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El secreto de la felicidad

viernes, octubre 25th, 2024

En octubre de 2011, publiqué en el blog de la revista «Caras» esta nota sobre la importancia de la felicidad. Yo por ese tiempo era el Coordinador de Información y Difusión del Programa Unión Europea del Departamento de Relaciones Internacionales de CONICYT (me gustaba el nombre en inglés de ese cargo), pero llevaba un buen rato escribiendo para el blog de «Caras». Estábamos en el primer gobierno de Sebastián Piñera. Su ministro de Desarrollo Social era Joaquín Lavín. Y reflexionamos sobre la felicidad citando a Epicuro y a un proyecto Fondecyt que encabezó la Dra. Berta Schnettler en la Universidad de la Frontera. Han pasado muchos años. En la última FILSA, me compré un libro de Epicuro: «El objetivo supremo de la filosofía es conseguir la felicidad» (RBA, España, 2019). En la página 85 dice: «Nietzsche encontró una imagen que ilustraba muy bien la doctrina epicúrea, al indicar que ‘un pequeño jardín, higos, un poco de queso y, además, tres o cuatro amigos: ésta fue la opulencia de Epicuro’. Esa estampa representa una escena de simplicidad, humildad y bienestar; una total plenitud a la que no se necesita sumarle ningún bien material más.» (¡Cómo han distorsionado a Epicuro!)

Este soy yo, Alexis Jéldrez, muy feliz en una foto de la gran Carmen Gloria Escudero.
(Tal vez hace veinte años…)

EL MINISTRO DE DESARROLLO SOCIAL se mostró interesado en medir el grado de felicidad de los chilenos. “Cada vez más países están comenzando a medir el bienestar subjetivo, o sea la percepción, cómo se siente la persona”, explicó Joaquín Lavín, presentando la nueva encuesta Casen. “Es feliz o no es feliz con su vida, y qué hace la felicidad. La salud, el dinero o el amor”.

El tema se ha estudiado científicamente. El mes pasado se dio a conocer un estudio de la Universidad de la Frontera que revela que tener sentimientos positivos y estar a gusto con la alimentación son dos cosas indispensables cuando se quiere evaluar la satisfacción con la vida.

Así de importante es la comida. Tanto, como los sentimientos positivos. (O así lo percibe la gente.)

La investigación, que forma parte del proyecto Fondecyt “Relación entre bienestar subjetivo, alimentación y comportamiento de compra de alimentos” utilizó una muestra de 316 personas de Chillán, Concepción, Temuco y Puerto Montt.

Se ha definido el concepto de “satisfacción” como una evaluación positiva que una persona hace de su vida. El estudio determinó que la satisfacción con la alimentación aumenta la satisfacción con la vida. Lo que se explica por las circunstancias que rodean también al acto de alimentarse. Se come compartiendo con otras personas en un evento agradable. Hasta la maniobra de ir a comprar las cosas es agradable, cosa de observar en un supermercado el regocijo de las personas que preparan un asado. Por ejemplo, los sábados como a la una de la tarde llega el equipo de futbolito a la sección “Carnes” y se regocija escogiendo: “¿Le pondremos unas chuletitas?”, dice uno. Otro aparece con un enorme saco: “Me han dicho que este carbón se prende solo”. “Ya traje las marraquetas para los choripanes”… No han comido nada, pero ya están disfrutando.

Después, todo el ritual de hacer el asado es algo maravilloso. Desde ensuciarse con el carbón a preparar los cucuruchos de papel. Todo se comparte, todo es divertido.

En la FILSA, me compré un libro de Washington Irving, y un par de textos sobre Epicuro y Kant.

EL PLACER DE CONVERSAR SIMPLEMENTE

Siempre he pensado que la comida es un atajo (difícil de superar) al placer fácil e inmediato: basta morder una barra de chocolate y uno se siente recompensado, gratificado.

Es difícil combatir eso. Es difícil luchar contra la obesidad.

No hay soluciones, pero hay lomitos”, dicen algunos, arguyendo que, de todas las cosas de la vida, sólo disfrutan el comer.

Pocas cosas me dan placer, pero el manjar es una cosa segura.

Obviamente, no es así. Muchas otras cosas dan placer y ayudan a la sensación de felicidad. Una de ellas es la tranquila conversación con los amigos. La conversación inteligente sin la talla fácil ni la broma destructiva.

También está la combinación de los placeres: uno arriba de otro, como en una torta de milhojas. De niño yo disfrutaba del desayuno en la cama, leyendo un libro de Emilio Salgari y escuchando hermosas melodías en la radio.

Una persona me contaba el otro día una velada que había tenido en su casa con un amigo. Mientras uno se puso a comer un resto de goulash que había quedado del almuerzo, el otro se tomaba un trago. Estuvieron así mucho rato conversando y al final dijeron: “¡Pucha que se necesita poco para ser feliz!”.

En circunstancias precarias, la satisfacción es más simple: para Primo Levi, en un campo de concentración nazi, “tener un trapo seco sería una auténtica felicidad”.

En la abundancia, es más complejo. Uno tiende a sospechar que la gente que tiene mucho dinero tiene muchas preocupaciones también (una de ellas, la preocupación de que te roben). Y, como dice el blues de Muddy Waters, no puedes perder lo que no tienes.

Ahora, la buena onda (“los sentimientos positivos”) es esencial.

Hay otros factores también, como la salud, la familia, la relación de pareja, el trabajo…

El placer de comprar de manera compulsiva (¿zapatos?).

Y el sexo. El placer sexual. Un periodista investigó hace años los siete placeres principales que experimentaban las personas. Para algunos, el placer sexual era insuperable. Una editora declaró que un golpe periodístico le producía mayor satisfacción aún. Otros mencionaron leer un buen libro, tomar un buen trago, escuchar una buena obra musical o ver una buena película.

Creo que el propio Epicuro, citado por Nietzsche, decía: “¿Qué es la felicidad?: Una tarde sentado bajo un árbol, algunos higos, un par de amigos”.

No más que eso. Pocas cosas.

Y permitirse ser feliz.

Y darse cuenta de que uno es feliz porque está ahí, arropado, viendo una buena película con los hijos.