and roll.

Este es el comienzo de la crónica en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio» de 1990.

ESTA historia ocurrió hace mucho tiempo, más de treinta años. Trata de un humilde joven de Louisiana que llega rápidamente a ser famoso, a vender un millón de discos e, incluso, a desafiar al ¡Rey del Rock and Roll!…

Todo esto ocurre muy rápido. El ascenso. Y también la caída. Cuando parece por un momento haber alcanzado la cima, su estrella se apaga y el muchacho se desploma. Cuenta con 22 años, ha tenido tres esposas, ha conocido la fama, el éxito y el fracaso, y su vida ha terminado. Lo demás, es sobrevida.

Jerry Lee Lewis y Elvis Presley nacieron el mismo año (1935), a ambos los descubrió la misma persona (Sam Phillips), grabaron para el mismo sello (Sun Records), en la misma ciudad (Memphis), el pequeño pueblo de Tennessee que le dio el vamos al rock and roll entre 1956 y 1958.

Hoy, Jerry Lee cuenta 54 años, ha tenido seis esposas (ha enterrado dos), ha bautizado a cuatro hijos (ha enterrado dos), y cuando le mencionan la película que se ha hecho sobre su vida (Great Balls of Fire se estrena esta semana en nuestro país), comenta:

No pueden hacer una película completa sobre mi vida; aún la estoy viviendo. No pueden hacer una película completa sobre mi manera de tocar el piano; aún estoy tocándolo. No pueden hacer una película completa acerca de mis esposas; aún estoy casándome con ellas.

EL DESAFÍO

Jerry Lee conoció a Myra Gale Brown, hija de su primo hermano J.W. Brown, en febrero de 1956. Él quería que J.W. le presentara a Sam Phillips:

-Yo estaba en la cocina haciendo mis tareas cuando de pronto aparece mi padre con este joven de ojos rápidos -recuerda hoy Myra para la revista People-. Era buenmozo; usaba una camisa vaquera roja y botas vaqueras, y se veía como un pequeño campesino.

Jerry Lee tenía 22 años; ella, 13. Él estaba aún casado con su segunda esposa.

Ese verano intercambiaron su primer beso en una piscina. Al poco tiempo, tuvieron relaciones. Myra revela en su autobiografía -sobre la cual se escribió el guión del filme- que un vecino la violó a los 12 años.

Mientras tanto, Jerry Lee ha grabado un primer tema, Crazy Arms, con algún éxito. Más repercusión tiene su segundo tema, Whole Lotta Shakin’ Goin’ On, pero algunas radios se rehúsan a tocarlo por obsceno.

(Whole Lotta Shakin’ Goin’ On es una canción que grabó primero Big Maybelle en marzo de 1955. Alvin Lee, de Ten Years After, le rindió un tributo en Woodstock, en 1969).

Lewis triunfa de una vez por todas con Great Balls of Fire, que hoy suena en una publicidad de cigarrillos Kent y en una espantosa mezcla perpetrada por los Mastermixers.

Pero en ese tiempo casi no se escuchó en Chile.

-Acá no tenía distribuidores -nos dice el productor musical Carlos Arancibia Castillo (47, experto en rock and roll, y quien posee una colección de casi cuarenta elepés de Lewis)-. Se le escuchó no más de cinco veces en ocho años. Posteriormente, cuando el rock and roll ya había perecido a manos del pop, la Philips chilena editó un disco de Jerry Lee. Fue hacia 1965.

Great Balls of Fire y Whole Lotta Shakin’ obtuvieron discos de oro. Breathless y High School Confidential pasaron raspando. Convertido en gran estrella, El Asesino (su apodo desde niño) le pidió a Myra que se casaran. No le costó convencerla: a ella le cargaba el colegio (iba en Octavo) y le tenía pavor a la Bomba (atómica).

Justo en este momento, Elvis se va a hacer el servicio militar a Alemania. Le queda el camino libre a Jerry Lee para convertirse en el nuevo Rey del Rock and Roll.

Esta es la segunda página y final de la crónica de 1990 en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio».

EL ESCÁNDALO

Lo tiene todo. Es bastante más salvaje que Elvis, más iracundo, más espectacular. Pese a que su instrumento, el piano, lo obliga a una posición más bien estática, le saca todo el partido posible, y hace una ventaja de una desventaja. Es peligroso pararse detrás de él cuando está tocando: en algún momento arrojará la banqueta lejos, se parará, seguirá tocando con una mano mientras con la otra se saca la corbata y la chaqueta, y nunca pierde el compás de boogie-woogie que lo caracteriza. Luego, insólitamente, martillea el teclado con los codos, las rodillas, los pies, el trasero. Sin perder el compás.

Se le considera el padre de los tecladistas de rock como Elton John o Billy Joel. Más importante que Fats Domino o Little Richard. Insuperable. El día que se presentó el filme Great Balls of Fire en Estados Unidos, el tecladista de un conjunto actual comentó:

-Lewis inventó el piano de rock and roll. No sé cómo puede tocar tan rápido. Cuando lo hago, quedo con tendinitis.

En mayo de 1958, como un nuevo Alejandro Magno, Lewis se lanza a la conquista del mundo. Estados Unidos le aprieta por aquí. Le queda estrecho. Llega a Inglaterra (donde es más popular que Elvis) para comenzar su primera gira europea.

El Asesino insistió en llevar a Myra. Su manager le advirtió que no era buena idea. Cuando llegan al aeropuerto, un reportero le pregunta:

-Y usted, ¿quién es?

-Soy su esposa -contesta la niña con naturalidad.

El escándalo fue grande. La gira fue anulada. En Estados Unidos muchas radios prohibieron sus discos.

Aquí termina la película, pero no la vida de Jerry Lee Lewis. Ojalá Jerry Lee hubiera podido también bajar el telón y poner The End, pero la vida no es así. Los hombres tienen su cuarto de hora; después, son fantasmas con tristes papeles en Las Vegas, ¿o no, Elvis? Este fue el corto cuarto de hora del salvaje Jerry Lee Lewis.

EL EPÍLOGO

Ellos siguieron casados trece años más (el matrimonio más largo del Asesino).

A fines de los años 60, Jerry Lee bebe mucho. Afuera, la engaña. En casa, la golpea. Hacia 1969, Myra vive tomando tranquilizantes. Una noche, la llama Jerry Lee y la empieza a insultar por teléfono. Myra toma el revólver del velador y le dice que se va a volar la cabeza. El Asesino le responde:

-Pon el teléfono cerca, para poder oírlo.

Eso fue lo último. Myra se dio cuenta de que ya había aguantado demasiado. Lo abandonó por el detective que había contratado para documentar las infidelidades de Jerry Lee. Hoy, es una corredora de propiedades de éxito en Atlanta.

Jerry Lee sigue actuando. Llegó a tener cerca de 250 presentaciones por año hasta que en 1981 casi lo dieron por muerto debido a una úlcera estomacal. Su estilo de tocar el piano es siempre el mismo: endemoniado, diabólico, aunque él siente que es un talento divino.

-He tenido una vida realmente dura, pero no creo que vaya al infierno. Si lo pensara, probablemente haría algo acerca de ello muy rápido.

La preocupación es dura, pues Jerry Lee, como su primo Jimmy Swaggart, fue criado en la fe pentecostal, en la que el Demonio es cosa seria.

Respecto a su primo Jimmy Swaggart, que visitó Santiago y Bucalemu hace tres años, Lewis dice:

-Tengo que ponerlo en el buen camino de nuevo. Y él probablemente dirá lo mismo de mí. ¡Ah, pero todos somos seres humanos y cometemos errores! No somos perfectos.

La crónica completa. Fue acompañada de un programa en la Radio Infinita el domingo 11 de febrero de 1990 y de una publicidad del Toyota Corona 90, «la elegancia de la nueva década».

En los ríos de Babilonia, cantamos los salmos del rey David

domingo, septiembre 24th, 2017

El otro sábado estaba escuchando por radio el emocionante empate de la “U” con O’Higgins, cuando la barra (más de 25 mil personas) se pone a cantar un cántico de amor: “¡Vamos, vamos, Leones; vamos, vamos a ganar; una vez más; que tenemos que ganar!”. (No pasa nada; nos gusta la “U”.) Y de repente me doy cuenta de que son los “Ríos de Babilonia”, de Boney M. (Nos gusta la “U”; no importa la lluvia ni el frío.) Esa canción que se ha mencionado ahora último en las redes sociales, porque los versos provienen de los Salmos del rey David. (Nos gusta alentar a la “U”; no porque vaya puntera, o porque gane todos los partidos; es porque es la “U”.)

Algunos estudiosos de los temas bíblicos se dieron cuenta de que los versos de esta canción que el grupo caribeño Boney M hizo famosa en 1978 corresponden a Salmos 137:1-4. Le llaman “Lamento de los cautivos en Babilonia”. “Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion.”

(Y el corazón nos da un vuelco cuando salen esos jugadores azules a la cancha.)

Los compositores de la canción (Brent Dowe y Trevor McNaughton, del grupo de reggae jamaicano The Melodians, 1970) se saltan el segundo versículo: “Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas”, y prosiguen con “y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos; pero cómo cantaremos cánticos de Jehová en tierra de extraños”.

“By the rivers of Babylon, there we sat down; yeah, we wept, when we remembered Zion… They carried us away in captivity, requiring of us a song… Now how shall we sing the Lord’s song in a strange land?”[i] 

Uno de los estribillos proviene de otro salmo, el 19:14: “¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh, Jehová!”

“Let the words of my mouth, and the meditation of my heart, be acceptable in thy sight…”

Al final le pusieron “here tonight”, pero lo que decía la canción rastafariana originalmente era: “Oh, Fari!”, una referencia a Haile Selassie.

Vale la pena notar que Haile Selassie es el rey 225 después de David.

Y lo que hacemos es cantar los salmos del rey David.

La cinta “The Harder they Come” (1972) es considerada una pieza fundamental del ska temprano y del reggae pre-Bob Marley.

La canción de The Melodians fue utilizada en la película “The Harder they Come” (1972), protagonizada por el cantante jamaicano Jimmy Cliff. La cinta es considerada una pieza fundamental del ska temprano y del reggae pre-Bob Marley. (Los actores hablan un inglés tan divertido, que tuvieron que ponerle subtítulos para que la entendieran en Estados Unidos.)

A Jimmy Cliff —quien vino al Festival de Viña en 1969— se le consideró el profeta del reggae. Cliff hizo una gran versión de la canción “Wild World”, de Cat Stevens.

En 1978, Boney M toma los ríos de Babilonia y los convierte en un hit: permanece durante cinco semanas como número uno en el Reino Unido, transformándose en una de las siete canciones que han vendido más de 2 millones de copias en ese país.

Algunos meses después, tienen otro gran éxito con “Rasputín”. Bobby Farrell, el único hombre del grupo, no provenía de Jamaica, sino que de Aruba; pasó gran parte de su vida haciendo de Rasputín y murió en San Petersburgo el 30 de diciembre de 2010. Tenía 61 años. Muchos se dieron cuenta de que falleció en la misma ciudad y el mismo día que Rasputín.

 

—Let the words of my mouth,

and the meditation of my heart,

be acceptable in thy sight—

[i] No nos pueden demandar por publicar letras de canciones porque son versículos de la Biblia.

 

La chilena que los nazis amaban

martes, junio 10th, 2014

Rosita Serrano: La Favorita del III Reich, película de Pablo Berthelon

Rosita Serrano: La Favorita del III Reich, película de Pablo Berthelon

A silbido limpio, Rosita Serrano, “El Ruiseñor Chileno”, derritió corazones en la Alemania del Tercer Reich. Un concierto a favor de los refugiados judíos le valió la expulsión de ese país. Disfrutó de un nuevo éxito en Estados Unidos, donde incluso grabó en español las canciones de La Cenicienta. Finalmente, murió en la pobreza en Chile. Ella nació un 10 de junio, hace un siglo.

por Alexis Jéldrez

¿Dónde va a encontrar el cineasta Pablo Berthelon una actriz esbelta, de 1 metro 80, hermosa, con maravillosos ojos color esmeralda?

No, definitivamente no va a ser fácil encontrar a alguien que represente a la cantante Rosita Serrano (que nació un 10 de junio, hace un siglo), la gran estrella de la Alemania del Tercer Reich.

Para qué le vamos a exigir que, además, cante de manera inigualable, ¡que silbe como los dioses! Que toque la guitarra como nadie, que la utilice como tambor, que golpee sólo las cuerdas en vez de rasguearlas…

¡Y que tenga su humor, su carisma, su charm!…

Se hace difícil la cosa.

“La impronta de la tía Rosita es única e irrepetible”, afirma la cantante Isabel Aldunate, sobrina de la célebre artista del vodevil. “Ella era una fuerza de la naturaleza, que improvisaba a cada instante: la vida, el canto, todo. Era como un pajarillo libre”.

Rosita Serrano era prima hermana del papá de Isabel.

Pablo Berthelon Aldunate es hijo de Isabel y sobrino nieto de Rosita Serrano, quien nació en Quilpué como María Esther Aldunate del Campo. En salas de cine-arte se exhibió su documental Rosita, la favorita del Tercer Reich, que paga en parte la enorme deuda que tiene Chile con “una estrella mundial; lo mejor que ha dado nuestro país”, en palabras de Valentín Trujillo.

Berthelon se ha propuesto ahora realizar una película de ficción centrada solamente en los años en que Rosita triunfó en la Alemania nazi (entre 1937 y 1943). Allá, durante muchas semanas, Rosita Serrano vendió más discos que las divas vigentes, la sueca Zarah Leander y la húngara Marika Rökk, todas extranjeras, todas sofisticadas, todas sensuales… A los nazis les encantaba en estas divas lo mismo que les reprochaban a las alemanas: que fumaran, que se maquillaran, que manejaran…

Después de perder inmensas fortunas en dos oportunidades, Rosita Serrano falleció en Santiago, en la pobreza más absoluta el 6 de abril de 1997. Muy poca gente llegó al crematorio. Entre ellas, sus amigas Isabel Velasco, Thamar Jaramillo y su sobrina Isabel Aldunate. Estas dos últimas se habían puesto de acuerdo para llevar una casetera con un par de sus canciones: Muñequita linda y My Prayer. En esos momentos, ingresó el líder nazi chileno Miguel Serrano con dos guardaespaldas gigantes tatuados y dijo: “Yo no conocí a Rosita Serrano, pero recuerdo cuando cantaba para el Reich”… Entonces, se adelantó Thamar Jaramillo y lo espetó en voz alta: “Señor Serrano, como dice muy bien, no conoció a Rosita Serrano, y lo que usted representa a ella le daba asco, así que me hace el favor de salir de aquí y dejarnos a los que sí la conocimos”.

Y Miguel Serrano se fue.

“No iba a ser un nazi el que se iba a quedar con las últimas palabras”, comenta hoy Thamar Jaramillo, gerente de Asuntos Públicos de la Cámara de Comercio de Santiago. “La Rosa no me lo habría perdonado nunca. Conociéndola, creo que le habría fascinado que fuera esto lo último que pasó en su entierro”.

Así era Rosita Serrano.

La duda acerca de su afinidad por el nazismo la ha perseguido. La propia cantante confesó en un proyecto de autobiografía que nos facilitó Carlos Puccio, nieto de Osvaldo Puccio Guzmán, agregado militar ante el Reich, y hermano del ex ministro Osvaldo Puccio: “Nunca me ha interesado la política; solamente mi música y los hombres bellos. Mi vida fue una hermosa historia; la viví con todo mi corazón. Fue maravillosa; pero no siempre, también existió mucho dolor. Mis canciones eran mi vida. Mi público era una inyección que me hacía ser graciosa”.

No es cierto que le hayan hecho la cruz porque era nazi, comenta Thamar. “De hecho, ella cantó en Estados Unidos después de la guerra con mucho éxito”.

La escritora Isabel Velasco (hermana de Belisario) afirma: “Ella les cantó a los soldados alemanes; no a Hitler”.

Efectivamente, como menciona el investigador Juan Dzazópulos, Rosita formó parte del programa de entretenimiento para las fuerzas armadas, Kraft durch Freude (“Fuerza a través de la alegría”). “Estaba contratada para cantarles a los soldados alemanes; ése era su trabajo”, comenta Carlos Puccio, un cineasta que también piensa hacer un documental sobre los años de Rosita en Alemania. “La llevaban en un tren (a cantar) a los teatros de los territorios ocupados; a Francia, a Holanda, a los Balcanes. Si te llevaban en esa, tú no estás para levantar el puño, tú haces el saludo nazi. Siempre cantó rodeada de banderas nazis. En los lockers de los soldados, la foto de Rosita estaba al lado de la del Führer”.

Cuando morían los soldados, les encontraban dos fotos, comenta Puccio: la del Führer y la de Rosita Serrano. Ella era la pin-up.

 

CATAPLÚN-CHINCHÍN: AL ÉXITO

 

Rosita Serrano - Roter Moh - Front

Tenía apenas 23 años cuando llega a Berlín en 1937 siguiendo a su madre, la gran soprano lírica Sofía del Campo. Debuta en el Wintergarten, el más grande music-hall y varieté de Alemania. “De pronto, cataplún-chinchín, comencé con un silbido; el público soltó una carcajada. Creo que fui la primera mujer que, no solamente en Alemania, sino que en el mundo entero, silbé en un escenario”, escribió Rosita. “Después canté el Ay, Ay, Ay, de Osmán Pérez Freire, la canción italiana Vieni, vieni, vieni; El Manisero y cuando pidieron repetición, La Paloma”. Este último fue su gran hit, que incluso ha sido utilizado en películas como La Casa de los Espíritus (1993) y El barco (Das Boot, 1981).

(Las versiones que hace Rosita Serrano de las canciones son inolvidables, como las de Caetano Veloso.)

“Esa noche soñé mucho, soñé que triunfaba en los escenarios, que era una gran actriz de cine. Dormí abrazada a mi Pochocha. Soñé con cosas que luego se hicieron realidad”, anotó Rosita.

Dicho y hecho: entre 1938 y 1942 grabó una veintena de discos y participó en media docena de películas. Dzazópulos menciona que llegó a cobrar mil marcos por cantar una noche en los grandes hoteles y cabarets de Europa, donde la presentaron como “El Ruiseñor Chileno”. Solamente para el sello Telefunken grabó más de cien temas. El compositor Michael Jary compuso especialmente para ella éxitos como Amapola roja (Roter Mohn).

 

AMORES A GRANEL

 

rosita_serrano_michael_jary_-_roter_mohnLe adjudicaron un romance con este compositor, pero ella lo desmintió en un documental alemán de 1989. “Durante la época del Reich, decían que yo había sido amante de Goering o de Goebbels, la verdad es que tenía un amante peruano, estudiante de medicina, más joven, y yo lo mantenía”, dijo una vez Rosita delante de Thamar.

Sí es cierto que compartió con Goebbels y Goering, lo que se muestra en el documental de Berthelon. Goebbels la consideraba “una mujer bellísima y un fenómeno vocal”. Goering la invitó a cenar con servicios de oro y de plata y le mostró, en el zócalo, a su difunta esposa embalsamada, relata Puccio.

También le atribuyeron ser amante de Rommel y de Hitler, confesó ella misma riendo.

En 1943, el régimen nazi, tras enterarse de que Rosita Serrano había cantado en Suecia en un recital en beneficio de niños refugiados judíos, bloqueó sus bienes y decretó la requisición de sus discos y registros radiales. Carlos Puccio tiene la orden de arresto, que dice: “En el caso de Rosita Serano (sic), ella no pudo ser detenida. La artista se encuentra en Suecia. En el caso de que vuelva al territorio del Reich, deberá ser procesada, ya que ha sido acusada de espionaje”.

Perdió todas sus posesiones (por primera vez) y se quedó en Suecia, donde contó con la protección del rey Gustavo V (con quien también se le adjudica un romance, pese a que tenía 85 años). “Eran íntimos. El rey habitualmente las iba a visitar porque le encantaba la sopa de cebolla de la tía Sofía (del Campo)”, afirma Isabel Aldunate, que compartió dormitorio mucho tiempo con Rosita. “Su guitarra estaba firmada por el rey de Suecia”.

Después, residió una larga temporada en Grecia (donde se insinuó un affair con el Primer Ministro Georgios Papandreu) y, en 1946, fue contratada por seis meses en Suiza.

Éste es un período estable: tiene 32 años, terminó la guerra, le va bien; es regia, hermosa, canta lindo…

Al año siguiente, mientras realizaba una gira por Egipto, conoció a Jean Aghion, el buenmozo hijo del “Rey del Algodón” y dueño de una gran fábrica de cristales. Pertenecía a una respetada familia judía sefardí. Al poco tiempo se casaron y se establecieron en Alejandría. A Thamar Jaramillo le contó en una carta: “Lo encontré en Alejandría y me siguió con su hijo y nurse a Beirut, Grecia, Estambul, durante casi un año. Yo en gira cantando. Hasta que caí rendida en sus brazos (parece bolero), pero Jean era sabio. En quince años de matrimonio, no tuvimos ningún disgusto”.

 

USÓ TRES HABITACIONES DEL CRILLÓN

 

rositaSerranoXDespués de casi veinte años de ausencia, regresó a Chile en 1948 como una verdadera estrella. Venía acompañada de su esposo, hijastro y secretaria privada, además de seis perros. Se alojó en tres habitaciones del Hotel Crillón (en Agustinas con Ahumada). Estaba contratada para un mes de actuaciones en la Radio Sociedad Nacional de Agricultura y un recital en el Teatro Municipal por la suma de 10 mil dólares, más los pasajes desde Suecia. “Traía tenidas como para vestirse durante seis meses sin repetirse”, comentó la prensa.

En 1949 grabó en español para la RCA Víctor las cuatro canciones de la película La Cenicienta, de Walt Disney. En los años siguientes, se presentó en los centros nocturnos de moda de las ciudades más importantes de Estados Unidos: Nueva York, Los Angeles, San Francisco, Boston, Miami. “En los años 50, ganaba 10 mil dólares a la semana por cantar en el Pierre, el lugar más elegante de Nueva York”, cuenta Thamar.

Un crítico estadounidense comentó que Rosita tenía más chispa que Carmen Miranda y el look de Heddy Lamarr. Ed Sullivan dijo que silbaba mejor que Bing Crosby.

(El comentario sobre Carmen Miranda es exagerado: Rosita amenaza con la sensualidad, pero no la explota; siempre sigue siendo una dama.)

La vida parecía sonreírle una vez más a Rosita, pero la fortuna le tenía preparada otra mala sorpresa. Se encontraban con su marido en París en 1952 (ella tenía 38 años), cuando Gamal Abdel Nasser derrocó al rey Faruk en Egipto, y confiscó todos los bienes de Jean Aghion. Varios años después, dejaron salir a Aghion, quien se dirigió a Italia, donde perdió otra fortuna en los casinos.

Se establecieron en Chile. Rosita se compró “la casa de sus sueños” en Príncipe de Gales 6141 (allí está hoy el Colegio W.A. Mozart), frente al Grange, adonde asistía su hijastro. “La compró a nombre de su marido. Cuando Jean Aghion falleció, en 1962, Rosita heredó la mitad. La otra mitad la heredó Jean-Pierre”, cuenta Isabel Velasco. “Después, Rosita se fue a Alemania, siguió con sus glorias a medias, cada vez menos, la pobre, y cuando quiso volver a su casa, Jean-Pierre (que murió joven) había vendido su mitad a unos parientes de la Rosita”.

Ella no quería que vendieran la casa y le dieran la mitad. Quería vivir en su casa. “Esa fue una lucha que dio cuerpo a cuerpo”. Y perdió. “Cuando yo la conocí, en el año 73, estaba en eso. Se tomó la casa con el diplomático Manuel Bianchi Gundián, pero el jardín no más. No podían entrar. Era una toma bien así de salón, pues, ¿no?, usted comprende. Y no la recuperó nunca, nunca, nunca”, dice Isabel Velasco.

Fue una pena que se anidó en su corazón, al que llegó un nuevo amor, Will Williams, un famoso dibujante de posters en Hollywood. A él se deben los carteles de Quo Vadis y El Manto Sagrado. Williams vino a Santiago y se quedó largo tiempo. Hacía retratos y caricaturas. La pareja tenía continuas peleas. Will solía decir: “Vivir con Rosita Serrano es como vivir en un campo minado, y siempre pisar la mina”.

Pero Will era un hombre viejo también, señala Isabel Velasco. “Cuando Rosita murió, él se había ido, pero volvió y”… (se le quiebra la voz a la escritora). “¡Es tan amiga mía, que me da pena recordar estas cosas!”.

Thamar Jaramillo también lo perdonó ahí mismo: “La Rosa estaba vieja (tenía 82 años), sola en un hospital público, y Will llegó de Estados Unidos, y yo le dije: ‘El hecho de que hayas venido a verla hace que olvide todos los malos ratos que hemos tenido’. Y él me contestó: ‘Ella hizo mucho por mí’”.

Hasta días antes de su muerte Rosita hablaba de lo maravilloso que era su Will, recuerda Isabel Aldunate.

Todos lamentan el olvido en que Chile dejó a Rosita. Isabel Aldunate presentó una solicitud para una pensión de gracia, y se demoraron tanto, que cuando la llamaron para decirle que estaba lista, “El Ruiseñor Chileno” había fallecido hace tres meses.

 

 

rositaserrano

 

 

 

 

rosita_serrano_1939¡Cómo canta esa mujer!

El documental de Pablo Berthelon, que está disponible en DVD, muestra maravillosamente la curiosa manera de cantar de Rosita, llena de originalidad y de improvisación: todo lo intervenía. De repente se cambia a la segunda voz, altera los ritmos. Hace subidas cromáticas. Cambia las letras: “Más te quisiera, rotito chilenito; y todas las noches lo paso, esperándote en mi ranchito”.

El gran músico Vicente Bianchi (94 años) iba a grabar con ella, pero se arrepintió: “Me corrí como pude, porque era muy difícil acompañarla. Una persona que cambia el ritmo o (hace) cosas especiales. Fregado, fregado. A veces se sale del ritmo, o hace otras cosas. Esa era la gracia que tenía, pues, también”.

Bianchi reconoce que ella tenía muy buen timbre.

El célebre pianista alemán Peter Kreuder, que la acompañó tantas veces, escribió en su autobiografía: “A Rosita todo le salía sin esfuerzo; jugaba con sus cuerdas vocales como lo hace un gitano con su violín”.

“Esta forma de cantar responde a su manera de ser”, comenta su sobrina Isabel Aldunate. “En la vida diaria, ella era también una mujer de gritos, risas exageradas, bromas, y todo eso mezclado con su elegancia innata”.

Tanto Isabel Aldunate como Thamar Jaramillo se han comprado sus discos en Alemania, donde aún la veneran.

Thamar explica en una frase su decadencia de los últimos años: “Lo que pasó fue que el estilo de canto de la Rosa pasó de moda. Ella tenía una voz frágil, fumaba mucho y perdió la voz. No cuidó la plata, no cuidó la voz”.

 

Sitios Web

Rosita cantando en el Wintergarten:

http://youtu.be/0qv0pI32XxE

Rosita cantando “Soñar es deseado”, de la película “La Cenicienta”, de Walt Disney:

http://youtu.be/jIXvqjUXph8

Semblanza de Rosita Serrano por Juan Dzazópulos Elgueta:

http://www.operasiempre.es/2010/06/rosita-serrano-el-ruisenor-chileno/

La página de Will Williams, pintor de la Corte de Hollywood (su dibujo de Rosita Serrano aparece en Hollywood Star Portraits, junto a Marlene Dietrich y Marilyn Monroe):

http://will-williams.com/

Interesante página que cuenta la relación de Will Williams con Rosita Serrano:

http://www.hollywoodposters.net/willwill.htm

Biografía de Rosita Serrano por David Ponce:

http://www.fundacionjoseguillermocarrillo.com/sitio/muspopular_rosita_serrano.php

 

 

Acá está El Rey del Rock

miércoles, octubre 5th, 2011

Elvis, ídolo de los coléricosAgosto de 1987. Falta una semana para que se cumplan 10 años de la muerte de Elvis Presley. En la «Revista del Domingo» de «El Mercurio» propongo celebrarlo con una crónica en portada y centrales.

En una época sin Internet y sin las facilidades de comunicación actuales, una fuente básica de la información que conseguí fue una maravillosa colección de la revista «Ecran» que la «Revista del Domingo» había adquirido. Estaban todos los números de los años 50 y 60 magníficamente empastados.

De allí surgió la referencia a Camilo Fernández, el gran productor musical de la Nueva Ola (Q.E.P.D.). En 1957, él se había manifestado crítico de Elvis, favorable a Pat Boone. Yo creo que su punto de vista era compartido por muchos en ese momento.

Le dolió la publicación a Camilo Fernández. Envió una larga nota justificando su posición. Se publicó el 13 de septiembre de 1987: «La reacción fue violenta, y los juicios, apresurados», confiesa. «La irrupción de Presley fue una bomba en el centro de nuestra burbuja cultural. Convirtió el canto en un grosero atentado sexual».

El diseño de la crónica es de mi gran amigo Carlitos Olavarría (Q.E.P.D.), a quien le dedicó esta republicación.

Nada me gustaba más que escribir historias de rock en la «Revista del Domingo»: unía dos de mis grandes pasiones: la historia y la música, y, dentro de la música, el rock. En este mismo volumen empastado de la «Revista del Domingo», también hay una crónica sobre los Doors, sobre Maurice Ravel, sobre el compositor chileno Andrés Alcalde (compañero mío en el Conservatorio), sobre Gershwin y sobre el músico brasileño Heitor Villalobos. Ya las irán viendo…

Todas ellas fueron acompañadas por programas en la radio. ¡Ah, no! ¡Si yo era muy multimedios en los años 80! Siempre llamaba a una radio y les pedía que hicieran un programa. Este, de Elvis, fue en la Radio Infinita, 100.1 FM Stereo, a las 19 horas, el domingo 9 de agosto de 1987.

Debo agradecer el aliciente que me dieron Verónica Núñez y Marco Peña, del programa «Días Felices», de Radio Agricultura, para digitalizar este material y publicarlo. Era una cosa que siempre había tenido pendiente, pero nunca atinaba.

El programa «Días Felices» va todos los domingos de 11 a 13 horas en Radio Agricultura 92.1 FM.

Elvis Presley: Idolo de los coléricos

martes, octubre 4th, 2011

Rebeldía con clase
REBELDÍA CON CLASE: El grito es «lo joven es hermoso». A pesar de su apariencia, era humilde y cortés.

 

No sólo James Dean atrajo seguidores en la época de las casacas negras y las motonetas. Elvis Presley los hizo bailar. El próximo domingo se cumplen diez años de su muerte.

CON sus pantalones negros ceñidos, su vis­tosa camisa con cuello levantado, su largo pelo y sus patillas, el Rey enfrenta a la multitud.

—Me gusta comenzar mis conciertos con el himno nacional —dice por el mi­crófono con su inglés arrastrado y de vaga pronunciación—. ¿Se pondrían to­dos de pie, por favor?

Y las 15 mil personas, que copan el estadio de Seattle, se levantan.

Elvis toma la guitarra, se retuerce una vez más, toma aliento, y estalla en un violento rocanrol: «You ain’t nothing but a hound dog. . . (No eres más que un sabueso).»

La multitud, sorprendida, enloque­ce. El público de las galerías se mueve hacia arriba y hacia abajo, como una gi­gantesca estrella de mar. Ni siquiera se escucha la voz de Elvis. Ocurre en 1957.

La irreverencia será uno de los dis­tintivos de Elvis Presley, El Rey, el in­comparable, el sin par ídolo de la mú­sica popular, fallecido hace diez años.

Pero Elvis era algo más que un cantan­te. Fue un símbolo de rebelión. Un grito de lucha. Newsweek lo llama «el niño que abrió la brecha generacional». El creador de una música que los jóvenes pueden lla­mar suya, ya no de sus padres.

Eclipsa así a esas estrellas de cine y vocalistas de centros nocturnos que rei­naban en el mundo de la canción. A Frank Sinatra y Bing Crosby.

En Latinoamérica, relega a lugares secundarios a chilenos como Antonio Prieto y Lucho Gatica. Y empequeñece los triunfos de Miguel Aceves Mejías, con La cama de piedra, y Libertad Lamarque, con Fumando espero.

Todo comienza en enero de 1956 con estos sones: «Well, since my baby left me,/ found a new place to dwell/ down at the end of Lonely Street/ at Heartbreak Hotel.» («Desde que mi chica me dejó,/ encontré un nuevo lugar para vivir/ al final de la Calle Solitaria/ en el  Hotel Nostálgico.»)

Elvis tiene 21 años; su rudo y sagaz empresario, el Coronel Tom Parker, le consigue un fabuloso contrato con la RCA, que edita Hotel Nostálgico, y ven­de un millón de discos en un suspiro.

SALIR DEL MONTON

Atrás quedan los días de miseria en Tupelo, Mississippi; los días de camionero en Memphis. Atrás, sus giras por los estados del sur estadounidense, pro­movido como El Gato Montañés.

Ese mismo enero debuta en televi­sión. Canta: «Puedes quemar mi casa, ro­bar mi auto, beber mi sidra de mi viejo ja­rro; pero no pises mis zapatos de gamuza azul. Puedes hacer cualquier cosa, perc apártate de mis zapatos de gamuza azul.»

La letra debe haberla disfrutado este tímido chico que tarda un cuarto de hora en peinar su «copete» y su «gatito». Que adora la ropa vistosa. Que usa tenidas de terciopelo o de cuero. Que disfruta las chaquetas rosadas.

Que, ya en el liceo, gustaba deslum­brar, llamar la atención.

—Quería ser diferente y parecer de más edad —cuenta Elvis a una periodista en marzo del 57—. El único modo fue dejarme el pelo largo y usar ropa negra. Mis compañeros me molestaban muy a menudo por mi aspecto, pero no desistí. Incluso entonces sabía que para destacar del montón había que ser distinto.

No sólo sus canciones se ponen de moda, sino TODO él. Sus ojos adormi­lados, su boca chueca, sus contorneos y estremecimientos al cantar.

CRITICAS CRIOLLAS

Chile se llena de elvispresleys. Con casacas negras circulan sobre raudas motonetas, escuchando las primeras radios a pilas por las que sale su música.

A Camilo Fernández, entonces co­mentarista de discos de revista Ecran, le disgustaban estos imitadores. «Pantalones ajustados, patillas, pelo largo, se identifican en la calle», reseña para la Navidad del 57. «Bailan muy bien «rock» y no pierden tiempo en conversa­ciones con una muchacha: bastan los he­chos (. . .). Están reñidos con la conver­sación inteligente o culta.»

Decía que Elvis era el «creador de un estilo vocal que ha causado más daño a la música popular que todas las influencias negativas en medio siglo».

Se quejaba de «las convulsiones de Presley, su fraseo entrecortado, sus alu­siones sexuales en gestos y canciones, que se hacen groseras».

Fernández, por aquella época, tenía el remedio. «Si se necesita un modelo, es preferible imitar a Pat Boone», que era «un muchacho culto, sano, educado, uni­versitario, padre de tres hijas, enamorado de su mujer».

No estaba solo en sus ataques. En Estados Unidos, Frank Sinatra llama al rock «la forma de expresión más brutal, fea, desesperada, viciosa».

Ed Sullivan —rey de la televisión estadounidense— jura que Elvis jamás pisará su show. Pero cuando el Coronel Parker lleva a su pupilo al programa de la competencia y su rating baja brus­camente, Sullivan renuncia a todo y de­sembolsa inconcebibles 50 mil dólares para captar a Presley.

CONTORSIONES VENDEDORAS

Se presenta tres veces entre el 8 de septiembre del 56 y el 6 de enero del 57. Sólo en el tercero lo censuran: lo mues­tran de la cintura para arriba, para que no vean cómo Elvis mueve la pelvis. (Le dicen «Elvis the Pelvis».)

El crítico musical Greil Marcus está de acuerdo con la censura. El revisó los videos un cuarto de siglo después y con­cluyó: «Si apareciera hoy en televisión, el espectáculo no sería menos chocante.» A pesar de que considera a Presley «una fi­gura suprema» en la vida estadouniden­se; sin comparación.

Y por qué se mueve así. Elvis:

—En mi primera aparición después que comencé a grabar, yo estaba en un show en Memphis donde comencé a hacer eso. Estaba haciendo una canción rápida, uno de mis primeros discos, y todo el mundo estaba vociferando, y yo no sabía por qué gritaban así. Me fui del escenario y mi manager me dijo que ellos gritaban porque yo me estaba contorsionando. Bueno, volví por un bis y, entonces, hice un poco más, y mientras más lo hacía, más locos se ponían.

Pero no es tan así la cosa. A los 18, cantaba spirituals y movía las caderas, lo que ponía en situación engorrosa a sus compañeros de canto. En los estudios de RCA, Elvis …movía las caderas, lo que molestaba a los ingenieros porque se ale­jaba del micrófono. El jefe de sonido le pide que se quede tranquilo.

—No, no puedo —responde Elvis—. Lo siento. Comienzo a cantar y los mo­vimientos son involuntarios.

SIGUIENDO A JAMES DEAN

Cuando pasa a Hollywood, Elvis se propone emular a James Dean (fallecido un año antes) y a Marlon Brando, sus ídolos. Ellos representaban la primera ola de rebelión de una juventud disconforme. Surgen los beatniks, antecesores de los hippies.

Es la onda popular. En un nivel más culto, en el ensayo, la novela y, so­bre todo, en el teatro, habían surgido antes en Gran Bretaña los jóvenes ira­cundos, con Harold Pinter y John Osborne (Recordando con ira). En el mismo ámbito, crece en Estados Unidos la Beat Generation, con Jack Kerouac, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. Ellos expresan el desengaño de los jóvenes por la sociedad de consumo.

El Coronel Parker aprovecha el ci­ne como catapulta para su estrella. Se le ocurre sacar 500 copias simultáneas de la película para estrenarla en igual nú­mero de salas. Cosecha ganancias fabu­losas. Además, comercializa a paso de pulga las bandas de sonido de los fil­mes: primero como singles; luego, como álbumes.

En Chile lo instalan de inmediato en el podio de los diez actores favoritos. Lo superan Yul Brynner, Rock Hudson y, sobre todo, el inefable James Dean.

Sus bolsillos engordan una barba­ridad. En semanas llega a ganar hasta 50 mil dólares en presentaciones per­sonales, más los que le pagan por pelí­cula y por aparecer en televisión, más los millones de discos vendidos… Du­rante 1956, su primer año, recauda 1 millón 900 mil dólares.

«PREFIERO MANEJAR CAMIONES»

Primero compra un Cadillac rosa­do. Después, uno negro; otro amarillo, una limosina negra. Un Lincoln blanco; un coche deportivo Messerschmitt. Pero lo que más le gusta es pasear por las ca­lles de Memphis —¡soplado!— en su moto Harley-Davidson, llevando a bel­dades hollywoodenses como Natalie Wood, quien viaja especialmente a Mem­phis para conocer a sus padres.

También adquiere una mansión de 23 habitaciones, que denomina Graceland (La Tierra de la Gracia). En ella fa­llecerá veinte años más tarde.

Le encantan el cine y los parques de diversiones. No va así no más; los arrien­da para él y sus amigos. Y maneja los pe­queños automóviles, lanza pelotas de tra­po a los monos porfiados, dispara a las hileras de patitos y gana ositos de felpa.

Tiene sueño intranquilo. Se acuesta a las dos, a las cuatro de la madrugada, y duerme, mal, hasta mediodía.

De gustos sencillos, es bueno para las hamburguesas, el pollo asado, la car­ne de cerdo, los emparedados, la leche, los helados.

Y para contorsionarse.

El Coronel Parker y otros ejecuti­vos le han pedido que suavice sus inter­pretaciones. Elvis se opone:

—Si tengo que limitarme a mi voz, prefiero volver a manejar camiones.

Tal como crece el número de sus admiradores, aumenta el de los detractores. Con el objeto de sacarlo de circulación, gran cantidad de gente envía diariamente cartas a la Oficina de Re­clutamiento, pidiendo que enrolen al ídolo.

LA PARADOJA DE ELVIS

Finalmente, el 24 de marzo de 1958, a las 6.30 de la mañana, Elvis se incorporó al Ejército.

A su regreso en 1960, venía con el pelo a lo Sansón: cortito. Suave.

Y se dedicó a cantar baladas como su famosa versión de O Sole Mio que él llamó Ahora o nunca.

—El período previo no era hacia los adultos. Era solamente para la juventud. Ahora hace una música más pausada, más melódica. Ya dejó de ser el lolito del rocanrol con todos sus movimientos que llegaba más bien a las quinceañeras; em­pezó a llegar a todo tipo de público —explica la fan chilena Mireya Campos, profesora de alemán, que lo sabe todo sobre Elvis y posee una espectacular co­lección de más de un centenar de discos suyos.

A fines de los años 60, Elvis comen­zó a presentarse de manera habitual en Las Vegas. Le pagaban 100 mil dólares por noche.

Al momento de morir —con 115 ki­los y una docena de tranquilizantes dis­tintos en el cuerpo—, se le consideraba un destacado vocalista de centros noc­turnos. Como ésos que él mismo había eclipsado. Tenía 42 años.

Texto: Alexis Jéldrez

9 de agosto de 1987