Una noche de Halloween hace veinte años, yo estaba en Minneapolis-St. Paul (las ciudades gemelas), en Minnesota (Estados Unidos). Preparándome para entrevistar a Art Fry, el inventor de los «papelitos amarillos» en 3M. Salí a recorrer el Skyway: como hace tanto frío, en esta ciudad unieron las principales manzanas del Centro por arriba, de modo que uno puede circular libremente sin salir a la calle. Los niños disfrazados andaban felices pidiendo trick or treat.
Yo era el Jefe de Redacción de la revista «Siglo XXI – Ciencia y Tecnología» de «El Mercurio». Me había ganado la Beca Microsoft, un concurso para periodistas tecnológicos que había organizado Instrumentos para la Inteligencia, la empresa que representaba a Microsoft en Chile en ese momento. En el jurado estaban Jorge Andrés Richards y Silvia Pellegrini, directora de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica en ese tiempo.
El premio consistía en un viaje a Las Vegas, a la feria Comdex, y después a la sede de Microsoft, en Seattle.
Me acompañó el gerente general de Instrumentos para la Inteligencia, Arturo Alba García.
Fue mi primera Comdex; después, cubriría otras cuatro más en Las Vegas.
No era mi primer viaje a Estados Unidos. Seis meses antes había ido a Chicago, a cubrir el Consumer Electronics Show (CES), de verano, donde Commodore y Philips se enfrentaban por el mercado de los CDs interactivos: era el CDTV vs. CD-i.
En la Comdex de octubre de 1991, descubrí que la pelea entre Commodore y Philips no tenía sentido. Una de las sensaciones era «Multimedios»: la importancia del uso de los CD-ROMs en los computadores. «Me parece que los avances hechos para usar multimedios en el PC dejarán obsoletos a aparatos como el nuevo CD-i, de Philips, o el anterior CDTV, de Commodore. ¿Qué sentido tiene poseer un equipo que sólo muestra multimedios si un PC puede hacer lo mismo?» En «El Mercurio», me retaron por este párrafo. Los de Commodore eran grandes avisadores del diario y llegaron a reclamar que yo no podía descartar el futuro de uno de sus productos. La Editora de Suplementos me llamó a su oficina y me dijo que nosotros no podíamos andar anunciando lo que ocurriría… Sólo teníamos que mostrar lo que pasaba.
El viaje fue tremendamente productivo para la revista «Siglo XXI». Despaché varias notas sobre la Comdex, otras sobre Microsoft (entrevisté a Nathan Mhyrvold, su gerente de Tecnología); en Seattle, hice un reportaje sobre la Boeing…
Y paseamos por Seattle con Arturo Alba García en un Ford Malibu que arrendamos. Lo hice recorrer toda la ciudad hasta que encontramos la tumba de Jimi Hendrix (le dejé un cigarrillo Advance corto). En un supermercado, descubrí a uno de mis amores: la batería electrónica Yamaha DD-6. Hasta el día de hoy la tengo y me acompaña en mis grabaciones. Me costó 100 dólares. No importa que la tenga abandonada un par de años; la prendo y funciona.
Las relacionadoras públicas de 3M en Chile (María Elena Undurraga y María Teresa Correa) me programaron este viaje a St. Paul para entrevistar a Art Fry. El hotel en el que me alojaron era tan maravilloso, que me costó encontrar el baño…
En el mismo cuarto de hotel recibí a Art Fry. Como las personas realmente grandes, era simple y encantador. (Yo ya había aprendido esto cuando entrevisté a Miguel Torres en marzo de 1990: las personas realmente grandes son simples y encantadoras.) Recordaba remotamente al Caballero Blanco de Alicia A Través del Espejo, ése que inventaba trampas para ratones.
Art Fry no descansó hasta que me llevó a probar la mejor hamburguesa de St. Paul en su Nissan Sentra con una patente que decía «POST IT». «Mi jefe siempre me dice que debería cambiar de auto», me confesó.
Era una hamburguesa muy buena. Como para no volver nunca al McDonald’s.
El día anterior yo había estado en las oficinas de 3M, con el gerente de Márketing, quien estaba muy molesto porque usamos la palabra «scotch» como genérico para los papeles adhesivos. Nunca quisieron confesar cuánta plata había ganado 3M con los papelitos amarillos.
Cuando se despidió de mí, Art Fry me dijo: «Ahora voy a mi barrio a convertirme en héroe. Voy a limpiar la nieve».
Esta nota sobre Art Fry fue publicada el 6 de diciembre de 1991.