El aporte de Robert Graves: El declive de las sociedades matriarcales

julio 17th, 2025

«Durante el lento progreso del cristianismo, un deseo por la restauración secreta de la Diosa Madre antigua se extendió desde los campesinos hasta la clase alta. En la actualidad, para la mayoría de los católicos, la Virgen María es una fuente de inspiración mucho más importante que la de su hijo.»

«Ahora, los católicos que necesitan consuelo espiritual se arrodillan ante la Virgen María en vez de hacerlo ante el crucifijo de su Hijo sufriente.»

En la Europa antigua no hubo dioses masculinos. Las primeras diosas fueron mujeres.

Fuimos a La Furia del Libro en el Centro Cultural Estación Mapocho. Había mucha gente.
La Venus de Willendorf, probablemente una Diosa Madre de la fertilidad. Data de entre los años 27.500 y 25.000 a. de C. (CC BY 2.5)

A FINES DE MAYO, fuimos, como siempre, a la Furia del Libro en el Centro Cultural Estación Mapocho. Fue un éxito total. Estaba lleno de gente. Era difícil aproximarse a muchos stands.

El único libro que me compré fue «El paraíso universal: Ensayos sobre mitología, religión y cultura«, de Robert Graves (Saposcat, 2019), un hermoso libro, que me costó 15 mil pesos, y que ya está agotado. El título en inglés que publican es: «Difficult Questions, Easy Answers» (1964). Trae un prólogo de Neil Davidson, a quien no conozco; no sé quién es. Un buscador me lleva a un importante sociólogo marxista escocés que falleció en 2020, pero claramente no lo escribió él.

Como Traductor Inglés-Español y Francés-Español, titulado en la Universidad Católica en enero de 1978, yo considero que la traducción -de Lucía Graves, hija del autor- no es buena. Puedo dar ejemplos.

Yo había leído «Rey Jesús«, de Graves (y, por supuesto, vi «Yo, Claudio«), y sabía de sus conocimientos de la mitología antigua, pero nunca me imaginé todo lo que me iba a aportar en esta aventura a la que me he lanzado que no sé hacia dónde me conduce. Y que comenzó cuando, en junio de 2022, visitamos Vindolanda en el norte de Inglaterra con mi hijo. Allí supimos que había numerosas dedicatorias religiosas relacionadas con la Dea Syria y una especial a la diosa Hammia,

«Cuando al fin el cristianismo sustituyó la deteriorada religión olímpica, sus cinco diosas principales fueron destronadas y un sacerdocio cristiano y célibe asumió el control de toda la moralidad pública», escribe Graves (p. 61). «Su dios, tomado de los judíos, aún es adorado como un monarca oriental del primer milenio antes de Cristo, cuyos cortesanos se pasaban el tiempo alabando sus poderes irresistibles. De él aprendieron a tratar a las mujeres como seres inferiores e irracionales; o sea, como sus esclavas innatas«.

En la Europa antigua no había dioses masculinos, afirma Graves.

Acá descubrimos que estamos en el medio de una batalla entre feministas y machistas; entre sociedades matriarcales y sociedades patriarcales. Una batalla que las mujeres siguen perdiendo.

Pero la primera diosa fue una mujer. Las primeras diosas fueron mujeres.

Esto verdaderamente es fuerte.

Graves afirma que en la Europa antigua no había dioses masculinos (p. 60). A principios del segundo milenio antes de Cristo, «cuando los pastores patriarcales del este poco a poco conquistaron los reinos aún matriarcales de Europa, arrebatando finalmente a las mujeres todo poder religioso y político, el cambio de gobierno no sólo supuso una glorificación de la conquista masculina, sino que el despojo gradual de las mujeres de su antiguo control sobre todos los oficios, hasta entonces bajo el mando de la diosa, con lo cual terminó el reinado del amor materno«.

CÓMO EMPEZÓ TODO ESTO

En «Una historia de Dios» (Paidós, 2017), Karen Armstrong expresa que, en el paleolítico, cuando se estaba desarrollando la agricultura, el culto a la Diosa Madre expresaba la idea de que la fertilidad que transformaba la vida humana era sagrada. «Los artistas esculpían estatuas representándola como una mujer desnuda y embarazada; los arqueólogos han encontrado ejemplares de ella en toda Europa, en Medio Oriente y en la India».

Durante muchos siglos, persistió en la memoria la importancia de la Gran Diosa Madre. Ella era más poderosa que el Dios del cielo (Armstrong, p. 29). El Dios del cielo era una figura secundaria. Los sumerios la llamaron Inana. Los babilonios, Ishtar. Los cananeos, Anat (en la traducción del libro de Robert Graves mencionan que la llamaban «Anatha» en Siria y Palestina, y que fue diosa compañera de Jehová). En Egipto, era Isis. En Grecia, Afrodita. En Roma, Venus.

«En todas estas culturas se inventaron historias muy parecidas para expresar su función en la vida espiritual del pueblo», dice Armstrong (p. 29).

Durante muchos años, persistió en la memoria la importancia de la Gran Diosa Madre, dice Armstrong.

Graves afirma que mientras avanzaba lentamente el cristianismo, se intentó una «restauración secreta» de la Diosa Madre antigua desde los campesinos hasta la clase alta. «En la actualidad, para la mayoría de los católicos, la Virgen María es una fuente de inspiración religiosa mucho más importante que la de su hijo» (p. 67). Que los católicos que necesitan contención, consuelo espiritual, «se arrodillan ante la Virgen María en vez de hacerlo ante el crucifijo de su Hijo sufriente».

Cuando una persona se encuentra en apuros, prefiere el apoyo de una madre tranquila, dice Graves.

Históricamente, la Virgen representa la voluntad de vivir, de curar y de amar.

Fue creciendo cada vez más fuertemente la necesidad de tener una gran diosa entre los campesinos y ciudadanos mientras sus soberanos guerreros los atormentaban y explotaban en nombre de Dios (Graves, p. 61). Los santos locales demostraron ser insuficientes y «esta necesidad fue satisfecha al fin por un culto de la Virgen María, la cual fue identificada por los místicos cristianos, al principio secretamente, con el espíritu de la sabiduría divina«.

«Ya por la Edad Media se la adoraba públicamente como la Reina de los Cielos, y de ella salieron divinidades (abosom) locales llamadas Nuestra Señora de tal o cual lugar. Pero el relato verdadero sobre sus orígenes la Iglesia cristiana nunca lo divulgó.»

Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Fátima…

La Virgen del Carmen, Reina y Madre de Chile.

La religión cristiana no nació de la nada. Viene impregnada de todas las otras religiones e influencias que existían en los primeros siglos de la era cristiana: la cultura griega, la filosofía griega (los estoicos, los neoplatónicos), las religiones de los misterios, los gnósticos, las religiones paganas, el mitraísmo (que en ese tiempo era un «hit»)…

En Carrawburgh, quedan los restos de un fascinante templo a Mitra. Los romanos llamaban a este fuerte Brocolitia. Es del siglo III d. de C. Los altares que se encuentran en el Templo de Mitra son réplicas. «Los altares originales se encuentran en una reconstrucción a tamaño real del interior del Carrawburgh Mithraeum, que se exhibe en el Great North Museum de Newcastle.» Nos perdimos este museo cuando llegamos a Newcastle en el Citroën C3 que habíamos arrendado en Liverpool. La verdad es que, a esas alturas, ya no podíamos ver a un romano ni en pintura. Después de haber pasado varios días en Carlisle (Cumbria), y haber visitado varios museos romanos de los alrededores, estábamos verdaderamente saturados de romanos, y nos dedicamos más bien a buscar el bar donde podrían haber tocado en sus comienzos The Animals con Eric Burdon (no lo encontramos).

Un altar que fue encontrado en Carrawburgh dedicado a Mitra por Marcus Simplicius Simplex, prefecto. Se le ponía una lámpara atrás, y los rayos se iluminaban. (Carole Raddato – CC BY-SA 2.0

«Los altares fueron consagrados por los comandantes de la Primera Cohorte de Bátavos, estacionados en el fuerte en los siglos III y IV. Tras ellos, y asentada en la cornisa, habría una escultura que representaba la acción central de la religión: Mitra capturando y matando al toro primigenio en una cueva. De esta matanza surgieron todos los beneficios de la humanidad. Para reflejar la escena, los altares eran oscuros y sombríos», señala David Breeze en Hadrian’s Wall (English Heritage, 2006, p. 23).

«The altars were dedicated by the commanding officers of the First Cohort of Batavians stationed at the fort in the third and fourth centuries. Behind them, and seated on the ledge, would have been a sculpture of the central action of the religion, Mithras capturing and killing the primeval bull in a cave. From this slaying sprang all the benefits of mankind. In order to reflect the scene, mithraea were dark and gloomy.»

Volviendo a María, en «The Virgin Goddess: Studies in the Pagan and Christian Roots of Mariology«, Stephen Benko describe el proceso por el cual María se convirtió en «el rostro femenino de Dios» o en la imagen espiritualizada de la iglesia y escribe: «María terminó por ser declarada como la “Madre de Dios”, lo cual es un término totalmente pagano lleno de nuevo significado cristiano. ¿Acaso María se convirtió en una diosa cuando se realizó tal afirmación? La respuesta de los cristianos fue, y sigue siendo, un indignante «¡no!», pero, de hecho, María asumió las funciones de las divinidades femeninas paganas y, para muchas personas cristianas y piadosas, ella hizo, y sigue haciendo, todo lo que las antiguas diosas solían hacer».

«Si Dios está al comienzo de todo, ¿cómo puede haber una ‘madre de Dios’?», me comentó una vez un nestoriano. (Se reunían en la iglesia de Pedro de Valdivia con Grecia.)

Stephen Benko, un teólogo cristiano de tradición bautista, era profesor de Historia Antigua e Historia del Cristianismo Primitivo en la Temple University of Philadelphia (Departmento de Religión y Filosofía). Para él es importante el lugar que ocupa la «Reina del Cielo» en el cristianismo. Remonta las raíces de María a reinas celestiales de Grecia, de Roma y del Mediterráneo: Artemisa (Diana), Astarté, Ceres, Cibeles, Deméter, Ishtar, Isis…

«El cristianismo no añadió ningún elemento nuevo a la religión cuando introdujo en su teología conceptos tales como ‘Virgen’ y ‘Madre’; en lugar de esto, avivó y perfeccionó las imágenes que ya existían en numerosas formas en la mitología pagana», comentó Benko.

La combinación de creencias de diferentes tradiciones («sincretismo«) es habitual en las religiones mediterráneas.

«La Virgen María, uno de los principales pilares de la religión cristiana, no es una creación ex nihilo de esta religión, sino que tuvo su origen en divinidades anteriores que podemos retrotraer hasta la Isis egipcia. Tanto sus características de madre divina como la iconografía que la ha representado a lo largo de más de cuatro milenios nos llevan a concluir que la madre de Jesús es un ejemplo del sincretismo religioso del que no está exento ningún corpus religioso», señala José Ramón Urios de la Iglesia en su Trabajo Final de Carrera: «De Isis a María: un ejemplo de sincretismo religioso. Evolución iconográfica de la Diosa Madre desde el antiguo Egipto hasta el cristianismo» (Universitat Oberta de Catalunya, UOC, 2023).

Lo mismo plantea Katherine Burdick, de la institución católica Providence College (Rhode Island) en «El poder de las madres: Una comparación de la diosa egipcia Isis y de la Virgen María durante el Imperio Romano a través de la literatura y del arte«.

Katherine Burdick escribe que el pueblo romano estaba buscando una figura religiosa porque su panteón original les pedía que buscaran algo más. «Tanto Isis como María eran interesantes (‘intriguing’) para el pueblo romano porque satisfacían sus demandas de una figura maternal y protectora».

Las personas, los seres humanos, necesitan una figura que los proteja. Esto es natural. Esto no es extraño. Se necesita esa protección. No de un ser sobrenatural, no de una potencia divina. De un ser que, como nosotros, nació de mujer. Somos los seres humanos. Los seres nacidos de una mujer. No somos dioses. No somos sobrenaturales. Necesitamos protección. Necesitamos ayuda. Necesitamos que nuestra madre esté allí siempre.

Katherine Burdick cita a Stephen Benko: «Los conceptos paganos y cristianos del papel de la mujer acá corren uno al lado del otro hasta que el concepto pagano converge con el cristiano y María emerge como la figura suprema». Esta misma cita en su original en inglés: «Pagan and Christian concepts of the role of the woman here run side by side until the pagan concept converges with the Christian one and Mary emerges supreme«.

And Mary emerges supreme.

Necesitamos esa protección.

Cómo viví el estallido social el viernes 18 de octubre de 2019

mayo 5th, 2025

Esa tarde fue una pesadilla. Caminé más de cinco horas para llegar a mi casa. No había carabineros en ninguna parte.

CUANDO se produjo el «Estallido Social», en octubre de 2019, existían las «Notas» de Facebook, y yo las usaba con mucha frecuencia. Ahí publiqué estas líneas en las que dejé establecido lo sorprendente que fue el viernes 18 de octubre de 2019. Sobre todo porque no había policías en ninguna parte. El texto tuvo mucho éxito y comentarios. «No estaban. Es evidente para cualquiera que haya estado en la calle estos días.» (B. Salas) «¡Buenísimo relato!, y varios colegas que viven en el Centro dicen lo mismo; no había ni un carabinero» (G. López) «¡Bien, Alexis! Y subscribo las medidas que propones. ¡Abrazo! (R. Torres) «Esta tarde, en Nantes, Francia (como en otras ciudades de Europa), solidaridad con Chile en movimiento». (P. Rojas) «También en París, Berlín y ¡en mi barrio Dardignac! (R. Torres) «¡Que certero, Alexis! (J.P. Gil). «¡Qué buena, Alexis Jeldrez! Me encanta tu relato, la cotidianeidad, los detalles. ¡Hace tan auténtico lo que otros no quieren reconocer!» «¡Felicitaciones, primo!! ¡Ta pasaaaaaste!» (J.L. Jéldrez) 

Las protestas de octubre de 2019 en La Reina eran muy civilizadas. Con cuencos de cuarzo y campanas. Gente culta, intelectual, mística. Música. Yo llevé una cajita de madera (que no sonaba nada) y un pito de árbitro.

ESTA mañana, veía “Estado Nacional” en TVN, y la diputada Karol Cariola manifestaba su sorpresa porque no había carabineros en ninguna parte cuando se produjeron los mayores actos de vandalismo el viernes 18 de octubre. Podría ser una maniobra, dijo la parlamentaria. Frente a ella, el senador Andrés Allamand le puso su peor cara (daba susto) y le levantó la voz. Le pareció inaceptable que la diputada comunista esbozara esa teoría. (La teoría de un montaje.)

Yo estuve ahí.

El viernes 18 de octubre en la tarde, a la hora del té, nos juntamos con mi compadre Hugo San Martín a escuchar música en la glorieta de la Plaza de Armas. Creíamos que iban a tocar salsa, pero había un grupo de jazz antiguo con clarinetes, trombón, saxo, contrabajo y una mujer con dedales que tocaba ese instrumento de percusión donde antes se lavaba ropa. Estilo New Orleans.

Yo había tomado todas las precauciones para no usar el metro. Ya había tenido que ir al Centro el miércoles anterior, y había utilizado solamente micros. De hecho, me encontré en Ahumada con los colegiales evasores: me dio la impresión de que tenían entre 12 y 14 años. Detrás de ellos, iban muchos carabineros de tránsito (esos con correas blancas).

Terminamos de escuchar a los jazzistas con Hugo, nos tomamos un café y un té (y un jugo de piña), y nos dispusimos a retirarnos a nuestros domicilios. Eran pasadas las 8 de la tarde, y había cacerolazos abundantes en todos los departamentos. Mi compadre se dirigió hacia la avenida Perú, donde su hijo lo trasladaría en auto. Yo me puse a caminar hacia Santa Isabel con Seminario, el paradero terminal de la D18. Mientras tomábamos el café, veíamos en los televisores que el Ministerio de Transportes había dispuesto que hubiera más buses para sustituir al metro.

Pensé que encontraría una micro.

Una gran amiga de mi hija era vecina en La Reina, y nos encontrábamos en las protestas. Mi cajita de madera no sonaba mucho…

Pero en este viernes 18 de octubre las calles del Centro eran una verdadera batalla campal, y, tal como lo manifestó la diputada Karol Cariola, no se veía ningún carabinero. Esto era muy extraño.

Ya el miércoles en la tarde, cuando me dirigía al Centro, había fogatas y bombas lacrimógenas en la esquina de Alameda con Mac-Iver. Ese día tuve que meterme por París y Londres, y cruzar por Estado.

Ahora, no sabía qué hacer. Toda la Alameda era una sola fogata, y, aunque el senador Allamand se enfurezca, no había un carabinero. Los encapuchados se habían tomado la Alameda.

Crucé, aterrorizado (había explosiones), por el costado del cerro Santa Lucía. Un ciclista casi me atropelló (él iba contra el tránsito). Todos los basureros estaban con fuego. Los encapuchados se dedicaban a sacar las rejas y las cruzaban en la calle. Pasé muy cerca de donde se produciría el incendio después en Enel (la antigua Endesa) en Santa Rosa.

Finalmente, muerto de susto, por Lira, llegué a Diagonal Paraguay y tomé por Portugal hacia Santa Isabel. Cuando pasé frente a la Posta Central, una enfermera le comentaba a otra que su hermano era carabinero y que estaban todos acuartelados. Puede haber sido verdad, porque —aunque me grite el senador Allamand, y me ponga caras espantosas— no había ningún carabinero en ninguna parte, y podía pasar cualquier cosa. Esto era muy extraño.

Cuando pasé por el Plaza Victoria, un grupo de músicos bajaba sus instrumentos.

Yo partí del Centro a las 20 horas, y llegué a mi casa a 25 para las 2 del día siguiente (sábado 19 de octubre). Son apenas 10 kilómetros, y según Google no debí demorarme más de dos horas, pero yo me detuve varias veces porque pensé que, como había anunciado el Ministerio de Transportes, de repente pasaría alguna micro. No fue así. No pasaba nada.

En la esquina de Bustamante con Santa Isabel, había una alegre protesta que sólo se cruzaba en la calle cuando había luz roja, y bailaban tocando cacerolas.

Me instalé en el paradero de la D18 un buen rato para ver si pasaba algo, pero fue inútil. Me puse a caminar por Santa Isabel. La vida seguía su curso habitual. En los bares y restaurantes se veía mucha gente disfrutando de sus cervezas. El Bar de René estaba lleno.

Me senté en una cómoda banca frente al Emporio El Caramaño y llamé a mi hija, que vive por ahí. La pasé a saludar (y a mi nieto, y a mi yerno); me convidó un tecito y un vaso de agua, y me dispuse a caminar por Santa Isabel, Diagonal Oriente y Simón Bolívar hasta mi casa. Todo estaba tranquilo. No pasaba nada.

Se me hizo largo ese trayecto.

Cuando llegué al Cine Hoyts de La Reina (hoy, Cinépolis), descubrí que El Panzón de Bustamante estaba abierto, y me serví un churrasco italiano con un schop Heineken. Ya era más de medianoche.

No se veía un policía por Américo Vespucio.

Subí a mi barrio por Echenique, y al llegar a mi casa estaban abiertos los bares del barrio, que son El Gauchito y El Autóctono. Eran las 1 y media, pasadas, y nunca vi una micro ni un carabinero.

Era muy extraño.

Al día siguiente, sábado 19 de octubre, me sumé a las protestas acá en mi barrio, en Príncipe de Gales con Salvador Izquierdo. Esta protesta se podría llamar: “Está mal pelao el chancho”, o “Unos pocos tienen mucho, y muchos tienen poco”. O: “La élite no entiende nada de lo que le pasa a la ciudadanía”.

Protestas en La Reina el sábado 19 de octubre.

También podría llamarse: “La rebelión de los patipelaos”.

El Presidente de la República todavía cree que cuando uno usa tarjeta de crédito piden el carnet…

La famosa periodista no sabe que cuando uno va al estadio, le piden el carnet…

Se ha producido una desconexión, una falta de empatía, entre la cúpula, la clase dirigente, la élite, y la ciudadanía (“los patipelaos”).

Y esto hace que se pongan chistositos, que se crean “humoristas”. Un ministro sugiere que las personas —que sufren para llegar a fin de mes— compren flores porque están más baratas. Otro, que salgan de madrugada de sus casas porque el metro les costará más barato; es decir, que en vez de pasar cuatro horas metidos en el transporte público pasen seis horas incrustados en micros y metros porque así se ahorran varios pesos.

Otro ministro sugiere que las personas van a los consultorios a hacer vida social…

Esto indigna.

Este tipo de pan de dulce es el que sugirió la princesa Victoria, tía de Luis XVI. (CC BY-SA 3.0)

La indignación fue aumentando, y reventó.

A mí me recuerda la Toma de la Bastilla, del martes 14 de julio de 1789. También me acordé de María Antonieta. “Si no tienen pan, que coman pasteles”. La leyenda sostiene que María Antonieta, reina de Francia y esposa de Luis XVI, dijo estas palabras en la ventana del castillo de Versalles, frente al pueblo parisino que se dirigía al rey para quejarse del aumento del precio del pan. Al final, lo cierto es que la frase la pronunció una tía de Luis XVI, y no su mujer (que murió guillotinada).

El sábado 19 de octubre, me sumé a las protestas acá en mi barrio, en Príncipe de Gales con Salvador Izquierdo. Llevé un pito de árbitro para hacer ruido. Era todo muy civilizado, muy decente. Cantando, saltando, bailando, haciendo música. Había varios tambores, y por lo menos otro pito de árbitro. Al comienzo, éramos alrededor de una veintena, pero al final, pocos minutos antes del toque de queda, casi un centenar.

Algunos niños (menores de 13 años) intentaron hacer destrozos, pero unas señoras los controlaron. La violencia y la destrucción es una tentación cuando se forman estas multitudes. La turba se comporta de otra manera.

Pero acá la idea era protestar pacíficamente.

La situación es difícil, y la solución no es fácil, sobre todo cuando uno ve la soberbia y la falta de humildad de la clase privilegiada. En “Estado Nacional” habló el subsecretario Rodrigo Ubilla con una agresividad y una violencia que no garantizan nada bueno.

Como tuiteó la diputada Karol Cariola, lo que “sucede hoy en Santiago no es resultado ni de partidos ni de organizaciones, fue malestar directo de la gente”. Acá no hay líderes. Esto es un estallido social. Malestar ciudadano. La gente se aburrió.

La gente se aburrió de la displicencia, de la indolencia. Me acordé del criticado video de la ministra Marcela Cubillos, con su falta de interés en lo que piensan las otras personas. “Perdieron las elecciones, y nosotros tenemos otras ideas”…

Creen que se las saben todas.

Buscan descomprimir la situación, pero no saben cómo. El 1% más poderoso del país; el 0,1% más poderoso del país; el 0,01% más poderoso del país no quiere ganar menos plata, y siente que eso está bien.

Este no ha sido un estado de excepción. Ha sido un Estado de Decepción.

ALGUNAS MEDIDAS QUE PODRÍAN AYUDAR

  • Aprobar las 40 horas ahora.
  • Duplicar el salario mínimo ahora.
  • Duplicar las pensiones mínimas ahora.
  • Masificar las farmacias populares ahora.
  • Terminar con el IVA a los medicamentos y a los libros ahora.
  • Terminar los abusos ahora.
  • Cambiar la Constitución ahora.
  • Terminar con las reelecciones de diputados, senadores y alcaldes ahora.
  • Rebajar a la mitad la dieta parlamentaria ahora.
  • Dejar de arrendarles autos a los parlamentarios ahora.
  • Dejar de pagarles hoteles a los parlamentarios ahora.
  • Reducir a la cuarta parte los sueldos de notarios y de conservadores de bienes raíces ahora.
  • Terminar con la idea de la “reintegración tributaria” ahora.
  • Recuperar los Ferrocarriles del Estado ahora.
  • Recuperar la Empresa de Transportes Colectivos del Estado ahora.
  • Subsidiar el transporte público ahora.
  • Subsidiar una educación pública de calidad ahora.
  • Prohibir los chistes de los ministros.

Más notas:

P. Rojas entregó un comentario más largo, que merece párrafo aparte: «Muchas gracias, Alexis Jeldrez, por tu crónica ‘En la calle’. Hay un momento que he apreciado particularmente, probablemente porque con él me puedo identificar perfectamente: el churrasco italiano con el chop de Heineken. La historia empieza a ‘la hora del té’. Me gusta que así sea, es un buen momento, un buen pitazo de tren o balazo de pista de atletismo para que Ulises inicie su travesía. Cuarenta y cinco años lejos de Santiago de la Nueva Extremadura, la composición que tengo de las calles de la ciudad es bastante borrosa. Ese viejo pergamino del Santiago que fue, impreso en mi memoria, se superpone al trazado de algunas avenidas que han sido remodeladas y que no me son familiares. Por ahí voy, por ahí me llevas, un poco a tientas. Hay un primer alto, como quién diría ‘para abrevar el caballo’, un tecito y agua. La diligencia puede continuar su andanza. Y después, aquel momento al que ya hice alusión, aquella pausa que le ofreces al lector para que se restaure del accidentado recorrido. ‘Era más de medianoche’, dices. A esa hora el caminante merece su sabroso churrasco, acompañado por su vivificante chop de cerveza. Para mí, es un hito fundamental del relato. No lo refieres, pero puedo imaginar el cansancio, el calor en Santiago en una noche como ésa. Hay una medida, una especie de pauta que llevo en mí desde la adolescencia: ‘El vaso de leche’, relato de Manuel Rojas. Dar a sentir el hambre, el cansancio, la sed, el sueño… y sus contrarios: la saciedad, la energía, la esperanza… Así lo siento yo: tu crónica me permite nutrirme, alimentar la esperanza que la humanidad siga avanzando.» 

Cómo lo veía el emperador Adriano: El surgimiento de la intolerancia

abril 30th, 2025

«Se me presentaba la ocasión de ensayar, en ese espacio bien delimitado que va de una costa a otra, un sistema de defensa que más tarde podía aplicarse en otras partes».

«La erección de la muralla significaba la primera prueba irrefutable del poder protector de Roma».

«Aquella línea de defensa se convirtió en el emblema de mi renuncia a la política de conquistas».

El emperador Adriano vivió entre los años 76 y 138. Fue emperador del Imperio Romano entre 117 y 138, el tercero de «los cinco emperadores buenos». (Busto de Adriano en los Museos Capitolinos. Marie-Lan Nguyen – Trabajo propio. Dominio público.)

A COMIENZOS DE FEBRERO fui, como siempre, a la Feria del Libro Usado de la Universidad Mayor, ahí en Santo Domingo con Mac-Iver. Me compré las «Memorias de Adriano«, de Marguerite Yourcenar, con la maravillosa traducción del inigualable Julio Cortázar. Es una edición española de 1992 (Edhasa, «narrativa contemporánea»). Bonito libro, con hojas gruesas. Allí, el emperador Adriano confiesa de dónde surgió la idea de construir el muro: «Apenas tres meses antes de mi llegada, la Sexta Legión Victoriosa había sido transferida a territorio británico. Reemplazaba a la malhadada Novena Legión, deshecha por los caledonios durante la revuelta que nuestra expedición contra los partos había desencadenado como contragolpe en Bretaña». (p. 143)

Los «caledonios» eran unos pueblos celtas (bastante feroces) que habitaron la región que hoy conocemos como Escocia.

Ahí tenía Adriano la razón para construir su muralla.

Una sandalia que se expone en el Museo de Vindolanda. (By Colgill – Own work, CC BY-SA 4.0)

Adriano visitó Bretaña en el año 122 d. de C., avisa el libro «Hadrian’s Wall«, de David Breeze (English Heritage, 2006). When we visited Vindolanda in June, 2022, my son gave me this «handsome guidebook, that provides maps, plans and tours of the important sites, as well as a history of the Wall and its associated forts».

El Muro de Adriano tiene 117 kilómetros de largo.

«Inspeccioné personalmente buena parte de los trabajos, emprendidos simultáneamente sobre un terraplén de ochenta leguas; se me presentaba la ocasión de ensayar, en ese espacio bien delimitado que va de una costa a otra, un sistema de defensa que más tarde podría aplicarse a otras partes».

Nosotros, con mi hijo, recorrimos toda esa zona, de costa a costa, pero nuestro centro de operaciones estuvo en Carlisle (Cumbria). Arrendamos un Citroën C3, con el que fuimos, de ida y vuelta, entre Liverpool y Newcastle. Íbamos muy despacio, porque no está permitido circular a mucha velocidad. La campiña inglesa es verdaderamente hermosa.

Hacia el año 370 d. de C., los romanos comenzaron a abandonar el Muro de Adriano.

«El siglo II me interesa porque fue, durante mucho tiempo, el de los últimos hombres libres», señala Marguerite Yourcenar.

«El siglo II me interesa porque fue, durante mucho tiempo, el de los últimos hombres libres», escribe Marguerite Yourcenar. La cita proviene de una carta de Gustave Flaubert: «Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo«.

«Memorias de Adriano».

Era el fin de las religiones politeístas y el comienzo de las monoteístas. Se comienza a imponer la intolerancia.

«Durante la guerra con los judíos, el rabino Josuá me explicó literalmente ciertos textos de esa lengua de sectarios, tan obsesionados por su dios, que han desatendido lo humano«, señala Adriano (p. 41).

Mi hijo me regaló el libro «Hadrian’s Wall», de David Breeze, perteneciente a la colección English Heritage. Tiene 60 páginas.

¡Qué fuerte resuena esto en el año 2025!

Karen Armstrong afirma en «Una historia de Dios» (capítulo 2, «Un solo Dios») que la intolerancia, desgraciadamente, es una característica del monoteísmo.

Adriano siente poca simpatía por la secta de los cristianos (p. 81). Los considera «fanáticos». «Toda tolerancia acordada a los fanáticos los mueve inmediatamente a creer que su causa merece simpatía» (p. 224). Quiso estudiar la vida del joven profeta Jesús, fundador de la secta. «Aquel joven sabio parece haber dejado preceptos muy parecidos a los de Orfeo, con quien suelen compararlo sus discípulos.» Adriano se deleitó con el encanto, la dulzura y la ingenuidad de esa gente sencilla «que se aman los unos a los otros». Pero, bajo esa inocencia recatada y desvaída, Adriano «adivinaba la feroz intransigencia del sectario frente a formas de vida y de pensamiento que no son las suyas» (p. 225).

Adriano no tardó en cansarse de «esos retazos de filosofía torpemente extraídos de los escritos de nuestros sabios». Estaba preocupado por «nuestras antiguas religiones, que no imponen al hombre el yugo de ningún dogma».

A mí me encanta comer palta (aguacate). Yo la sirvo fileteada, con sal, pimienta, aceite de oliva y limón. Pero estoy consciente de que a muchas personas les gusta molida (muy molida) sin pimienta ni limón, pero jamás sería tan salvaje como para atacar con un cuchillo y matar a quien no le gusta la palta como a mí me gusta. La intolerancia comenzó con estas religiones monoteístas: judíos, cristianos y musulmanes. Esto fue un gran error.

Nietzsche escribió en «El Anticristo» que en el Nuevo Testamento había un solo personaje admirable. Se refería a Poncio Pilatos, y a cuando dice «¿Qué es la verdad(Juan 18:38).

Adriano observa que lo peor en estas culturas fanáticas era el odio, el desprecio recíproco, el rencor. «Israel se niega a ser solamente un pueblo entre los otros pueblos, poseedor de un dios más entre los dioses. Los más salvajes dacios no ignoran que su Zalmoxis se llama Júpiter en Roma; el Baal púnico del monte Casio ha sido identificado sin trabajo con el Padre. Los egipcios, tan orgullosos de sus fábulas diez veces seculares, consienten ver en Osiris a un Baco cargado de atributos fúnebres; el áspero Mitra se sabe hermano de Apolo. Ningún pueblo, salvo Israel, tiene la arrogancia de encerrar toda la verdad en los estrechos límites de una concepción divina; ningún otro dios ha inspirado a sus adoradores el desprecio y el odio hacia los que ruegan en altares diferentes». (p. 239)

Estatua del Baal de Ugarit con un rayo. Musée du Louvre. (Dominio público.)

En «Hadrian’s Wall», de English Heritage, mencionan que los soldados romanos apostados en el norte de Bretaña eran muy aficionados a las «mandas». A cambio, muchas veces construían altares o santuarios, o sacrificaban algún animal (p. 22). Algunos de los dioses locales se asimilaron a dioses romanos: Marte con Belatucadrus, Apolo con Maponus. Otros fueron introducidos por las unidades extranjeras, como es el caso de los arqueros hamianos y su Diosa Madre. «Los templos de estos dioses eran edificios pequeños, ya que, para los romanos, la religión era un asunto personal». (p. 22)

Nosotros vimos muchos de estos restos de altares y santuarios en el Muro de Adriano, y nos sorprendió este punto de vista tolerante. Incluso nos pareció divisar un altar cristiano, que al parecer pertenecía a un comandante.

El mitraísmo era enormemente popular. Se han excavado muchos templos a Mitra. Varios de estos templos fueron destruidos con particular encono por los cristianos, que consideraban que el mitraísmo era una copia de sus propias creencias (p. 22).

Sir James George Frazer se refiere a la inmensa popularidad del culto de Mitra en el capítulo 10 («El dios ahorcado») de «La rama dorada«. Dice que, en cuanto a las doctrinas y los ritos, «el culto de Mitra parece tener muchos puntos de semejanza no tan sólo con la religión de la Gran Madre de los Dioses, sino que también con el cristianismo. La semejanza extrañó a los mismos doctores cristianos, que la explicaron como obra del diablo, codicioso en desviar las almas de los hombres de la verdadera fe con una insidiosa y falsa imitación» (p. 277).

El que luce el gorro frigio con rayos solares es Mitra-Helios. Le acompaña Antíoco I (siglo I a.C.). La imagen fue encontrada en el monte Nemrut (Turquía actual). (Dominio público)

Por supuesto, la religión mitraica es muy anterior al cristianismo. «En la estatuaria colosal erigida por el rey Antíoco I (69-34 a. C.) en el monte Nemrut, Mitra se muestra imberbe, con un gorro frigio, y originalmente estaba sentado en un trono junto a otras deidades y al propio rey. En la parte posterior de los tronos hay una inscripción en griego, que incluye el nombre Apolo-Mitra-Helios».

Identificado inicialmente por los griegos con el dios solar Helios, «el sincrético Mitra-Helios se transformó en la figura de Mitra durante el siglo II a. C., probablemente en Pérgamo. Este nuevo culto llegó a Roma alrededor del siglo I a. C. y se dispersó por todo el Imperio romano. Popular entre los militares romanos, el mitraísmo se extendió hasta el norte, llegando incluso al Muro de Adriano».

Para la celebración del nacimiento de Mitra, el 25 de diciembre, todos intercambiaban regalos y encendían luminarias con mucha alegría.

Sergio San Martín, Quimantú, y nosotros los chilenos

marzo 11th, 2025

En la Furia del Libro que tuvo lugar en diciembre en el GAM, encontré el libro «Quimantú y la colección Nosotros los Chilenos», y una foto de mi querido tío Sergio San Martín Muñoz.

Estaba yo visitando la Furia del Libro en el GAM el domingo 22 de diciembre, cuando me encontré con el libro «Quimantú y la colección Nosotros los chilenos«, de Flavia Córdova, Almendra García-Huidobro y Vicente Montecinos (Tiempo Robado Editoras, 2022; esta reimpresión es de junio de 2023). Un libro realmente hermoso, con muchas imágenes, fotos, recuerdos. Me puse a hojearlo con entusiasmo y me pareció ver a mi querido tío Sergio San Martín Muñoz en una foto en la página 83. «Cecilia Urrutia. Los inventores obreros. N° 36 (p. 90), 1973«, dice la lectura de foto. Alude al número 36 de la Colección Nosotros los chilenos, aparecido en marzo de 1973. Ese año yo estaba ingresando a Traducción Inglés-Francés en la Universidad Católica, mi cuarta carrera, después de Economía en la Universidad de Chile (1970), Teoría General de la Música, en el Conservatorio de la Universidad de Chile (1971) e Intérprete de Danza en la Universidad de Chile (1972). Durante muchos años, cuando mi abuelita Laura me veía, me preguntaba: «¿Y qué estás estudiando ahora, Alexito?»…

Sergio San Martín Muñoz trabajando en Quimantú. (Foto del libro «Quimantú y la Colección Nosotros los chilenos», Tiempo Robado Editoras, 2023.)

(¡Ah, la Quimantú! ¡Maravillosos libros a $500 que cabían en el bolsillo de la chaqueta!

Noches blancas, de Dostoievski; Los ensayos de Montaigne; Horacio Quiroga;

Los románticos alemanes; E.T.A. Hoffmann.)

Nosotros los chilenos circuló quincenalmente (los jueves) entre octubre de 1971 y septiembre de 1973. La primera entrega, Quién es Chile, tuvo un tiraje de 50 mil ejemplares. Se llegaron a publicar 49 fotolibros de más de 90 páginas. La colección fue dirigida por los escritores Alfonso Calderón y Hans Ehrmann. Colaboradores activos fueron Alfonso Alcalde, Fernando Rivas, Francisco Coloane, Luisa Ulibarri, Patricio Manns y Jaime Quezada.

La totalidad de la colección está disponible digitalizada en «NosotrosLosChilenos.cl«.

El libro tiene 184 páginas y muchas fotos excelentes.

La Colección Nosotros los chilenos buscaba responder a la pregunta «¿quiénes somos los chilenos?». «Es común ver en la televisión comerciales que replican estrategias hoy convertidas en cliché: diversidad de paisajes, diversidad de personas y oficios», señala Christian Anwandter en el prólogo. «De alguna manera se ha fosilizado el procedimiento de Nosotros los chilenos, pero despojándolo de su proyecto político. No se acompaña a estas imágenes de un discurso que se articule con categorías de lo social».

Manejamos muchos clichés: el huaso chileno, el jutre, el roto chileno, la belleza del paisaje chileno, pero ¿qué tal si pudiéramos pensar que, en realidad, los trabajadores son los chilenos?

«Sostenemos que la colección representa la intención de la política editorial de Quimantú de disputar la identidad nacional para pensarla inserta en el marco del proyecto político de la Unidad Popular», afirman los autores en la página 56. «Considerando una variedad de aspectos, la colección deconstruye la visión, el imaginario histórico conservador de la nación y sitúa al hombre proletario como sujeto principal, desde una evidente posición de clase. A su vez, con la mirada del presente constatamos una comprensión limitada del rol de otros sujetos, como es el caso de las mujeres y pueblos originarios».

¡Qué tal si los trabajadores somos los chilenos, y no los dueños de la tierra y del capital?

(¡Ah, la editorial Quimantú! Los libros costaban 500 pesos y cabían justo en el bolsillo de la chaqueta. Noches blancas, de Dostoievski; los ensayos de Montaigne; Horacio Quiroga; los románticos alemanes; E.T.A. Hoffmann.)

«La colección propone un recorrido a través de Chile y su gente: inserta en el proyecto político de la Unidad Popular, mediante sus libros, se hizo parte de la disputa en torno a la identidad nacional y sobre cómo se comprende y compone Chile. Preguntarse ¿quién es Chile? era sin duda ambicioso, como también complejo; no obstante, ese fue el título del primer número de la colección, causando un impacto que hizo visible a Quimantú y la situó en medio de este debate. El objeto de la disputa era el relato clásico de Chile, ligado a la aristocracia y a la clase dominante, presente en la historia oficial, la de los vencedores. En cambio, la colección Nosotros los chilenos buscaba situar al centro a los marginados de la historia«. (Página 73)

Mi llegada a la Furia del Libro en el GAM.

Completé el largo recorrido por la Furia del Libro, almorcé ñoquis en el Nolita, en un segundo sector de libros me enfrasqué en una conversación prolongada con José Gabriel Feres, fundador del Partido Humanista, alguna vez presidente del Partido Humanista, hoy desencantado de la política, como tantos. Hablamos de esos libros que leíamos cuando estuvimos en Silo (yo milité ahí en 1970, la única vez en mi vida que he militado en algún lado), de los epónimos, de Bruno von Ehrenberg… Me enseñó que H. van Doren era, en realidad, Silo. Me contó que él vivía en José Domingo Cañas, a dos cuadras de nuestro amigo común Dario Ergas. Al poco rato me encontré con Simón Ergas, hijo de Dario. Simón Ergas es ahora il capo di tutti capi en la Furia del Libro, y les ha ido muy bien.  

En este otro lado estaba instalado José Gabriel Feres.

La verdad es que la variedad que ofrece hoy la Furia del Libro no se compara con lo básico que se ha vuelto la FILSA (Feria Internacional del Libro de Santiago), que más encima cobra entradas carísimas ($4.500) viernes, sábados y domingos (y sin descuentos para la tercera edad). Además, la FILSA se realizó en noviembre en el Centro Cultural Estación Mapocho, y no se podía respirar (no había aire).

Después de ese amplio recorrido, volví a comprarme el libro «Quimantú y la Colección Nosotros los chilenos» ($14.000), y compartí, emocionado, la foto de Sergio San Martín Muñoz con una de sus hijas y con una de sus sobrinas directas.

Cuando falleció en Gorbea el tío Sergio en 2018, le escribí estas líneas:

El tío Sergio y yo

(miércoles 13 de junio)

El tío Sergio estuvo a verme el otro día

-cajetillas de cigarros

cajitas de fósforos

pipas y pipitas-

El tío Sergio me quería mucho

No sé por qué

¡Vaya a saber uno

por qué lo quieren a uno!

¡Vaya a saber uno

por qué lo dejan de querer!

Pero algo había entre

el tío Sergio y yo:

la buena onda

la humildad

la sencillez

la perseverancia

el empeño

La recreación

la posibilidad de reinventarse

muchas veces / NO UNA VEZ

el artesano

el agricultor

el escritor

el líder sindical

el trabajador

el comunista

Él me veía

pero no me veía

Él me veía

pero me traspasaba

Él me veía

y sabía en qué yo estaba

Él me veía

y sabía en qué yo andaba

El tío Sergio

estuvo a verme el otro día

-no lo esperaba-

y me deseó el bien.

El auge de la Diosa Madre Siria en el Imperio Romano

diciembre 10th, 2024
  • La llaman “Hammia”, la llaman “Atargatis”; algunos la mezclan con Afrodita e, incluso, con Ceres.
  • En estos años (entre el 200 antes de Cristo y el 300 después de Cristo) todavía existía esta veneración por diosas que se sabe que existieron y predominaron miles de años antes.

Cuando, en junio de 2022, estábamos con mi hijo visitando el Muro de Adriano en el norte de Inglaterra, me llamó la atención una referencia a una Diosa Madre siria.

En una visita al Roman Army Museum (en Carvoran, Northumbria), encontramos lo siguiente:

“The site of Carvoran (Magna) has produced numerous religious dedications including several that were connected with the Syrian archers, including the important Dea Syria inscription and a dedication to the goddess Hammia, who may have been a special protectress of the Syrian archers. Other deities include Belatucadrus and the Veteres. These appear to have been native North British gods, who may have been mainly worshipped by the civilian population at Carvoran.”

Nosotros nos hospedábamos en Carlisle (Cumbria); Carvoran nos quedaba cerca.

 “El sitio de Carvoran (Magna) ha producido numerosas dedicatorias religiosas, entre ellas varias relacionadas con los arqueros sirios, como la importante inscripción Dea Syria y una dedicatoria a la diosa Hammia, que pudo ser una protectora especial de los arqueros sirios. Otras deidades son Belatucadrus y los Veteres. Estos parecen haber sido dioses británicos del norte, que pueden haber sido adorados principalmente por la población civil de Carvoran.”

Quinientos arqueros hamianos, conocidos como Cohors Prima Hamiorum Sagittaria, el único regimiento de arqueros conocido en Gran Bretaña, estuvieron estacionados en Magna (el nombre antiguo de Carvoran) a partir del año 120 d. de C.

De regreso en Santiago, me puse a investigar sobre esta Diosa Madre Siria y encontré una referencia en Twitter (hoy, X). Era una publicación de Pete Savin, fotógrafo y guía en recorridos de la Hidden History en el Muro de Adriano.

 “A cohort of Hamian archers were based here originally raised in Syria, it’s well worth us calling into the Roman Army Museum here to see the Cattle skull used as target practice and view the Eagles Eye 3D film about Hadrians Wall and the Vindolanda Trust”.

“Aquí estaba instalada una cohorte de arqueros hamianos provenientes de Siria. Vale la pena pasar por el Museo del Ejército Romano para ver el cráneo de ganado utilizado como objetivo de práctica y ver la película Eagles Eye 3D sobre el Muro de Adriano y el Vindolanda Trust.”

Yo le contesté:

“We visited the Roman Army Museum a couple of weeks ago and watched the wonderful Eagles Eye 3D film. I was very interested in the superiority of the Syrian archers (why?), and the worship of that mother goddess Hammia.”

“Visitamos el Museo del Ejército Romano hace un par de semanas y vimos la maravillosa película Eagles Eye 3D. Me interesó mucho la superioridad de los arqueros sirios, y la adoración de esa Diosa Madre Hammia”.

Después, agregué:

“Also in learning that Romans thought religion to be a private practice (!)”…

“También nos encantó aprender que los romanos consideraban que la religión es una práctica privada”… ¡Esto es maravilloso! ¿Cuántos conflictos se habrían evitado si pensáramos que la religión es una práctica privada! ¿Cuántas muertes se habrían evitado si hubiéramos pensado que cada persona tiene derecho a tener la religión que quiera!… Sólo pensarlo estremece.

Pete Savin no respondió nada, pero me puso un “Me gusta”.

VIENEN DE SIRIA

El centro religioso de adoración de la Diosa Madre siria estaba en Hierápolis. No quedaron muchos registros de esta devoción. No obstante, en el fuerte de Carvoran (Northumbria), un soldado del siglo III dejó un registro de su fe con este breve credo en verso en una lápida:

“Frente al León, en el lugar celestial, en la Virgen coronada de espigas, la que primero reveló la Justicia y fundó las ciudades, dones de los cuales ha sido nuestra fortuna conocer a los dioses.

“Así que la Diosa Siria es al mismo tiempo la Madre de los Dioses, la Paz, la Virtud y Ceres, que pesa en su balanza la vida y las leyes.

“Siria hizo surgir una constelación que se ve en el cielo para recibir culto en Libia. De esto hemos aprendido todos.

“Así lo comprendió Marcus Caecilius Donatianus, sirviendo como tribuno en el deber de prefecto por favor del Emperador, guiado por tu deidad.”

“Opposite Leo the Virgin is positioned in the sky bearing ears of corn, she who first revealed Justice and founded cities, the gifts through which it has been positive to know the gods.

“Therefore, the Syrian Goddess is at one and the same time the Mother of the Gods, Peace, Virtue and Ceres, weighing in her balance life and laws.

“Syria brought forth the constellation seen in the sky to receive worship in Libya. From this we have all learned.

“Thus did Marcus Caecilius Donatianus understood directed by your divinity, serving in the post of prefect, with tribune’s rank by the Emperor’s favor.”

Yo no tenía idea de que en estos años (entre el 200 antes de Cristo y el 300 después de Cristo) todavía existía esta veneración por diosas que se sabe que predominaron miles de años antes.

Existe en Siria una ciudad no lejos del río Éufrates que se llama “La Ciudad Sagrada”, y es sagrada para la diosa Hera asiria, escribe Luciano de Samosata (125 a 181 después de Cristo), nacido en Siria. En esa época decir “asirio” era como decir “sirio”.

En De Dea Syria, Luciano se refiere al templo de Atargatis y Hadad en Hierápolis en Siria (80 kilómetros al noreste de Alepo). Hoy esta ciudad se conoce como Manbij. “Como centro del culto a la diosa siria de la fertilidad Atargatis, pasó a ser conocida por los griegos como Hierápolis, la ‘Ciudad Santa’.”

Atargatis se podría identificar con Hera. Y Hadad con Zeus. Pero también es necesario considerar a El (que sería Apolo).

Medalla de Hierápolis (342-331 a. de C.) que muestra un busto de Atargatis usando una corona con una media luna y un círculo a su lado (a la izquierda) y al rey Abdahad conduciendo un carro. – Coin from Hierapolis / Bambyke (342-331 BCE) depicting a bust of Atargatis / “Atarateh” in Aramaic wearing a crown with a crescent and circle to her side (left) and king Abdahad driving a chariot (right)
(Classical Numismatic Group under a CC 2.5 license)

Es muy interesante la definición de Atargatis que hace el Oxford Classical Dictionary: “Atargatis (arameo Atar-Ata), diosa de Hierápolis-Bambyce en Siria, cuyo nombre habitual entre griegos y romanos era «Diosa Siria» (Dea Syria); Diosa Madre, dadora de fertilidad. Su templo fue reconstruido alrededor del 300 a. C. por Estratónice, esposa de Seleuco I (ca. 358-281 a. de C., un comandante griego en el ejército de Alejandro Magno, que reinó en Babilonia y Siria desde el 305 a. de C. al 281 a. de C.). Su consorte era Hadad; el trono de éste estaba flanqueado por toros, el de Atargatis por leones. En Ascalón, Atargatis era representada mitad mujer, mitad pez. Los peces y las palomas eran sagrados para ella”.

LA VIRGEN CELESTE

A Atargatis se la representaba comúnmente con la corona mural y sosteniendo una gavilla de grano, mientras que los leones que sostienen su trono sugieren su fuerza y ​​su poder sobre la naturaleza.

Dice Sir James George Frazer —en “The Golden Bough” (capítulo 10, “El dios ahorcado”— que en el solsticio la Virgen que concebía y paría un hijo el 25 de diciembre era “la gran diosa oriental que los semitas llamaron la Virgen Celeste o simplemente la Diosa Celestial; en los países semíticos era una forma de Astarté”.

En el capítulo 9, “Atis”, Frazer afirma que el santuario de la gran Astarté siria de Hierápolis (uno de los centros religiosos más importantes del mundo antiguo), frecuentado por “enjambres de peregrinos y enriquecido por las ofrendas de Asiria y Babilonia, de Arabia y Fenicia, fue quizás en los días de su auge el más popular de oriente”.

Acá nos encontramos, en realidad, con una asimilación de varias diosas («sincretismo religioso», lo llama Google Gemini). La Britannica establece que la diosa Atargatis era “generalmente considerada como una forma de Afrodita. Su naturaleza se parecía mucho a la de su contraparte fenicia, Astarté, aunque también mostraba cierto parentesco con la Cibeles anatolia”.

Y no hay que olvidar que Marcus Caecilius Donatianus la asimilaba con Ceres.

«En la antigüedad pagana, los dioses se mezclaban y confundían entre sí, o se aceptaba que los dioses de un lugar eran idénticos al dios de otro pueblo», escribe Karen Armstrong (capítulo 1, «En el principio»).

En “Las metamorfosis”, de Apuleyo, Isis revela que ella, Ceres y Proserpina, Artemisa y Venus son aspectos de la única “Reina Celestial”; cf. Juno Caelestis, “Reina del Cielo”, la forma romanizada de Tanit, deidad principal de los cartagineses. Esto viene citado en el libro “The Virgin Goddess: Studies in the Pagan and Christian Roots of Mariology” (“La Diosa Virgen: Estudios sobre las raíces paganas y cristianas de la mariología”), de Stephen Benko (Brill, 1993). Benko sostiene que muchas de las características y atributos de la Virgen María fueron heredados de diosas paganas como Isis, Astarté y Cibeles.

El secreto de la felicidad

octubre 25th, 2024

En octubre de 2011, publiqué en el blog de la revista «Caras» esta nota sobre la importancia de la felicidad. Yo por ese tiempo era el Coordinador de Información y Difusión del Programa Unión Europea del Departamento de Relaciones Internacionales de CONICYT (me gustaba el nombre en inglés de ese cargo), pero llevaba un buen rato escribiendo para el blog de «Caras». Estábamos en el primer gobierno de Sebastián Piñera. Su ministro de Desarrollo Social era Joaquín Lavín. Y reflexionamos sobre la felicidad citando a Epicuro y a un proyecto Fondecyt que encabezó la Dra. Berta Schnettler en la Universidad de la Frontera. Han pasado muchos años. En la última FILSA, me compré un libro de Epicuro: «El objetivo supremo de la filosofía es conseguir la felicidad» (RBA, España, 2019). En la página 85 dice: «Nietzsche encontró una imagen que ilustraba muy bien la doctrina epicúrea, al indicar que ‘un pequeño jardín, higos, un poco de queso y, además, tres o cuatro amigos: ésta fue la opulencia de Epicuro’. Esa estampa representa una escena de simplicidad, humildad y bienestar; una total plenitud a la que no se necesita sumarle ningún bien material más.» (¡Cómo han distorsionado a Epicuro!)

Este soy yo, Alexis Jéldrez, muy feliz en una foto de la gran Carmen Gloria Escudero.
(Tal vez hace veinte años…)

EL MINISTRO DE DESARROLLO SOCIAL se mostró interesado en medir el grado de felicidad de los chilenos. “Cada vez más países están comenzando a medir el bienestar subjetivo, o sea la percepción, cómo se siente la persona”, explicó Joaquín Lavín, presentando la nueva encuesta Casen. “Es feliz o no es feliz con su vida, y qué hace la felicidad. La salud, el dinero o el amor”.

El tema se ha estudiado científicamente. El mes pasado se dio a conocer un estudio de la Universidad de la Frontera que revela que tener sentimientos positivos y estar a gusto con la alimentación son dos cosas indispensables cuando se quiere evaluar la satisfacción con la vida.

Así de importante es la comida. Tanto, como los sentimientos positivos. (O así lo percibe la gente.)

La investigación, que forma parte del proyecto Fondecyt “Relación entre bienestar subjetivo, alimentación y comportamiento de compra de alimentos” utilizó una muestra de 316 personas de Chillán, Concepción, Temuco y Puerto Montt.

Se ha definido el concepto de “satisfacción” como una evaluación positiva que una persona hace de su vida. El estudio determinó que la satisfacción con la alimentación aumenta la satisfacción con la vida. Lo que se explica por las circunstancias que rodean también al acto de alimentarse. Se come compartiendo con otras personas en un evento agradable. Hasta la maniobra de ir a comprar las cosas es agradable, cosa de observar en un supermercado el regocijo de las personas que preparan un asado. Por ejemplo, los sábados como a la una de la tarde llega el equipo de futbolito a la sección “Carnes” y se regocija escogiendo: “¿Le pondremos unas chuletitas?”, dice uno. Otro aparece con un enorme saco: “Me han dicho que este carbón se prende solo”. “Ya traje las marraquetas para los choripanes”… No han comido nada, pero ya están disfrutando.

Después, todo el ritual de hacer el asado es algo maravilloso. Desde ensuciarse con el carbón a preparar los cucuruchos de papel. Todo se comparte, todo es divertido.

En la FILSA, me compré un libro de Washington Irving, y un par de textos sobre Epicuro y Kant.

EL PLACER DE CONVERSAR SIMPLEMENTE

Siempre he pensado que la comida es un atajo (difícil de superar) al placer fácil e inmediato: basta morder una barra de chocolate y uno se siente recompensado, gratificado.

Es difícil combatir eso. Es difícil luchar contra la obesidad.

No hay soluciones, pero hay lomitos”, dicen algunos, arguyendo que, de todas las cosas de la vida, sólo disfrutan el comer.

Pocas cosas me dan placer, pero el manjar es una cosa segura.

Obviamente, no es así. Muchas otras cosas dan placer y ayudan a la sensación de felicidad. Una de ellas es la tranquila conversación con los amigos. La conversación inteligente sin la talla fácil ni la broma destructiva.

También está la combinación de los placeres: uno arriba de otro, como en una torta de milhojas. De niño yo disfrutaba del desayuno en la cama, leyendo un libro de Emilio Salgari y escuchando hermosas melodías en la radio.

Una persona me contaba el otro día una velada que había tenido en su casa con un amigo. Mientras uno se puso a comer un resto de goulash que había quedado del almuerzo, el otro se tomaba un trago. Estuvieron así mucho rato conversando y al final dijeron: “¡Pucha que se necesita poco para ser feliz!”.

En circunstancias precarias, la satisfacción es más simple: para Primo Levi, en un campo de concentración nazi, “tener un trapo seco sería una auténtica felicidad”.

En la abundancia, es más complejo. Uno tiende a sospechar que la gente que tiene mucho dinero tiene muchas preocupaciones también (una de ellas, la preocupación de que te roben). Y, como dice el blues de Muddy Waters, no puedes perder lo que no tienes.

Ahora, la buena onda (“los sentimientos positivos”) es esencial.

Hay otros factores también, como la salud, la familia, la relación de pareja, el trabajo…

El placer de comprar de manera compulsiva (¿zapatos?).

Y el sexo. El placer sexual. Un periodista investigó hace años los siete placeres principales que experimentaban las personas. Para algunos, el placer sexual era insuperable. Una editora declaró que un golpe periodístico le producía mayor satisfacción aún. Otros mencionaron leer un buen libro, tomar un buen trago, escuchar una buena obra musical o ver una buena película.

Creo que el propio Epicuro, citado por Nietzsche, decía: “¿Qué es la felicidad?: Una tarde sentado bajo un árbol, algunos higos, un par de amigos”.

No más que eso. Pocas cosas.

Y permitirse ser feliz.

Y darse cuenta de que uno es feliz porque está ahí, arropado, viendo una buena película con los hijos.

Osvaldo Jeldres, autor y compositor, falleció a los 84 años

julio 22nd, 2024

El autor de “Llorando en el andén”, “Si me miran a los ojos”, “El rey y yo” y más de 200 composiciones populares dejó de existir en Melipilla el 28 de agosto de 2014. Detective, bailarín, compositor, cantante, escritor, brilló en muchas facetas. Decía haber descubierto lo que le gustaba a la gente.

“Toda la gente ya saliendo va de la estación, y este bullicio cruel aumenta mi gran ansiedad”…

No fue una sorpresa cuando me avisaron que mi tío Osvaldo —el destacado compositor Osvaldo Jeldres— había fallecido (el jueves 28 de agosto de 2014). Ya los últimos sobrinos que lo visitaron en una casa de reposo en Melipilla habían dicho que se estaba apagando, que se estaba extinguiendo.

No tuvo hijos mi tío Osvaldo en sus 84 años; nunca se casó.

Mi tío Osvaldo y mi abuela Sabina Martínez Cabezas. Ellos se quisieron mucho (toda la vida).

Yo no quise ir a verlo en sus últimos momentos (llevaba varios meses con Alzheimer), preferí recordarlo gracioso, como la última vez que me convidó a comer unas ostras en calle Holanda, frente al antiguo Hospital Militar y me confesó que durante su vida había sido terriblemente flojo:

“¡Por Dios que he sido flojo!”, me dijo de repente. “¡Tuve tantas oportunidades!, ¡podría haber hecho tantas cosas!, ¡pero fui terriblemente flojo!”.

En los años 60, mientras me enseñaba lo peligroso que era sacar la dama muy al comienzo en el ajedrez, mi tío Osvaldo me comentaba que él había sido muchas cosas y podría ser muchas otras, y que si le iba mal, simplemente se dedicaba a algo más.

Varios hermanos Jeldres (eran muchos, la gran mayoría profesores). Osvaldo, mi papá (Humberto), mi tío Lucho. Mis tías Ema y Tita. Mi papá era doce años mayor que mi tío Osvaldo.

“En cada rostro yo creo verte pasar, todas las cosas giran y se van… con el rugir del tren.”

Comenzó siendo detective. “Rati”, decía él. Cuando en 2007 se celebró el centenario de Quitratúe (el pueblo natal de los numerosos hermanos Jeldres), la productora Grafitel TV entrevistó a Osvaldo. Allí cuenta que, después de estudiar en un liceo de Temuco, se vino a Santiago a estudiar medicina veterinaria en la Universidad de Chile, pero que simultáneamente trabajó para la policía de Investigaciones.

Después, fue bailarín del Ballet Nacional Chileno. Un artículo publicado por Yolanda Montecinos en la Revista Musical Chilena en 1962 cita varias participaciones de Osvaldo Geldres.

(En ese tiempo, mi tío se escribía “Geldres”, con “g” y con “s”. Después pasó a “Jeldres”, con “j” y con “s”; en los últimos tiempos, se firmaba “Jéldres”, con “j”, con “s” y con acento —que no corresponde— en la primera “e”.)

Mi tío Osvaldo y yo, jugando a tocar el piano en la casa de mi hermana Paulina.

En 1957, bailó de huaso con Gloria Legisos (Miss Chile en 1954) en “Milagro en la Alameda”, de Ernst Uthoff —en esos tiempos el Ballet Nacional funcionaba en el Teatro Victoria. Fue juglar en El Saltimbanqui (1961), también de Uthoff, junto a la querida Chela Gilberto y a mi maestra Elly Griebe. (Cuando yo ingresé a Danza, en 1972, mi tío me decía: “Lo que más debes cuidar es la espalda”.)

Fue Pueblo en “Surazo”, de Patricio Bunster (1961).

Yo lo vi en Coppelia una vez que la fueron a presentar a un auditorio en Tejas Verdes (era el esqueleto). Nosotros vivíamos en San Antonio en ese tiempo, y mi tío aparecía por allá en un “huevito” (Isetta BMW), uno de los autos más divertidos que se haya inventado.

(ESTRIBILLO: OSVALDO TENÍA UN TALENTO ESPECIAL PARA LOS ESTRIBILLOS):

“¿Por qué no estás? ¿Por qué tú no has llegado? ¿Debo pensar que hoy ya te perdí? ¿Debo creer que tú me has olvidado? Todas las cosas me están diciendo ‘¡sí!’.”

Osvaldo estaba siempre riéndose. Era muy divertido. Contaba chistes infinitamente. Decía que era como se entretenían con el cuerpo de baile cuando andaban en gira. Le gustaba pelear con mi papá (doce años mayor) en la playa. Gozaban revolcándose como cachorros en las arenas de Llolleo.

Y así como había sido detective, así como había sido bailarín, de un día para otro amaneció escribiendo canciones: autor y compositor, como le gusta observar a él, ya que componía la letra y la música. Eso me decía mientras destrozaba mis jugadas de ajedrez y me comía la dama. “Nunca expongas la dama al comienzo del juego: lo importante es que hagas participar a todas las piezas”.

No es trivial escribir letra y música: dos de los más grandes compositores de todos los tiempos (Richard Rodgers y George Gershwin) sólo hacían la música. En el caso de Rodgers, la letra de sus canciones fue de Lorenz Hart o de Oscar Hammerstein II; en el de Gershwin, de su hermano Ira.

Osvaldo Jeldres tiene ¡217 canciones! inscritas en la SCD.

Uno de sus primeros temas fue un tremendo éxito interpretado por Marisa: “Llorando en el andén”, una canción con ambiente de trenes, que recuerda tal vez a su hermano Tránsito Segundo Jeldres, el querido tío “Chundo”, ferroviario de toda la vida… (La alusión a los ferrocarriles ha sido frecuente en la música popular. Poco antes había triunfado “El twist del tren”, de Sergio Inostroza. Más reciente es el “Tren al sur”, de Jorge González.)

Con Marisa también obtuvo Gaviota de Plata en el Festival de Viña del Mar 1971 gracias a “Si me miran a los ojos”. (En la entrevista que le hace Grafitel TV, Osvaldo se enorgullece de la versión que hace el puertorriqueño Danny Rivera de esta canción, que tuvo mucho éxito en Estados Unidos.)

Volvió en 1974 al Festival de Viña con Arturo Millán y “Tierra, tierra, mi tierra”, dedicada a su pueblo natal. En los comentarios de YouTube se lee: “es imposible no destacar quien escribió con tanto sentimiento cada letra de sus canciones como es don Osvaldo Jeldres, un hombre de rasgos sencillos, nacido en 1929 en Quitratúe”.

Por esos años, mi tío era devoto de Il Bosco, el restaurant de la Alameda cerca de San Antonio. Yo me lo encontraba a veces por ahí y nos comíamos un sándwich. Allí estaba toda la bohemia, comandada por Rodolfo Gambetti.

Volvió a ganar la Gaviota de Plata en 1990 con José Luis Arce y “Pero más vale el amor”. La canción originalmente iba a ser interpretada por Alejandro de Rosas.

Desde 1970 en adelante, Osvaldo participó en muchos festivales a través de todo Chile y en el extranjero. Y ganó muchos de ellos. Su tarjetón menciona el de Angol, el de la Guinda (éste era en El Romeral, de Curicó hacia la cordillera), el de la Uva y Durazno, Molina. Uno de sus favoritos era el Festival del Huaso de Olmué.

En la entrevista de Grafitel TV comentó que había ganado un festival en Colombia. También lo hizo en Roodepoort (Sudáfrica), Trujillo (Perú), Grecia, Brasil, Venezuela…

Durante algún tiempo —después que Fernando Ubiergo pone de moda a los “cantautores”—, también se presentó como intérprete en muchos festivales. En las fiestas familiares, sacaba un cassette con la base musical y se ponía a cantar sin hacerse de rogar “Pero más vale el amor”.

Osvaldo Jeldres recibe de parte del Presidente Sebastián Piñera y de su esposa Cecilia Morel una pensión de gracia «por su esfuerzo por ayudar a construir la cultura popular chilena».

A mí, personalmente, me gustaba mucho la canción “Sus bellos ojos negros”, que cantaba María Teresa, una cantante muy popular de la Nueva Ola hacia 1966. Ella era española, me parece, e hizo hartas fotonovelas (muchas veces junto a Larry Wilson), como se acostumbraba en esos tiempos.

Es curioso que muchos van a recordar a Osvaldo Jeldres por el tema que samplearon los Beastie Boys y que después fue incorporado en el juego Grand Theft Auto V (GTA V). La canción “El rey y yo” data de 1969. Los Beastie Boys la samplearon en el tema “The Move” (minuto 2:55) del álbum “Hello Nasty” (1998).

Jeldres estaba orgulloso de esta inclusión de su tema en una canción de los Beastie Boys. Él usaba unos tarjetones de visita gigantescos que por un lado decían “Osvaldo Jéldres, autor y compositor” y por el otro lado exhibían un escueto listado de grabaciones (no cabrían sus 217 canciones) que encabezan los Beastie Boys. Le siguen Los Ángeles Negros, José Luis Rodríguez (“el Puma”), Cecilia, Marisa, Antonio Zabaleta, Dean Reed, Gloria Benavides y Danny Rivera, entre otros).

El caso del cantante estadounidense Dean Reed fue curioso. Nacido en Denver (Colorado), tuvo varios éxitos a fines de los años 50, como “Nuestro romance veraniego”, “Un par de tijeras” y “La búsqueda”. Estas canciones fueron muy populares en Chile en ese tiempo; las radios las tocaban todo el tiempo. Dean Reed comenzó a venir mucho a nuestro país, cantaba en las radios, lo entrevistaban. Le encantaba gritar “¡Viva Chile, mierda!”. Lo encontraba lo más divertido. Después, pasó a militar en la izquierda, y le llamaban “El Elvis Rojo”.

En una disquería de Buenos Aires, al lado del mítico Rex, en Corrientes, encontré un álbum entero (creo que de 1972) compuesto por Osvaldo Jeldres y cantado por Dean Reed. Me llamó la atención porque el tío Osvaldo nunca fue de izquierda. Un día le pregunté por qué había hecho ese disco. Nos encontramos en la calle Bernarda Morín: él iba a buscar su cheque de la SCD; yo trabajaba en Conicyt. Almorzamos en el Café Real Madrid, de Salvador. Mi tío me contó que en ese tiempo él era asesor del sello Odeón, y le pidieron que compusiera estas canciones para Dean Reed, y él lo hizo.

La verdad, mi tío componía de todo. También hizo mucha música chilena. PortalDisc ofrece para descargar el álbum “Donde termina la tierra” (2006), “una selección de sus mejores obras musicales chilenas”; se incluye una hermosa canción de cuna: “Duraznito en flor”. También, “Seamos como los niños”, que ganó el Festival de Angol con Los Cantores del Sur.

Sin ser religioso, hizo canciones para el Padre Hurtado.

Como es natural, le gustaba escribir poemas. Tenía un libro de “poemas ecológicos para niños”: “Para comprar un mañana” (Editorial San Pablo, 1994), que fue considerado como material didáctico complementario de la educación chilena.

Pero lo suyo era la música popular: quedar en el alma del pueblo. Alguna vez, hace mucho tiempo, me comentó: “Yo sé lo que le gusta a la gente, y eso es lo que les doy”.

Ahí se quedó Osvaldo, en el corazón de la gente.

Osvaldo Jeldres no va a morir nunca.

Sus canciones se quedaron en el pueblo.

(ESTA ES LA MEJOR PARTE):

“Gritos y risas me llegan desde lejos. ¿Estarás tú riendo así también? Y el viento aquí se ha llevado un lamento de un corazón que llora en un andén.”

Marisa, quien tuvo la gentileza de acompañar a Osvaldo en su último momento en Melipilla, me contó que cuando cantaba esta canción era impresionante, porque todo el público se la sabe y la corea sin cesar.

El asesino mata otra vez

octubre 18th, 2023

Bombástico, dinámico, eufórico, energético, vuelve Jerry Lee Lewis («El Asesino»), leyenda del rock and roll, y uno de los más importantes pianistas de rock. Lo trae la película «Bolas de fuego».

El 11 de febrero de 1990 publiqué esta crónica sobre Jerry Lee Lewis en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio». Yo ya había escrito varias otras crónicas sobre grandes del rock, como Elvis Presley, Chuck Berry, Brian Jones y John Lennon (dos veces), y me llamaron de la distribuidora de la película «Great Balls of Fire», con Dennis Quaid y Winona Ryder jovencita. Fui a una función de preestreno arriba del Teatro del Ángel. Lo atendían muy bien ahí a uno: te servían un sándwich y un trago.

Nadie conocía acá a Jerry Lee Lewis en ese tiempo. «¿Te refieres a Jerry Lewis?», me decían.

Como en varios otros artículos sobre música de los años 50, mi entrevistado fue el productor musical Carlos Arancibia Castillo, experto en rock and roll.

Este es el comienzo de la crónica en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio» de 1990.

ESTA historia ocurrió hace mucho tiempo, más de treinta años. Trata de un humilde joven de Louisiana que llega rápidamente a ser famoso, a vender un millón de discos e, incluso, a desafiar al ¡Rey del Rock and Roll!…

Todo esto ocurre muy rápido. El ascenso. Y también la caída. Cuando parece por un momento haber alcanzado la cima, su estrella se apaga y el muchacho se desploma. Cuenta con 22 años, ha tenido tres esposas, ha conocido la fama, el éxito y el fracaso, y su vida ha terminado. Lo demás, es sobrevida.

Jerry Lee Lewis y Elvis Presley nacieron el mismo año (1935), a ambos los descubrió la misma persona (Sam Phillips), grabaron para el mismo sello (Sun Records), en la misma ciudad (Memphis), el pequeño pueblo de Tennessee que le dio el vamos al rock and roll entre 1956 y 1958.

Hoy, Jerry Lee cuenta 54 años, ha tenido seis esposas (ha enterrado dos), ha bautizado a cuatro hijos (ha enterrado dos), y cuando le mencionan la película que se ha hecho sobre su vida (Great Balls of Fire se estrena esta semana en nuestro país), comenta:

No pueden hacer una película completa sobre mi vida; aún la estoy viviendo. No pueden hacer una película completa sobre mi manera de tocar el piano; aún estoy tocándolo. No pueden hacer una película completa acerca de mis esposas; aún estoy casándome con ellas.

EL DESAFÍO

Jerry Lee conoció a Myra Gale Brown, hija de su primo hermano J.W. Brown, en febrero de 1956. Él quería que J.W. le presentara a Sam Phillips:

-Yo estaba en la cocina haciendo mis tareas cuando de pronto aparece mi padre con este joven de ojos rápidos -recuerda hoy Myra para la revista People-. Era buenmozo; usaba una camisa vaquera roja y botas vaqueras, y se veía como un pequeño campesino.

Jerry Lee tenía 22 años; ella, 13. Él estaba aún casado con su segunda esposa.

Ese verano intercambiaron su primer beso en una piscina. Al poco tiempo, tuvieron relaciones. Myra revela en su autobiografía -sobre la cual se escribió el guión del filme- que un vecino la violó a los 12 años.

Mientras tanto, Jerry Lee ha grabado un primer tema, Crazy Arms, con algún éxito. Más repercusión tiene su segundo tema, Whole Lotta Shakin’ Goin’ On, pero algunas radios se rehúsan a tocarlo por obsceno.

(Whole Lotta Shakin’ Goin’ On es una canción que grabó primero Big Maybelle en marzo de 1955. Alvin Lee, de Ten Years After, le rindió un tributo en Woodstock, en 1969).

Lewis triunfa de una vez por todas con Great Balls of Fire, que hoy suena en una publicidad de cigarrillos Kent y en una espantosa mezcla perpetrada por los Mastermixers.

Pero en ese tiempo casi no se escuchó en Chile.

-Acá no tenía distribuidores -nos dice el productor musical Carlos Arancibia Castillo (47, experto en rock and roll, y quien posee una colección de casi cuarenta elepés de Lewis)-. Se le escuchó no más de cinco veces en ocho años. Posteriormente, cuando el rock and roll ya había perecido a manos del pop, la Philips chilena editó un disco de Jerry Lee. Fue hacia 1965.

Great Balls of Fire y Whole Lotta Shakin’ obtuvieron discos de oro. Breathless y High School Confidential pasaron raspando. Convertido en gran estrella, El Asesino (su apodo desde niño) le pidió a Myra que se casaran. No le costó convencerla: a ella le cargaba el colegio (iba en Octavo) y le tenía pavor a la Bomba (atómica).

Justo en este momento, Elvis se va a hacer el servicio militar a Alemania. Le queda el camino libre a Jerry Lee para convertirse en el nuevo Rey del Rock and Roll.

Esta es la segunda página y final de la crónica de 1990 en la «Revista del Domingo» de «El Mercurio».

EL ESCÁNDALO

Lo tiene todo. Es bastante más salvaje que Elvis, más iracundo, más espectacular. Pese a que su instrumento, el piano, lo obliga a una posición más bien estática, le saca todo el partido posible, y hace una ventaja de una desventaja. Es peligroso pararse detrás de él cuando está tocando: en algún momento arrojará la banqueta lejos, se parará, seguirá tocando con una mano mientras con la otra se saca la corbata y la chaqueta, y nunca pierde el compás de boogie-woogie que lo caracteriza. Luego, insólitamente, martillea el teclado con los codos, las rodillas, los pies, el trasero. Sin perder el compás.

Se le considera el padre de los tecladistas de rock como Elton John o Billy Joel. Más importante que Fats Domino o Little Richard. Insuperable. El día que se presentó el filme Great Balls of Fire en Estados Unidos, el tecladista de un conjunto actual comentó:

-Lewis inventó el piano de rock and roll. No sé cómo puede tocar tan rápido. Cuando lo hago, quedo con tendinitis.

En mayo de 1958, como un nuevo Alejandro Magno, Lewis se lanza a la conquista del mundo. Estados Unidos le aprieta por aquí. Le queda estrecho. Llega a Inglaterra (donde es más popular que Elvis) para comenzar su primera gira europea.

El Asesino insistió en llevar a Myra. Su manager le advirtió que no era buena idea. Cuando llegan al aeropuerto, un reportero le pregunta:

-Y usted, ¿quién es?

-Soy su esposa -contesta la niña con naturalidad.

El escándalo fue grande. La gira fue anulada. En Estados Unidos muchas radios prohibieron sus discos.

Aquí termina la película, pero no la vida de Jerry Lee Lewis. Ojalá Jerry Lee hubiera podido también bajar el telón y poner The End, pero la vida no es así. Los hombres tienen su cuarto de hora; después, son fantasmas con tristes papeles en Las Vegas, ¿o no, Elvis? Este fue el corto cuarto de hora del salvaje Jerry Lee Lewis.

EL EPÍLOGO

Ellos siguieron casados trece años más (el matrimonio más largo del Asesino).

A fines de los años 60, Jerry Lee bebe mucho. Afuera, la engaña. En casa, la golpea. Hacia 1969, Myra vive tomando tranquilizantes. Una noche, la llama Jerry Lee y la empieza a insultar por teléfono. Myra toma el revólver del velador y le dice que se va a volar la cabeza. El Asesino le responde:

-Pon el teléfono cerca, para poder oírlo.

Eso fue lo último. Myra se dio cuenta de que ya había aguantado demasiado. Lo abandonó por el detective que había contratado para documentar las infidelidades de Jerry Lee. Hoy, es una corredora de propiedades de éxito en Atlanta.

Jerry Lee sigue actuando. Llegó a tener cerca de 250 presentaciones por año hasta que en 1981 casi lo dieron por muerto debido a una úlcera estomacal. Su estilo de tocar el piano es siempre el mismo: endemoniado, diabólico, aunque él siente que es un talento divino.

-He tenido una vida realmente dura, pero no creo que vaya al infierno. Si lo pensara, probablemente haría algo acerca de ello muy rápido.

La preocupación es dura, pues Jerry Lee, como su primo Jimmy Swaggart, fue criado en la fe pentecostal, en la que el Demonio es cosa seria.

Respecto a su primo Jimmy Swaggart, que visitó Santiago y Bucalemu hace tres años, Lewis dice:

-Tengo que ponerlo en el buen camino de nuevo. Y él probablemente dirá lo mismo de mí. ¡Ah, pero todos somos seres humanos y cometemos errores! No somos perfectos.

La crónica completa. Fue acompañada de un programa en la Radio Infinita el domingo 11 de febrero de 1990 y de una publicidad del Toyota Corona 90, «la elegancia de la nueva década».

Mi 1973

septiembre 10th, 2023

En septiembre de 2013, me publicaron esta columna en el blog de la revista «Caras«. Tuvo mucho éxito: durante un buen tiempo fue lo más leído. Recibí muchas felicitaciones. Sería inútil colocar la dirección de la página web porque ya no existe. Recordé cómo viví ese 1973. Mis recuerdos de Víctor Jara, a quien veíamos frecuentemente en el Conservatorio de la Universidad de Chile. De Joan Turner y Patricio Bunster, mis profesores en la Escuela de Danza. De Andrés Pérez Araya, mi amigo y compañero de Danza. Justo habían estrenado una obra sobre Víctor Jara.

EL SÁBADO PASADO fui al GAM a ver la impresionante obra Víctor sin Víctor Jara (http://www.gamtv.cl/?p=8330). Participan cinco familiares de ejecutados políticos, cinco músicos y treinta actores. Me pareció maravillosa.

Conocí a Víctor Jara.

Entre 1971 y 1973, estudié en el Conservatorio de la Universidad de Chile. Primero, para profesor de teoría y armonía. Después, para intérprete de Danza.

Cuando estaba en Danza, Joan Turner, la esposa de Víctor, era mi profesora de Moderno. Ella era hermosísima, parecida a Julie Christie, pero más bonita. Se vestía con largas túnicas hippies y hablaba como gringa.

Mi profesor de Taller era Patricio Bunster. No nos llevábamos muy bien. Él me encontraba poco versátil: “¡No podís hacer el Hamlet siempre!”.

Bueno, ése ha sido mi destino.

A veces, cuando faltaba don Osvaldo o Pepita para acompañarnos en el piano, Víctor se sentaba en la batería y nos llevaba el ritmo para que nosotros bailáramos. «Víctor, tócanos algo en 4/4», le ordenaba Joan.

Él era dulce y gentil; sencillo, como lo recuerda Fernando Álvarez en CIPER Chile (http://ciperchile.cl/2013/09/05/la-ultima-actuacion-de-victor-jara/). 

Una vez, Joan nos dijo: “Va a cantar Víctor a la tarde en el IEM, para que vayamos”.

Allá partimos todos, felices. El IEM (Instituto de Extensión Musical) quedaba en la calle Tarapacá (donde hoy está el Cine Arte Normandie), así que nos fuimos caminando desde la calle Compañía.

Llovía, y la Reina de Danza me pidió que yo la protegiera con mi paraguas. Yo estaba profundamente enamorado de ella, y me habría encantado decirle miles de cosas hermosas, pero las palabras no me salieron…

Esa noche Víctor se presentó solo en el escenario con un poncho negro y su guitarra. Tocaba maravillosamente. La sala estaba llena y todos estábamos deleitados. El derecho de vivir en paz, esa curiosa mezcla de rock y folklore, era un éxito en esos momentos. Sonaban los primeros curiosos acordes y la sala estallaba en aplausos.

Nadie recordaba que los Blops no estaban allí: Víctor lo llenaba todo con su tremenda voz.

Era la época de las utopías y de las descalificaciones. Uno se encontraba con ellas a la vuelta de la esquina. Tenía un amigo que cuando me veía me decía: “¿Cuándo te vas a decidir a hacer algo por ti mismo?” (como si yo estuviera puro leseando porque no pertenecía a su movimiento).

Me recuerda esa frase: “Sus amigos debían estar de acuerdo con sus arquetipos morales; a los seres distintos de sus arquetipos, les hacía la cruz para siempre”.

En la Sala La Reforma (hoy, Sala Isidora Zegers) florecían las utopías. Recuerdo haber visto a Silo (eran tres días de conferencias) y a Bautista Van Schouwen en ese escenario.

Con vestón y corbata se presentó el maestro Silo el primer día, “como si fuera igual que los viejos grises y caducos” que estaba combatiendo. Era la época del Poder Joven, que levantaba a cada hijo contra su padre. Demostrando una gran indiferencia por la manera de vestir (que era tan importante en esos años), al segundo día llegó con un terno de blue-jeans y un beatle azul muy juvenil, “pero definitivamente poco revolucionario”. Además, fumó sobre el escenario (lo que fue criticado).

El tercer día la conferencia fue prohibida por alguna autoridad. Afuera estaban todos los siloístas, y uno de los dirigentes, que había sido mi “epónimo” cuando yo pertenecía a Silo en 1970 (la única vez que he militado en algo), se ofreció a devolverme el dinero si le pasaba la entrada. “De ninguna manera”, le respondí yo. “La voy a usar para ingresar al Cielo”.

Cuando se presentó Bautista, la sala estaba realmente agitada, llena de gritos, y “El Batri” comenzó a hablar despacito, despacito. Todos se comenzaron a callar para escuchar lo que decía el líder del MIR, y ahí Van Schouwen se largó. Hablaba muy bien.

Era una desesperación por creer fuertemente en un arquetipo, en algún ideal. Un gran amigo mío, que de lolo me acompañaba en mis correrías por la Villa Macul, amaneció evangélico un día. Me acuerdo que un día llegó a mi casa y yo estaba muy ocupado tocando batería en el living con la música de la obertura Egmont, de Beethoven. “¿Cómo suena?”, le dije yo. “Maravilloso”, me respondió, “pero escucha esto”… Y se puso a leerme la Biblia.

Al poco tiempo, mi amigo era maoísta y pertenecía a un partido muy pequeño (menos de diez personas). Incluso se fue a vivir a una población por un tiempo.

Ya estaba de regreso en su hogar, cuando lo fui a saludar para su cumpleaños, y le dije que no me interesaba su propuesta revolucionaria, y me echó de su casa. Hasta ahí no más llegó su “liberalidad”, su amplitud de criterio. Yo en ese tiempo era súper desubicado (y ahora también).

En Danza mi gran amigo era Andrés Pérez, quien se instalaba en la salita de al medio al sol a leer el Ulises, de James Joyce. “¡Todavía voy en el mediodía!”, se reía. Yo estaba leyendo a Virginia Woolf y a Andrés le encantó Orlando. Durante enero de 1973, fuimos a ensayar al Bafona en la calle Morandé con Jaime Quintanilla para mantenernos en forma. Andrés andaba con el Popol Vuh y nos asomábamos a ver cómo ensayaba Rosa Ramírez. El hijo que tuvieron —el famoso músico— nació justo el 11 de septiembre de 1973.

Yo también tenía 20 años, y me acuerdo claramente de esa mañana de martes, caminando desolado por la calle Armando Moock, y encontrándome con don Osvaldo, que tocaba piano en nuestras clases de Danza.

El Golpe de Estado nos tomó a todos por sorpresa. A casi todos. El domingo 9 de septiembre de 1973 yo estaba almorzando en la casa de un amigo. Su padre era uno de esos empresarios que se había negado a seguir trabajando en Chile cuando Allende salió elegido. Prosiguió negocios en países vecinos. Estaban de visita otros empresarios del rubro automovilístico, y uno de ellos dijo: “Esto se acaba el martes”.

En los ríos de Babilonia, cantamos los salmos del rey David

septiembre 24th, 2017

El otro sábado estaba escuchando por radio el emocionante empate de la “U” con O’Higgins, cuando la barra (más de 25 mil personas) se pone a cantar un cántico de amor: “¡Vamos, vamos, Leones; vamos, vamos a ganar; una vez más; que tenemos que ganar!”. (No pasa nada; nos gusta la “U”.) Y de repente me doy cuenta de que son los “Ríos de Babilonia”, de Boney M. (Nos gusta la “U”; no importa la lluvia ni el frío.) Esa canción que se ha mencionado ahora último en las redes sociales, porque los versos provienen de los Salmos del rey David. (Nos gusta alentar a la “U”; no porque vaya puntera, o porque gane todos los partidos; es porque es la “U”.)

Algunos estudiosos de los temas bíblicos se dieron cuenta de que los versos de esta canción que el grupo caribeño Boney M hizo famosa en 1978 corresponden a Salmos 137:1-4. Le llaman “Lamento de los cautivos en Babilonia”. “Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion.”

(Y el corazón nos da un vuelco cuando salen esos jugadores azules a la cancha.)

Los compositores de la canción (Brent Dowe y Trevor McNaughton, del grupo de reggae jamaicano The Melodians, 1970) se saltan el segundo versículo: “Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas”, y prosiguen con “y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos; pero cómo cantaremos cánticos de Jehová en tierra de extraños”.

“By the rivers of Babylon, there we sat down; yeah, we wept, when we remembered Zion… They carried us away in captivity, requiring of us a song… Now how shall we sing the Lord’s song in a strange land?”[i] 

Uno de los estribillos proviene de otro salmo, el 19:14: “¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh, Jehová!”

“Let the words of my mouth, and the meditation of my heart, be acceptable in thy sight…”

Al final le pusieron “here tonight”, pero lo que decía la canción rastafariana originalmente era: “Oh, Fari!”, una referencia a Haile Selassie.

Vale la pena notar que Haile Selassie es el rey 225 después de David.

Y lo que hacemos es cantar los salmos del rey David.

La cinta “The Harder they Come” (1972) es considerada una pieza fundamental del ska temprano y del reggae pre-Bob Marley.

La canción de The Melodians fue utilizada en la película “The Harder they Come” (1972), protagonizada por el cantante jamaicano Jimmy Cliff. La cinta es considerada una pieza fundamental del ska temprano y del reggae pre-Bob Marley. (Los actores hablan un inglés tan divertido, que tuvieron que ponerle subtítulos para que la entendieran en Estados Unidos.)

A Jimmy Cliff —quien vino al Festival de Viña en 1969— se le consideró el profeta del reggae. Cliff hizo una gran versión de la canción “Wild World”, de Cat Stevens.

En 1978, Boney M toma los ríos de Babilonia y los convierte en un hit: permanece durante cinco semanas como número uno en el Reino Unido, transformándose en una de las siete canciones que han vendido más de 2 millones de copias en ese país.

Algunos meses después, tienen otro gran éxito con “Rasputín”. Bobby Farrell, el único hombre del grupo, no provenía de Jamaica, sino que de Aruba; pasó gran parte de su vida haciendo de Rasputín y murió en San Petersburgo el 30 de diciembre de 2010. Tenía 61 años. Muchos se dieron cuenta de que falleció en la misma ciudad y el mismo día que Rasputín.

 

—Let the words of my mouth,

and the meditation of my heart,

be acceptable in thy sight—

[i] No nos pueden demandar por publicar letras de canciones porque son versículos de la Biblia.