El asesino mata otra vez

Bombástico, dinámico, eufórico, energético, vuelve Jerry Lee Lewis («El Asesino»), leyenda del rock and roll, y uno de los más importantes pianistas de rock. Lo trae la película «Bolas de fuego».

El 11 de febrero de 1990 publiqué esta crónica sobre Jerry Lee Lewis en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio». Yo ya había escrito varias otras crónicas sobre grandes del rock, como Elvis Presley, Chuck Berry, Brian Jones y John Lennon (dos veces), y me llamaron de la distribuidora de la película «Great Balls of Fire», con Dennis Quaid y Winona Ryder jovencita. Fui a una función de preestreno arriba del Teatro del Ángel. Lo atendían muy bien ahí a uno: te servían un sándwich y un trago.

Nadie conocía acá a Jerry Lee Lewis en ese tiempo. «¿Te refieres a Jerry Lewis?», me decían.

Como en varios otros artículos sobre música de los años 50, mi entrevistado fue el productor musical Carlos Arancibia Castillo, experto en rock and roll.

Este es el comienzo de la crónica en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio» de 1990.

ESTA historia ocurrió hace mucho tiempo, más de treinta años. Trata de un humilde joven de Louisiana que llega rápidamente a ser famoso, a vender un millón de discos e, incluso, a desafiar al ¡Rey del Rock and Roll!…

Todo esto ocurre muy rápido. El ascenso. Y también la caída. Cuando parece por un momento haber alcanzado la cima, su estrella se apaga y el muchacho se desploma. Cuenta con 22 años, ha tenido tres esposas, ha conocido la fama, el éxito y el fracaso, y su vida ha terminado. Lo demás, es sobrevida.

Jerry Lee Lewis y Elvis Presley nacieron el mismo año (1935), a ambos los descubrió la misma persona (Sam Phillips), grabaron para el mismo sello (Sun Records), en la misma ciudad (Memphis), el pequeño pueblo de Tennessee que le dio el vamos al rock and roll entre 1956 y 1958.

Hoy, Jerry Lee cuenta 54 años, ha tenido seis esposas (ha enterrado dos), ha bautizado a cuatro hijos (ha enterrado dos), y cuando le mencionan la película que se ha hecho sobre su vida (Great Balls of Fire se estrena esta semana en nuestro país), comenta:

No pueden hacer una película completa sobre mi vida; aún la estoy viviendo. No pueden hacer una película completa sobre mi manera de tocar el piano; aún estoy tocándolo. No pueden hacer una película completa acerca de mis esposas; aún estoy casándome con ellas.

EL DESAFÍO

Jerry Lee conoció a Myra Gale Brown, hija de su primo hermano J.W. Brown, en febrero de 1956. Él quería que J.W. le presentara a Sam Phillips:

-Yo estaba en la cocina haciendo mis tareas cuando de pronto aparece mi padre con este joven de ojos rápidos -recuerda hoy Myra para la revista People-. Era buenmozo; usaba una camisa vaquera roja y botas vaqueras, y se veía como un pequeño campesino.

Jerry Lee tenía 22 años; ella, 13. Él estaba aún casado con su segunda esposa.

Ese verano intercambiaron su primer beso en una piscina. Al poco tiempo, tuvieron relaciones. Myra revela en su autobiografía -sobre la cual se escribió el guión del filme- que un vecino la violó a los 12 años.

Mientras tanto, Jerry Lee ha grabado un primer tema, Crazy Arms, con algún éxito. Más repercusión tiene su segundo tema, Whole Lotta Shakin’ Goin’ On, pero algunas radios se rehúsan a tocarlo por obsceno.

(Whole Lotta Shakin’ Goin’ On es una canción que grabó primero Big Maybelle en marzo de 1955. Alvin Lee, de Ten Years After, le rindió un tributo en Woodstock, en 1969).

Lewis triunfa de una vez por todas con Great Balls of Fire, que hoy suena en una publicidad de cigarrillos Kent y en una espantosa mezcla perpetrada por los Mastermixers.

Pero en ese tiempo casi no se escuchó en Chile.

-Acá no tenía distribuidores -nos dice el productor musical Carlos Arancibia Castillo (47, experto en rock and roll, y quien posee una colección de casi cuarenta elepés de Lewis)-. Se le escuchó no más de cinco veces en ocho años. Posteriormente, cuando el rock and roll ya había perecido a manos del pop, la Philips chilena editó un disco de Jerry Lee. Fue hacia 1965.

Great Balls of Fire y Whole Lotta Shakin’ obtuvieron discos de oro. Breathless y High School Confidential pasaron raspando. Convertido en gran estrella, El Asesino (su apodo desde niño) le pidió a Myra que se casaran. No le costó convencerla: a ella le cargaba el colegio (iba en Octavo) y le tenía pavor a la Bomba (atómica).

Justo en este momento, Elvis se va a hacer el servicio militar a Alemania. Le queda el camino libre a Jerry Lee para convertirse en el nuevo Rey del Rock and Roll.

Esta es la segunda página y final de la crónica de 1990 en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio».

EL ESCÁNDALO

Lo tiene todo. Es bastante más salvaje que Elvis, más iracundo, más espectacular. Pese a que su instrumento, el piano, lo obliga a una posición más bien estática, le saca todo el partido posible, y hace una ventaja de una desventaja. Es peligroso pararse detrás de él cuando está tocando: en algún momento arrojará la banqueta lejos, se parará, seguirá tocando con una mano mientras con la otra se saca la corbata y la chaqueta, y nunca pierde el compás de boogie-woogie que lo caracteriza. Luego, insólitamente, martillea el teclado con los codos, las rodillas, los pies, el trasero. Sin perder el compás.

Se le considera el padre de los tecladistas de rock como Elton John o Billy Joel. Más importante que Fats Domino o Little Richard. Insuperable. El día que se presentó el filme Great Balls of Fire en Estados Unidos, el tecladista de un conjunto actual comentó:

-Lewis inventó el piano de rock and roll. No sé cómo puede tocar tan rápido. Cuando lo hago, quedo con tendinitis.

En mayo de 1958, como un nuevo Alejandro Magno, Lewis se lanza a la conquista del mundo. Estados Unidos le aprieta por aquí. Le queda estrecho. Llega a Inglaterra (donde es más popular que Elvis) para comenzar su primera gira europea.

El Asesino insistió en llevar a Myra. Su manager le advirtió que no era buena idea. Cuando llegan al aeropuerto, un reportero le pregunta:

-Y usted, ¿quién es?

-Soy su esposa -contesta la niña con naturalidad.

El escándalo fue grande. La gira fue anulada. En Estados Unidos muchas radios prohibieron sus discos.

Aquí termina la película, pero no la vida de Jerry Lee Lewis. Ojalá Jerry Lee hubiera podido también bajar el telón y poner The End, pero la vida no es así. Los hombres tienen su cuarto de hora; después, son fantasmas con tristes papeles en Las Vegas, ¿o no, Elvis? Este fue el corto cuarto de hora del salvaje Jerry Lee Lewis.

EL EPÍLOGO

Ellos siguieron casados trece años más (el matrimonio más largo del Asesino).

A fines de los años 60, Jerry Lee bebe mucho. Afuera, la engaña. En casa, la golpea. Hacia 1969, Myra vive tomando tranquilizantes. Una noche, la llama Jerry Lee y la empieza a insultar por teléfono. Myra toma el revólver del velador y le dice que se va a volar la cabeza. El Asesino le responde:

-Pon el teléfono cerca, para poder oírlo.

Eso fue lo último. Myra se dio cuenta de que ya había aguantado demasiado. Lo abandonó por el detective que había contratado para documentar las infidelidades de Jerry Lee. Hoy, es una corredora de propiedades de éxito en Atlanta.

Jerry Lee sigue actuando. Llegó a tener cerca de 250 presentaciones por año hasta que en 1981 casi lo dieron por muerto debido a una úlcera estomacal. Su estilo de tocar el piano es siempre el mismo: endemoniado, diabólico, aunque él siente que es un talento divino.

-He tenido una vida realmente dura, pero no creo que vaya al infierno. Si lo pensara, probablemente haría algo acerca de ello muy rápido.

La preocupación es dura, pues Jerry Lee, como su primo Jimmy Swaggart, fue criado en la fe pentecostal, en la que el Demonio es cosa seria.

Respecto a su primo Jimmy Swaggart, que visitó Santiago y Bucalemu hace tres años, Lewis dice:

-Tengo que ponerlo en el buen camino de nuevo. Y él probablemente dirá lo mismo de mí. ¡Ah, pero todos somos seres humanos y cometemos errores! No somos perfectos.

La crónica completa. Fue acompañada de un programa en la Radio Infinita el domingo 11 de febrero de 1990 y de una publicidad del Toyota Corona 90, «la elegancia de la nueva década».

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